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Ella me vio, estiró su mano y su mirada me lo dijo todo.
SabÃa exactamente en que me estaba metiendo y de haber tenido la cobardÃa necesaria habrÃa cerrado los ojos, pero no era el caso, ya habÃa tomado mi decisión, sabÃa que me harÃa daño, sabÃa que me abandonarÃa en el instante en que tuviera oportunidad, sino la traicionaba antes.
Pero el caso es que ella estaba allà y sus ojos buscaron los mÃos, pedÃa ayuda y yo, naturalmente, salté.
Toqué el hombro de aquel sujeto, volteó, y mientras volteaba tomé la mano de aquella chica y la jalé hacia mi. Estaba condenado, esperaba el grito, el golpe, en cualquier momento alguien gritarÃa mi nombre y una gresca inundarÃa aquel asfixiante ambiente, pero nada de eso pasó. Me movà entre la multitud hasta encontrar un claro donde descansar y de repente me encontré tomando la mano de esta chica, que entre asustada y jadeante se aferraba a la mÃa. Ya la habÃa sacado del apuro, pero ahora, qué se supone deberÃa hacer? Quizá sacarla de allÃ? Na, quizá alguien me meta un tiro si intentaba algo tan estúpido, volvà a verla, estaba llorando. Y si mi alma no estaba comprometida antes, ahora lo estaba.
—¿Quién eres y que rayos hacÃas allÃ?— les juro que quise gritárselo, esos tipos se veÃan de terror y sensatamente pensaba que lo mejor para esta chica era estar totalmente lejos de ellos. Pero, acaso era yo un buen sujeto? ¿Acaso era yo el caballero en brillante armadura? No, no lo era, sólo era un tipo estúpido que sintió compasión y saltó a ayudar a quien podrÃa ser la causa de su violento apuñalamiento.
Ella seguÃa con la mirada en el suelo, quizá escondiéndose, pero de quién? de mi?
Solté su mano... pero ella no soltó la mÃa.
—¿Estás bien?— le pregunté, querÃa decirle muchas cosas, pero no encontré mejor manera de preguntar, o quizá si hubiera tenido más tiempo, sinceramente las ideas me daban vueltas en la cabeza y sólo querÃa salir de allÃ, nada que ver con el complejo de héroe que acude al rescate, ni siquiera entendÃa por qué lo hice.
No respondió, soltó mi mano y tapo su rostro, se estaba hiperventilando
—¿Qué rayos pasa con esta chica? pensé y entonces recordé a aquel sujeto, recordé su porte y tatuajes, qué habrÃa sido de él, si es que no nos habÃa encontrado ya o nos estuviera viendo desde algún rincón.
No se me ocurrÃa nada, mis sentidos me decÃan que me aleje de allà lo más pronto posible, pero mis piernas no se movieron, me quedé allà incapaz de huir. Tomé sus hombros y le dije nuevamente —¿Estás bien?— Terminó de limpiar sus lágrimas, levantó el rostro y encadenó mi futuro. Ella dijo: —Quiero irme a casa— y un silencio tan antinatural cayó pesado sobre mis hombros.
Y si era una trampa? Y si sólo querÃa llevarme a algún lugar para ser su victima, cuantos héroes muertos hay por ahÃ, el mundo no necesita uno más de estos estúpidos caballeros.
Y si era verdad? Y si sólo era otra vÃctima y no una amenaza, qué pruebas tenÃa de lo uno o lo otro, el tiempo se acaba, la oscuridad no durarÃa para siempre y nos encontrarÃan más rápido si seguÃamos asÃ. Mi mente comenzó a correr mientras miraba a todo lado, como buscando una salida de emergencia, un escape, una seguridad.
Estiro sus manos y sujetó mi ropa, y dijo —Por favor— y luego de un instante, completó su petición: —Ayúdame— levantó la mirada y vi su rostro, le costaba trabajo tranquilizarse, como si estuviera bajo el efecto de alguna sustancia... pero su esfuerzo no era suficiente y estaba al borde del colapso.
Y yo, estaba allà frente a ella, tenÃa que decidir.
—No quiero terminar en una zanja— le murmuré, pero antes de escuchar su réplica, tomé su mano y resuelto me dirigà a algún lugar alto, algún lugar alejado, querÃa ver la entrada, en el mejor de los casos esos gorilas no estarÃan por ahÃ, en el peor de los casos, tendrÃamos que salir a la fuerza.
—Toma, ponte— y le extendà mi casaca —me miró recelosa, ya más tranquila, como pensando sus posibilidades, como viendo a quien se habÃa encomendado.
—Te voy a sacar, pero una vez afuera, te vas, entendido?— Me miró un momento más, sus ojos sopesaban si podÃa confiar.
—No confÃes en mi, sólo te saco y ya, ok?— me miró un momento más y luego respondió: —Ok— tomó mi casaca y se la puso sobre su propia casaca, llevaba una mini casaca roja que tenÃamos que ocultar pase lo que pase.
Recogà un plástico del suelo y se lo dà -Toma, amarra tu cabello —era rubia— Me miró con cierto asco pero se amarró el cabello igual, ahora ya no llamaba tanto la atención.
Entonces avanzamos entre la multitud, y pude ver la puerta, uno de esos imbéciles estaba allà mirando.
—Abrázame— le dije y extendà mi brazo sobre su hombro..
—¿Qué?— respondió e intentó apartarme.
Acerqué mi rostro al de ella y le dije —Uno de tus amiguitos está allÃ, abrázame o quédate con él!
Ella rodeó mi cintura con sus brazos y escondió su rostro en mi pecho, entonces le pregunté —¿Quienes son estos causas? pero cuando iba a responder— Basta, mejor no me digas, no quiero saber, vamos!
Y caminamos derechito a la salida, quizá demasiado derecho.
—Tambaléate un poco— me dijo
—¿Qué?— repliqué casi al instante —Es mejor asÃ, pensarán que yo te estoy sacando a ti y no tu a mi.
—Ok— respondà y comencé a andar como borracho...
Estábamos a pocos metros, no podÃa evitar mirarlo, tenÃa los mismos tatuajes, la misma ropa y la misma mirada dura e inmisericorde... No querÃa ser apuñalado en ese lugar asà que me esforcé en mi papel.
A medio camino como a dos metros para alcanzarlo, la solté y di media vuelta, gritando: —Quiero volver! Quiero volver! La fiesta sigueeee! Uoooooooh!— Ella se quedó parada, frÃa, le dio la espalda al sujeto mientras yo hacÃa mi show, entonces entendió, vino a mi, me tomó de la ropa y comenzó a jalarme y a decir: —Vamos! ya terminó!, No seas asÃ!— Me dejé empujar y llegamos hasta el lado del energúmeno en la puerta, entonces me abrazó y mientras yo sonreÃa medio sonso salimos de aquel oscuro antro...
Ninguno volteó, ninguno respiró siquiera... entonces ella me dio un fuerte golpe en las costillas que me hizo saltar y preguntó —Por qué no me avisaste!— dijo molesta en tono bajo para que sólo yo la oyera.
—Pensé que asà era mejor— respondà medio aliviado.
Entonces, salido de Dios sabe donde unos largos brazos se enroscaron en mi cuello jalándome hacia atrás y separándome de ella. Estaba en unas gradas, era el mismo sujeto, nos habÃa seguido y habÃa saltado sobre mi.
Vi el rostro de sorpresa y terror de la chica y supe que estaba acabado, en cualquier momento serÃa degollado, apuñalado o algo peor, y pensé —al menos, me lo llevaré conmigo— me aferré fuerte a su brazo y me lancé por el borde de las gradas...
CaÃmos 10 metros, 2 pisos de caÃda libre directamente a un jardÃn con árboles y piedras, no recuerdo que pasó despues.
Analizando...
Análisis completo
En medio de la oscuridad, un diagrama tridimensional de un campo de batalla salpicado de puntos titilantes se cargó directamente al visor. Y en silente coreografÃa, los datos marcaron los objetivos mientras que las IAs sugerÃan los vectores de ataque.
Tomó la decisión y los motores rugieron.
El nitro aceleró de 0 a muchas G, rápidamente llegó a una velocidad inalcanzable y se estrelló violentamente contra la primera unidad Havoc en el campo de batalla, derribándolo e incapacitándolo en el acto. El golpe no fue anticipado y para sorpresa de su, aún sobreviviente piloto, el nitro dominante, acercó su brazo izquierdo directamente al lugar donde se encontraba el núcleo del Havoc, inmediatamente desplegó su sable de plasma, perforando y dañando severamente la unidad. Retrajo el sable, retiró el brazo y dio unos pasos adelante mientras entraba en el campo de batalla, oficialmente.
Los motores del nitro rugieron nuevamente.
Varios objetivos del mapa habÃan cambiado de color y eran posibles amenazas. La situación habÃa cambiado y ahora el nitro era el objetivo y todos en aquel campo sabÃan que él estaba allÃ.
El Havoc dañado comenzó a emitir una vibración inusual, su piloto intentaba escapar pero ya nada podrÃa salvarlo y luego de unos segundos agónicos, estalló en una imponente bola de fuego, la cual fue cortada en dos pues en ese mismo instante el nitro despegó directo al cielo nocturno, y se mantuvo ascendiendo unos breves segundos, era rápido, cambió de trayectoria y volvió a caer en picada sobre su segundo objetivo, una unidad de artillerÃa terrestre, un servotanque que no cesó de escupir plasma hasta que finalmente fue aplastado por el nitro a 300 km/h y bajo 15 toneladas de metálico rencor, siendo entonces devorado por el mismo fuego brillante y abrazador.
Casi instantáneamente, la artillerÃa comenzó a llover sobre el nitro, desplegó un escudo de energÃa que se suspendió en el aire, tomó una posición de ataque y comenzó su contraofensiva, rápidamente su propio cañón de pulsos GAUS-Dex.V31, de proyectiles sólidos a impulso electromagnético, comenzó a devolver las intenciones en ráfagas bien medidas, mortalmente dirigidas contra todo aquello que su marcador señalara como una amenaza.
Pronto, la artillerÃa pesada habÃa convertido el terreno en una zona de escombros humeantes con cierta carga nuclear. El nitro era devastador y su efecto en el campo de batalla era totalmente admirable.
Sólo existÃa una unidad que podrÃa plantarle cara y representar un digno contrincante, la unidad Havoc, irónicamente era la unidad que yacÃa en llamas unos cuantos kilómetros atrás.
Analizando...
Análisis completo
Objetivos detectados: 0
Campo de operaciones despejado —confirmó una voz apagada, casi en un susurro, como midiendo el aire— y es que la alerta y sincronización con tamaña máquina no le permitÃan al piloto mayor expresividad, donde un milisegundo podrÃa ser la diferencia entre seguir con vida o ser un recuerdo en llamas.
Recibiendo...
Objetivo confirmado.
Rugieron los motores y el nitro volvió a desaparecer ruidosamente en el firmamento, dibujando una estela azulina a mitad de la noche, dividiendo esperanzas y perdidos por igual.
Habrán ataduras a las que intentarás atarte.
Hubo una vez hace mucho tiempo alguien que quiso atar nuestras almas.
Dijo palabras, planteó posturas, apeló decisiones e intentó razonar una posibilidad.
Pero se equivocó de personaje, nunca cederÃa mi alma.
Asà que volvà a tomar en mis manos aquella filosa hacha y corte los hilos que nos unÃan.
Levanté un muro entre nuestros mundos y dà la vuelta,
mi camino es lo suficientemente grande para permitirme explorar otras direcciones,
y será la que yo escoja.
Habré hecho mal o bien, era mi decisión, por tanto decidà avanzar.
No voltee, porque mi alma no lo hace y seguà andando.
El tiempo me ha permitido discernir que batallas tomar y cuales no. Pero debo reconocer, que aquella vez, en el colmo de mi orgullo, caà miserablemente.
Cuando supuestamente era fuerte, caà derrotado.
Cuando me creà listo, fui un necio y fracasé... estrepitosamente.
Asà que, ahora persigo una luz diferente y un camino más alto que el que hubiera podido conseguir por mi propia cuenta. Hasta ahora he llegado lejos, pero aún estoy en la base de la colina, sólo verdes pastos por doquier. Atrás quedaron los oscuros bosques y pantanos en los que, furioso, rendà mi espÃritu irónico.
A veces hay ataduras a las que intentarás unirte
Hubo también hace mucho tiempo alguien cuyo resplandor encandiló mis esperanzas más desesperadas. Dibujó posibilidades, fraguó promesas y puso su copa en mi mesa.
Pero me equivoqué de personaje, nunca cederÃa su alma.
Asà que volvà a tomar aquella tortuosa decisión y simplemente me solté de la cornisa
Tan sólo era yo aferrándome a ilusiones y sueños brillantes, indolentes y egoÃstas.
Nunca fui el personaje de su historia, quizá un mero recuerdo, nada importante.
Nunca pude ser siquiera un pensamiento, sólo algo más que pasa alrededor, algo que no se elige... Entonces partÃ, y no volvà atrás.
Habré hecho bien o mal, lo sé perfectamente, fue mi decisión por creer lo que me trajo donde estoy.
Me gustarÃa decir que jamás voltee, pero lo hice. Y al voltear, la pÃcara mirada del abandono y la sonrisa burlona de la estafa me saludaron alegremente, y se endureció mi decisión.
Jamás volverÃa a estos absurdos parajes ilusorios.
Asà que, ahora persigo una luz diferente, derrotando mi propia oscuridad mientras mi tiempo se consume. Sólo puedo no olvidar y seguir, no olvidar otra vez y seguir otra vez.
Y asà y sólo asÃ, el último dÃa antes de partir, podré sonreÃr tranquilo y disfrutar el viaje.
A donde llegaré, quién sabe, disfrutaré el camino.
Pero hoy, tomaré la
mano de aquellos que me fueron confiados e intentaré guiarlos persiguiendo aquella paz.
Éramos niños, sólo niños asombrándose con todo y de todo.
Y de repente, canciones infinitas y misteriosas empezaban a sonar
y uno lo sentÃa, tenÃas que moverte.
Ella bailaba, quizá no tenÃa esta faceta, quizá no era asÃ, pero ella bailaba, giraba, saltaba, gritaba, estiraba sus brazos al son de una música trance de antaño, de esas que te llenan de energÃa y que generalmente se asocian con láseres y humo con olor a frutas. Esas canciones llenas de ritmo cuyos beats literalmente te intoxican a saltar y moverte, era algo nuevo, era divertido.
No habÃa pasos, nadie sabÃa bailar estos ritmos, pero aparentemente las chicas, de alguna manera, si lo sabÃan, se movÃan y dejaban que la música las llene, y de repente bailar era expresarse y expresarse era bailar. Me pregunto qué tanto de esa espontaneidad era realmente de ellas y que tanto lo aportaban las hormonas de mi cerebro adolescente, quién sabe, sólo entendÃa que habÃa un ligero olor a peligro en el aire y obviamente, yo querÃa ser parte de ello. TenÃa 16, querÃa ser parte de muchas cosas.
Estoy seguro que muchos padres escandalizados al ver este derroche de espontaneidad, notarÃan la sensualidad inherente de cada señorita danzante, verÃan también la emoción y el cierto desapego por las buenas costumbres que cada jovencito mostraba, y estoy muy seguro que calificarÃan toda la escena como una tormentosa, ruidosa y pecaminosa fiesta en medio del antro más desternillante y repelente del mundo, y que seguramente de haber podido alcanzar a sus hijos habrÃan intentado retirarlos de allà inmediatamente, y no podrÃa culparlos, tenÃa toda la pinta de ser algo en lo que no quisiera que mis propios hijos estén metidos, pero resulta que, yo estuve allÃ. Y estando en medio de todo, ya nada importaba, ni la hora, ni los consejos, ni lo que dirán o siquiera las consecuencias, tan sólo querÃa saltar! moverme a lo loco y desarrollar los pasos más cool y fantásticos que pudiera, querÃa quedarme todo el tiempo que durarán aquellas canciones. Ah y si precisamente la jovencita que te gustaba estaba bailando, ten por seguro que no saldrÃas jamás, aún a expensas de semanas de castigo. Simplemente no habÃa un mañana, habÃa un ahora y habÃa una canción que se estaba bailando y uno querÃa estar allÃ.
Como dije antes, habÃa cierto peligro en ese afloramiento natural, esa espontaneidad saca algo de nosotros que indefectiblemente es visto y desde entonces, nada pasa desapercibido. Y uno, en esas circunstancias, a esa edad, definitivamente, quiere ser visto. No tiene por qué ser algo malo, claro que podrÃa ser algo malo, deberÃa ser algo malo? ¿Cuándo se convierte en algo que es preferible evitar? y ¿Cuándo se puede disfrutar con seguridad? Qué tiene que pasar para que todo lo que está sucediendo quede enmarcado en la seguridad que uno espera como padre? Vaya que son preguntas difÃciles, para empezar como jovencito, es muy probable que estemos metidos en nuestra cajita de diversión y difÃcilmente permitamos cualquier otro pensamiento. Como jovencita, probablemente si tenga en cuenta ciertas cuestiones importantes como la hora, el retorno, la recogida, quién mira y que dirán al dÃa siguiente, todo mezclado en sus cabecitas y sazonado con música trance super-bailable. Ni siquiera sé cómo los llamarÃa.
Estando en el lugar, para finalmente recoger a mis, ya no tan pequeños, hijos o hijas, supongo que lo que no deberÃa hacer es simplemente meterme, porque aquel jovencito lo tomarÃa como una intrusión forzada a su libertad y aunque realmente no sea tan importante, él lo tomará como si sanguinarios terroristas hubieran traspasado sus fronteras proclamando una pertenencia que simplemente no existe; y por supuesto, tendrá consecuencias, una respuesta, una actitud y un pensamiento. Y creo que es aquÃ, donde reside el verdadero peligro, porque una palabra es suficiente y una guerra puede empezar en este mismo instante.
Entonces, meterse no es buena idea, captado; pero, ¿Qué hacer?, ya se acabó el tiempo y el permiso otorgado acaba de expirar, qué hago ahora? Creo que lo menos esperado y oportuno serÃa primero, escribir, hoy por hoy podemos hacer eso, decir que ya estas afuera y que se vaya despidiendo, que te esperará para llevarte y quizá también jalar a alguno de sus amigos, total, aunque hayan crecido, siguen siendo niños, aunque no te responda como esperas, sigues siendo padre y sigues siendo aquel sujeto maduro que puede comprender sus propias emociones y las emociones de su hijo/a y además, también sigues siendo el más capacitado para dominarte y mostrar sabidurÃa. Duro eh? Creo que ese serÃa el camino correcto, no dije fácil.
Bien, y que pasa si mi retoño simplemente hace caso omiso de mis avisos. Qué pasa si mi relación con ellos hace que a veces simplemente no quieran escucharme, no es rebeldÃa, es como han aprendido a relacionarse con uno, y aquà tengo que preguntarme si realmente soy alguien con quien se puede conversar, si soy alguien en quien se puede confiar o soy alguien que se debe evitar. Pues entonces, no esperes una sonrisa al recogerlos, y quizá tengas que ser un poco más firme, pero hagas lo que hagas, no pierdas los papeles, no gritos, muestra respeto para que puedas ser respetado, porque lo quieran o no, sigues siendo un padre/madre.
Supongo que a veces podemos elegir dejar vivir, después de todo, esas experiencias formarán parte de sus recuerdos y moldearán su carácter, claro que podemos cuidarlos, pero hay que darles su espacio, todo depende de la clase de persona que son, no lo que esperamos que sean mañana, ni siquiera la clase de persona que esperamos sean hoy. Vaya que es complicado ser padre/madre.
Con qué se identificarán, cómo resolverán sus dÃas y sus noches, qué esperarán, que resistirán y que buscarán... nadie puede saberlo, tan solo ellos. Lo único que podemos hacer es hablar, entrenarlos, contarles, quizá prepararlos, quizá guiarlos, pero al final ellos tomarán sus propias decisiones y Dios mediante brillarán, Dios mediante cumplirán sus propósitos en este mundo, Dios mediante lucharán y alcanzarán sus sueños. Es lo que todo padre/madre quiere, pero no todos trabajan por ello y por supuesto, no todos lograrán verlo. Asà pues, es cuestión de fe, es sembrar la semilla que no sabes si florecerá, pero vaya que tienes que sembrar y cuidarla el tiempo que se te permita cuidarla porque cuando sea el tiempo, volarán! tendrán que hacerlo!
Sólo recuerda, si es importante, lo cuidas, si es importante, lo
esperas, si es importante lo respetas.
Ahora entiendo que significa aquello de "Morir a uno mismo"
Song: Ori Uplift @oriuplift - Uplifting Only Episode 596
Qué no podrÃa escribir de enamorarse.
Y que ese alguien, de rodillas, extienda su mano gentilmente y ella pueda tomarla delicadamente para ser sujetada de la forma más cálida posible, como imbuida en un amor sincero e igual de puro del que su corazón anhela. Y creo que, ese deseo se encuentra en cada mujer, en cada jovencita y en cada niña.
Y creo además que, también hay un deseo en cada niño, en cada hombre pequeño que mira con ojos puros el cielo infinito, con cada promesa que extiende sus manitos y juega, que en lo profundo de su ser hay una búsqueda que, consciente o no, tendrá que aceptar o rechazar, pero que estará allÃ.
Y si el tiempo y las distancias lo permiten, esa búsqueda y ese descubrimiento se mantendrán inalterados en lo profundo de sus almas, como un recuerdo recurrente, no tan lejano y a la vez, no tan familiar.
Tendrá el valor de estirar su
manito y ser encontrada? De ser vista?
Tendrá el valor de salir a buscarla? De aceptar la responsabilidad?
Supongo que pueden dudar, pues cuando se enfrenten a estas preguntas ya sabrán lo que significan, quizá sólo sigan el camino dibujado, quizá la historia se escriba como debe escribirse, idealmente hablando. Pero quizá y el mundo se entrometa, aquel mundo que muchas veces no perdona estas historias y deforma los ideales, hiriendo el significado y perdiendo los misterios.
Sólo puedo imaginar un abrazo, una idea más adelantada, quizá es por el tiempo que me toca vivir, pero la imagen es clara, es un abrazo, que en la calidez de la confianza se brinda, es amor, a veces inspirado, a veces sobreviviente, a veces ligeramente deslucido por el tiempo y circunstancias, pero es siempre real.
Entonces la historia, como todas las cosas creadas y puestas allÃ, se revela al fin, y son historias reales, vivas, plenas, pulsantes. Son historias vivientes, no recuerdos, son aquellas que creen, que esperan y un dÃa, sin duda, se harán realidad.
Y ese dÃa... quizá es hoy!
Quizá no son las historias de
ellos o ellas... sino de algo mucho más grande.
Quizá y es tu misma historia.
Hay algo que busco y que no logro encontrar.
Es como si me hiciera falta algo que no puedo recordar que es.Pero sabes, aquà entre nos —bajando la voz— todo es una necedad, podemos estar viviendo los mejores años de nuestra vida y no darnos cuenta, podemos ser absurda e increÃblemente bendecidos, pero no sentirnos valorados.
Todo puede salir terriblemente bien, y aún asÃ, desperdiciar lo que podrÃa ser un glorioso dÃa en un simple dÃa común, llegaste con bien a tu casa?, tienes las cosas que querÃas?, tus hijos aún corren a ti?, tu familia te espera?, no es acaso eso más que suficiente? Bueno, si no es lo que estas buscando, por lo menos deberÃas estar agradecido por lo que si has encontrado.
¿Cómo es posible nuestra existencia?
Es simple, somos ideas, personajes creados en la mente de Dios.
¿Cómo es posible que seamos una simple idea?
Un pensamiento en la mente de Dios es muy diferente de un pensamiento en tu mente o mi mente.
Imagina un personaje, lo tienes? bien, ahora dale un propósito, una historia, contexto, puedes imaginar un desenlace?, darle criterio, recuerdos, una personalidad, puedes darle un alma.
Bueno, igual pasa con Dios, sólo que su "pensar" es infinitamente más poderoso y trabaja a dimensiones que ni podemos imaginar. Pero sabes, es posible y cómo lo sé, pues porque fuimos hechos a su imagen y semejanza. Asà que, si yo puedo imaginarlo, seguramente Dios también puede hacerlo, no?.
Esta situación, o mejor dicho, esta teorÃa explicarÃa por qué nuestra existencia es determinada y a la vez, indeterminada y aleatoria. ExplicarÃa como puede funcionar el libre albedrÃo en un mundo determinista.
Y sabes que es lo simpático? También se concilia con la teorÃa de la matrix, aquella que postula que vivimos en una simulación, que nuestra realidad como la conocemos en realidad es una renderización super avanzada que se dibuja a medida que vamos progresando en nuestras historias particulares.
Espera, qué?
Mira, una idea en la mano de Dios, es infinitamente diferente a una idea en nuestra mente, cierto? Cierto y sin embargo, asà como podemos hacerlo, Dios también lo puede hacer. Dicho de otra forma, asà como heredamos rasgos de su diseño, nuestras funcionalidades dan testimonio de sus propias capacidades, claro que totalmente desarrolladas y llevadas al extremo inconcebible. De esta forma, el puede crear/imaginar a cada persona que existe, existió y existirá en su prodigiosa mente, sin problemas. Por lo tanto, desde su perspectiva de creador/orquestador/imaginador/argumentador/escritor, puede ver nuestra existencia desde el instante mismo en que nos formó, como nos desarrollamos a su voluntad, como crecemos, maduramos y morimos, puede ver nuestro legado y también el futuro de nuestras decisiones, claro que puede escribir parte de nuestra historia de forma explÃcita, pero, es también muy probable que lo haga en ocasiones especiales, con el propósito de permitirnos libertad y dirigir a la vez nuestra existencia a un propósito desconocido para nosotros, pero que, según a manifestado, es bueno.
Yo puedo hacerlo en mi mente, ver la historia de mi personaje, sus inicios, grandes batallas, ver que pensó, es casi como si estuviera dibujándolo, casi como si estuviera escribiéndolo, y a la vez, no es asÃ. Puedo por supuesto, terminar su existencia si asà lo decidiera, pero es mi querido personaje, nacido de mi mente, mi hijo. Y dime, acaso Dios no podrÃa hacer algo similar? sólo que a una escala multidimensional y universal, es Dios después de todo, claro que puede.
Entiendo, es una teorÃa bastante interesante, ¿Hay algo más que deba saber?
Si, hay un detalle o una idea salvaje que me nace de todo esto. Veras, si todo está allÃ, en su mente, en consecuencia nosotros, somos infinitos, no podemos morir, nuestra existencia es continua, aunque no piense objetivamente en nosotros o quizá si, quién sabe, nadie puede saber cuando Dios piensa especÃficamente en uno, aunque la palabra de Dios dice que Él vela por sus hijos. La cosa es que, realmente no entendemos lo que significa que Él nos piense, me hace preguntarme, qué pasa con mis personajes cuando yo mismo los pienso... pues simple, ellos se desarrollan, adquieren vida en mi propia mente.
¿Y que hay de la realidad que nos rodea?
Esa es una buena pregunta, pero sigue dentro de mi teorÃa principal. Si todo está en la mente de Dios, en él existimos y por eso la gente piensa a veces que están en una realidad virtual, y en cierta forma, es asÃ.
Pero sabes, creo que deberÃamos alegrarnos, ser un pensamiento en la mente nada menos que de Dios mismo, nos permite acceso a todo lo que Él dice que son sus pensamientos, y también nos permite tener acceso al mismo creador. Y es simple en realidad, asà como un escritor se relaciona con los personajes que ha creado, Dios puede hacerlo con nosotros e intervenir de acuerdo a sus propios deseos, tal y como nosotros lo harÃamos cuando escribimos/imaginamos una historia.
¿Y qué hay de los demonios y otros poderes?
Pasa igual, si todo obra bajo el plan de Dios, ellos también forman parte de los pensamientos de Dios y por ende, también están sujetos a su voluntad inquebrantable, su control supremo y finalmente a la historia que Él mismo haya determinado para cada uno.
Interesante no? Pero, piénsalo. Acaso podrÃas decir que estoy loco? Tan sólo imagina un personaje y dale una historia. Ahora dime en que te has convertido para ese personaje, sino su mundo, su realidad y su propósito. Piénsalo.
Una pequeña luz parpadeó en el monitor principal y su mensaje era claro:
-- Iniciando operaciones --
Seguidamente, una serie de paneles, monitores, indicadores y otros dispositivos diversos volvieron a la vida. Una nave solitaria se energizaba y comenzaban a rugir furiosos sus motores.
Aún en el silencio del espacio, su ronroneo era perceptible, quizá era un sesgo psicológico, pero uno podÃa oÃrlo claramente, uno podÃa sentirlo.
Desde la oscuridad de unos asteroides, una sombra metálica comenzó a emerger a la luz, era un destructor de naves, de clase Hammer, fuerte, veloz, mortal.
HabÃa recibido instrucciones y su destino estaba trazado.
Mientras tanto, la tripulación espabilaba y se conectaba a sus terminales de servicio, guantes hápticos, visores y controles. Todo en lÃnea.
No muy lejos de allÃ, en la superficie de un planeta humeante y devastado, escuadrones de batalla iniciaban su ingreso en la atmósfera, recibidos por una incesante cobertura de fuego, proyectiles y plasma.
Totalmente normal en este tipo de invasiones, los cielos lloraban metal.
Y en aquel futuro incierto, donde los ecos de batallas se hacen eternos y transcienden la oscuridad de la distancia, en todos los cielos, grandes despliegues de poder e imponentes fortalezas pasan al olvido entre llamas de color azul y el perplejo silencio.
Y las vidas, todas ellas, se lanzan a defender un ideal, un sueño, una promesa, un futuro que quizá nunca sea para ellos...
Mientras que en tierra y bajo montañas de concreto armado, especialistas, inteligencias artificiales, grandes ordenadores y estrategas dibujan planes que puedan llevarlos lejos de los brazos de la muerte.
La batalla continua y no hay piedad, sólo la promesa de un destello y el sueño eterno...
Todos caen por igual, todos vuelven al polvo y al creador.
Es la guerra con toda su gloria y todo su horror.
Diario del Capitán - Entrada 77: Una pequeña luz en el cielo
Diario del guardián - Las entidades, criaturas, errores.
No todas las irregularidades tienen forma de pulpo, vienen en un amplio surtido de formas, tamaños, colores e intensidades.
Lo normal claro es que sean una mezcla de mantarrayas, arañas y pulpos humeantes y violentos, pero también las hay también con forma de guijarros apelmazados, como una infinita cantidad de cosas pequeñas aglomeradas, como si un empedrado repentinamente cobrara vida y mostrara su desacuerdo con el mero hecho de existir, causando destrozos.
No imagino que encontrarán al otro lado, tampoco he intentado averiguar que se esconde tras el borde del agujero, ni ganas tengo siquiera de acercarme, su radio de absorción es tan intenso que, de no estar resguardado tras un muro o a buena distancia, serÃa absorbido, igual que todo aquello que cae en su inmisericorde campo de acción.
En todos los años que llevo haciendo esto, jamás vi una sola de esas criaturas que lograra sujetarse lo suficiente, cabe mencionar que mientras más grande el agujero, más grande es la fuerza de atracción.
Una de las cosas que más me pregunto es, con qué autoridad un ser humano, porque espero seguir siendo uno, puede hacer estas cosas. Claramente estas criaturas no caben en lo que podemos llamar normalidad y personalmente, no quiero ni imaginar que podrÃa pasar si lograran entrar a nuestra realidad. Sólo me limito a encontrarlas, contenerlas y exiliarlas lo más rápido que pueda y con el tiempo he ido observando ciertos detalles.
Si bien todo, y me refiero a todo, incluido el aire, vuelve a su lugar cuando desaparezco el espacio jaula, a veces se manifiestan pequeñas alteraciones, casi imperceptibles si no tienes con qué compararlo, pero están allÃ, por ejemplo, alteraciones en el patrón de una mayólica o pequeñas marcas en el pavimento, cosas asà que podrÃan pasar por desgaste normal del uso de las cosas. Es como si, al retraer el espacio jaula y se reconstruyera la realidad al punto antes de establecer el espacio, hubiese diminutas variaciones en las propiedades y atributos de las cosas. TodavÃa no logro establecer una relación clara con la destrucción que se sucede en los espacios jaula. Según entiendo, nuestra realidad, el espacio de "trabajo", es restaurado a su normalidad casi al 100%, pero sinceramente me quedan dudas y aunque no tengo evidencia, algo me dice que tiene que ver con el nivel de la entidad que me toca exiliar.
Otra de mis constantes interrogantes es, hay más personas como yo? quiero decir, capaz de sentir la inquietud, capaces de confinar esas criaturas? Reaccionan? Intervienen? Y si lo hacen, cómo lo hacen? nunca he visto a nadie aparte de mi en esas situaciones, aunque debo admitir que tampoco tengo tanto tiempo como para contemplar el paisaje. Casi siempre es saltar a la acción y allà se va toda mi atención.
Por el comportamiento siempre violento de estas criaturas, he llegado a comprender
que, de alguna forma, saben exactamente lo que va a pasarles, cosa curiosa pues yo, quien las
confina, realmente no lo sé.
Las noches se volvieron frÃas, el miedo se volvió parte del horizonte, el silencio era tanto una bendición como una pesadilla.
Una
de ellas, la más grande, azota apéndices que destruyen estructuras y lanza por
los aires una pequeña figura, la cual se estrella estrepitosamente en un edificio de
oficinas, los vidrios, fierros y pedazos simplemente saltan por los aires.
Es
la misma danza que viene bailándose desde hace eones, ahora con renovada furia,
sobre una tierra desolada y hambrienta.
Pero
este baile se conoce bien.
La pequeña figura se pone de pie y sale caminando del edificio derruido, no parece alterada, como si solo estuviera de paso, cualquiera dirÃa que sólo fue a echar un vistazo.
Pero la sombra grande que ha olvidado su presencia y no parece contenta, lanza un temible aullido que corta la noche y evoca el terror, justo antes de lanzarse en cruel embestida, no dejará que aquella pequeña figura siga existiendo. Pero, qué motiva su actuar? no es hambre como otras fieras, mucho menos algún sentido territorial. Como un apetito, una búsqueda que simplemente no puede ser saciada. Si acaso pudiera compararse con algo, tal vez serÃa puro odio.
Y allà va en cruel carrera a terminar lo que empezó, quizá aún no comprende y quizá ni siquiera puede sentirlo, quizá simplemente no puede comprender que, en realidad, aquella enorme bestia es la presa y se está lanzando directamente a las fauces de su perdición.
Entonces él dio un paso desde las sombras, tenÃa las manos y el pecho cubierto de sangre, lentamente subió sus manos hasta la altura de su rostro en un gesto confuso, entre ocultando su rostro sonriente y revelando a la vez manchas de sangre. Sólo con verlo era suficiente para entender, él habÃa disfrutado lo que habÃa hecho y se regocijaba con el poder que habÃa alcanzado.
Y yo estaba allÃ, nos miramos durante un momento hasta que empezó a reÃr silenciosamente, como un niño travieso que disfrutando su travesura se rÃe maliciosamente...
Simplemente no podÃa dejarlo pasar y ambos lo sabÃamos. Estábamos a minutos de completar la evacuación y no podÃa dejar que este sujeto fuera por ahà a sus anchas.
-Qué te parece... sà jugamos un poco...-lo dijo sonriendo, en un tono muy bajo, casi un susurro, de forma entrecortada, inquietante y perversa.
Supongo que para él yo no era más que otro juguete de sus perversos caprichos, uno que casualmente llegó inconscientemente a sus garras y que sin importar lo que pase, no podrÃa dejar escapar.
Pero
para su sorpresa, no pasó nada.
Imagino que esperaba una reacción, tal vez
querÃa infundirme miedo y tenÃa razón, en sus formas y maneras, era peligroso.
Sólo nos mirábamos, esperaba una reacción y estaba listo para... perseguirme tal vez, pero habÃa un detalle, yo no correrÃa y mi falta de expresiones desencajaba profundamente su sangrienta idea de diversión, asà que, dejó colgar sus brazos, se recogió un poco y saltó sobre mÃ.
PodÃa verlo en cámara lenta extendiendo sus brazos terriblemente largos y blancos, casi cadavéricos que se cernÃan sobre mi resaltando más las oscuras manchas de sangre que tenÃa sobre todo su cuerpo.
Supongo que el orgullo nos vuelve ciegos, nunca pudo ver más allá de mi fachada; nunca pudo notarlo, sus ojos estaban perdidos en su propia búsqueda de aquello que él llamaba diversión.
Sus largos brazos se cerraron en mi cuello, su rodilla impactó en mi pecho de lleno y el peso de su cuerpo me empujó a las sombras, haciéndome caer de espaldas... y en la oscuridad, justo cuando caÃmos al suelo con gran estrépito lo supo, algo habÃa salido mal.
Pensó
que sólo eran sus ideas, arrebatarÃa mi vida, consumirÃa mi alma, e irÃa por el
siguiente, quizá por aquel grupo de personas que corrÃa asustada, entre tanto caos
seguro que alguien se pierde y nadie lo notarÃa.
Asà que se apresuró a
estrangularme con todas sus fuerzas mientras un brillo extraño resplandecÃa en
su mirada... Todo era tan fácil.
-A pedir de boca -pensó en obscena agitación...
Y de pronto en su oscuro placer algo raro llamó su atención, dos brillantes puntos azules le devolvÃan una mirada frÃa que lo hacÃa sentir inseguro, y ese sentimiento fue creciendo poco a poco, abriéndose paso entre sus carcajadas, reduciéndolas, reemplazando cada gota de su deleite en súbito temor, y luego miedo, y luego terror... fue progresivo y pude verlo directamente en sus ojos QuerÃa que sienta exactamente lo mismo que sus vÃctimas habÃan sentido...
Me soltó lo más rápido que pudo y pretendió escapar, retroceder, salir de ahÃ... Pero no le darÃa esa oportunidad, asà que tomé sus brazos con las mismas fuerzas que él me habÃa sujetado, entonces desde mi interior dejé que emergiera una lenta sonrisa que, en el medio de aquella oscuridad, él pudiera ver claramente y quede grabada en lo profundo de su ser, al menos durante sus últimos momentos...
-Suéltame!- gritó amenazante y poderosamente.
Para mà no era más que un pequeño insecto atrapado entre mis dedos...
-Suéltame!- volvió a gritar con más desesperación que ira.
-¿Qué pasa? ¿No Ãbamos a jugar un poco?-respondà lentamente y dejé que el terror que quiso infundirme ahora le causara el mismo efecto... Forcejeó como un animal salvaje que acaba de caer en una trampa y esa era la descripción más real de lo que estaba pasando... Jamás lo soltarÃa y ahora, tendrÃa que dar cuentas por las vidas que tomó.
Se agitó y comenzó a cambiar, de pronto era más alto, menos robusto, con brazos y piernas anormalmente largos, su rostro perfilado, comenzó a desfigurarse hasta formar algo más parecido a un grotesco perro, de letales fauces y oscuro pelaje... Imponente sÃ, pero era en vano y lo notó inmediatamente, porque en el instante que me perdió de vista, de pronto me vio más grande y comprendió su propia naturaleza, habÃa sido reducido a pesar de su transformación, a algo muy pequeño y desesperadamente vulnerable.
Entonces sintió como aquellos brazos que lo sujetaban comenzaron a levantarlo y para su terror, le rompió los brazos, todo sin perderlo de vista, simplemente no podÃa apartar la mirada, estaba petrificado y ya no mostraba aquella expresión sonriente de hace unos momentos... Súbitamente fue lanzado al aire, pestañeó y lo que lo lanzó ya no estaba allà en las sombras de ese callejón.
Y
en un instante, miró a su derecha, pero estaba vacÃa, miró a su
izquierda pero estaba igual, entonces lo sintió.
Volvió la cabeza como
intentando responder a un presentimiento, pero su cuerpo no respondió a la
velocidad de su miedo y allà estaba yo, descendiendo directamente sobre él para asestarle
el golpe final...
No podÃa hacer nada, y lo intentó con todas sus fuerzas,
intentó girar, gritar, pedir misericordia, hacer algo, lo intentó pero su
cuerpo simplemente no podÃa responder a las órdenes erráticas de su mente. Y
nada pudo hacer mientras era impactado y atravesado, ni siquiera pudo gritar. De pronto
daba vueltas en el aire y se vio a sà mismo, parte de sà mismo, cayendo sin control.
El suelo lo recibió y de pronto la realidad de lo sucedido volvió el tiempo a la normalidad, pudo respirar, quiso decir algo, pero sólo tosió sangre, la noche era oscura y comenzaba a llover, las gotas caÃan sobre su rostro molestando su vista y permitiéndole apreciar su situación. Escuchó algo e inclinó su cabeza, eran pasos y alguien se acercaba. Ese alguien llegó y se inclinó a su lado.
Eran
los mismos ojos... pero ya no le infundÃan temor, habÃa algo distinto, dolor
tal vez.
Quiso
decir algo, pero simplemente no habÃa que decir... ya no era el tiempo.
No
podÃa moverse, hace instantes todo era todo agitación pero ahora todo era
quietud, lluvia y silencio.
Y
a la mitad de la noche, en una oscura calle, la vida se le escapó en medio de
la lluvia.
Vastian lo siguió contemplando un tiempo y descubrió que en sus últimos momentos, volvió a ser humano, volvió a ser aquel niño asustado al que el mundo le pasó por encima y lo cegó con oscuro poder...
Tal
vez no se pierden para siempre, pensó. Seguidamente se puso en pie, levantó la mirada y vio la calle que conducÃa a la multitud, inocente, temerosa, apresurada y sin perder la mirada retrocedió silente hasta desaparecer entre las sombras de la noche en un callejón cualquiera de esta ciudad desventurada.
Claudita era una compañerita del salón que, de una manera un poco infortunada, terminó siendo mi pareja de baile de promoción cuando terminaba primaria. Pobre pequeña, estoy seguro que de haber podido elegir hubiera escogido otro amiguito, quizá uno más conocido, porque sinceramente, no recuerdo haber hablado con ella ni una sola vez hasta ese dÃa y tampoco recuerdo que hablásemos durante el baile o años después.
Esa noche yo estaba tan abrumado, de un dÃa para otro sucedió el baile de promoción y recuerdo que era un dolor de cabeza organizativo, como suelen ser todos estos eventos escolares. Recuerdo que, se habÃa acordado que mi pareja de promoción iba a ser una compañerita del salón con quien sà jugaba y conversaba a menudo, pero a último momento algo pasó, creo que algunos faltaron y algunos se quedaron en el aire. Para arreglar la situación movieron acompañantes y me tocó con Claudita.
Recuerdo que estaba incómoda, y espero de todo corazón que no haya sido por tener que acompañarme a mÃ, chato, gordito y nervioso, sino por la situación que vivÃamos, movidos totalmente de nuestra pequeña zona segura.
Me parece que Claudita no procesaba bien la incertidumbre; pero, quién lo consigue a los 6 años!, y me parece además que, como yo, Claudita estaba asustada por todas las cosas que pasaban fuera de nuestro control. Simplemente, ser movidos de aquà para allá, puestos en lugares en los que no esperábamos estar, pues nos generaba más stress del que ya traÃamos con nosotros. Como resultado, me encontré emparejando con una niña tÃmida, callada e incómoda y ella no era asÃ, era una niña normal que tenÃa amigos, corrÃa, jugaba, reÃa, bromeada, una niñita feliz.
Pero lo peor era que yo estaba allÃ, y aunque no habÃa hecho nada malo, me sentÃa culpable. No sabÃa que decirle, no sabÃa que inventarle, no se podÃa jugar en aquel lugar, no podÃamos hacer nada más que intentar sonreÃr para las innumerables fotos y filmación, que una y otra vez los padres y profesores hacÃan pasar y pasar.
Por otra parte, ni una sola vez en mi infantil existencia habÃa bailado el Danubio azul. Y sabe Dios que, recién allÃ, bajo luces multicolores y un calor excesivo, por primera vez fui consciente de la existencia de esta melodÃa y por primera vez comprendÃa que era un tema protocolar de esta clase de eventos.
La tarde siguió hasta volverse noche, los padres comieron con sus hijos y luego de repartir el inmenso pastel cada quien quedó libre para irse a sus hogares, con un recuerdo y la promesa de una grabación a la máxima calidad disponible, no existÃa el HD.
Pasó el tiempo, pero no volvà a ver a Claudita, me hubiera gustado haberla conocido aunque sea un poquito, hubiéramos podido al menos acompañarnos aquella noche, y no sentirnos tan dirigidos. Estoy seguro que, ella querÃa reÃr, jugar y saltar como todos, pero que aquel dÃa, también estoy seguro, fue obligada a sonreÃr.
Hoy, ochocientos años después, dudo que Claudita haya olvidado este episodio, especialmente como se sintió y si tiene hijos, seguramente recordará que cuando uno es pequeño, todo importa y también tienen sentimientos, expectativas e inquietudes.
Recuerdo los pasos camino a casa, aún me zumbaban
los oÃdos y habÃa muchas cosas que olvidarÃa de aquella tarde, pero nunca
olvidé a Claudita y lo que uno siente cuando es pequeño.
Duermen.
Me acerco a su lado, me siento al borde de sus camitas y acaricio sus
cabellos, debo partir, pero sabe Dios que me gustarÃa quedarme a su lado un poco más y
solamente contemplar, cuanto han crecido.
Ya no son los bebés que no hace mucho yo cargaba entre mis brazos,
hasta que, rendidos de sueño, dormÃan en paz.
Y lo sé muy bien, soy consciente que sólo soy polvo y que en un pestañeo partiré,
en una suave brisa continuaré mi viaje, y ya casi no queda tiempo,
algunos años más y partirán de mi lado,
algunos años más y partiré de su lado... a continuar mi propio viaje,
pero que no quepa duda, los amaré para siempre y para siempre seré su
"papito".
Asà pues, duerman mis pequeños... como semillas a punto de brotar y
dispararse al cielo, a sus sueños y esperanzas, duerman y prepárense que nadie
los podrá detener, para eso fueron creados, para ascender, para crecer, para
alcanzar, para brillar!
Duerman pequeñas luces, que yo guardaré su descanso, el tiempo que me
sea concedido.
Y también, llegado el tiempo, verán mi propio camino y sabrán que yo anduve por ahÃ,
voltearán la mirada y encontrarán mi mensaje... Sigan avanzando, abriré brecha, pero no los acompañaré mucho tiempo, sólo puedo señalar el
sendero, iré con ustedes unos pasos, sostendré sus esperanzas, asà como sostuvieron las mÃas
y cuando sea el momento... volarán, no lo duden, volarán!.
Quizá ni vuelvan la mirada... quizá ni siquiera me recuerden... quizá
mi historia termine justo allÃ.
Pero su historia, su propia historia, continuará más allá de donde
termine la mÃa.
Asà que, aten sus esfuerzos a un sueño, no a un viejo como yo, ni a mis
palabras, que tan iguales como yo, quedaremos en la brisa.
Aten sus sueños a un
propósito, a uno grande, y vivan como si nadie hubiera vivido antes que ustedes.
EstÃrense y toquen esas estrellas, que nosotros, no pudimos alcanzar.
Y cuando hayan partido, al borde mismo, tanto si voltean como si
no, los seguiré con la mirada.
Claro que los seguiré y los seguiré mientras vuelen, y si el Poderoso lo permite, seguiré mirándolos
desde el más allá. Ah, pero no será para siempre, yo también proseguiré.
He vivido mucho tiempo en tinieblas
como para saber que la luz es el camino y con esa certeza, algún dÃa, nos
volveremos a encontrar.
Es entonces que, beso sus frentes, los abrigo, los bendigo y me pongo en
marcha.
Mientras tanto, ellos duermen el sueño de la vida.
Y yo, yo persigo la luz.
Te
lo dije, escribirÃa de ti, te volverÃa literatura y asÃ, en silente venganza,
me librarÃa de ti.
Ha
pasado mucho tiempo y hoy he vuelto a escribir de Lya.
Es como si en cada repaso de mi memoria, esta pudiera ofrecerme una nueva vista, mi memoria no falla, pero quizá la fantasÃa ya esté comenzando a sazonar este recuerdo. ¿Quién lo sabrá?
Pero me doy cuenta que el recuerdo, el instante que viene a mi mente cuando lo recuerdo, no es la misma persona que busqué y de la que finalmente me despedÃ, no son el mismo ser, y entonces me pregunto... ¿Qué pasó mientras yo andaba egoÃsta y orgulloso? ¿Qué le pasó a su sonrisa?, ¿Qué le pasó a su bella alma?
Cierro los ojos y allà está, tÃmida, femenina, una jovencita risueña, despierta, feliz de estar viva, feliz quizá de las nuevas experiencias, feliz quizá del dÃa a dÃa, allà estaba, ofreciendo algo diferente a los dÃas y las noches, y dando, claro, lo mejor de sÃ, con aciertos y con errores, original, humilde, ella y su sonrisa, eso era todo mi recuerdo.
Pero, cuando volvÃ, sus sonrisas no eran para mÃ, o tal vez sÃ, no, tal vez la sorpresa me otorgó su sonrisa unos cuantos dÃas, pero luego mi estúpido yo no pudo mantenerla cautivada, y persiguió otras luces, buscó otras esencias, y allà me quedé, varado a la mitad de un parque cualquiera.
Oh, pero por supuesto que no fui abandonado allÃ, fui abandonado meses, sino años atrás, cuando no estuve, cuando buscaba en otros cielos mis propias estrellas, la vida seguÃa, y estúpidamente yo creÃa que la luna se detendrÃa en el cielo sólo para mÃ... Cuan equivocado puede estar un hombre, cuan perdida puede estar toda esperanza, fue acaso un engaño? Claro que no, fue acaso una traición? Claro que no. No se puede reclamar lo que nunca fue de uno, no se puede buscar aquello que no existe, no se puede amar un recuerdo, se muere uno.
Se siente, se duele y se sangra, con letras, con prosa, con poesÃa, con miradas, con recuerdos, se llora aquello que se pierde, aquello que no se logra alcanzar, aquello por lo cual nos estiramos pero que... tristemente no podemos ni rozar.
La
Lya que encontré cuando finalmente fui por ella, habÃa cambiado, experiencias,
vivencias, decisiones, su propia vida habÃa pasado y todo aquello la habÃa
hecho cambiar, tuvo que amoldarse, tuvo que hacerse fuerte y endurecer aquellas
partes frágiles de su alma, tuvo que madurar, tuvo que elegir y cargar con las
consecuencias de sus decisiones, tuvo que elegir.
Y yo... yo sólo era una... espero... yo, yo no
era nada, ni siquiera una promesa, yo era la ilusión...
Siempre fui la ilusión que no podÃa tocar, la ilusión que endulzaba sus propias ilusiones, yo fui la traición, la promesa que no llega, la luz que no ilumina, que no da calor, la luz que sólo ves, contemplas, pero jamás puedes tocar, una estrella, eso fui en su cielo.
Y cuando al fin, pudo perseguir algo real, no perfecto, real, reaparecà pretendiendo una realidad que varias veces le habÃa demostrado ser... pasajera, irreal, como un fantasma del pasado que deambula y pasa, una brisa, o peor, una posibilidad imposible.
Asà que fue sabia, eligió ver lo real, eligió seguir con todas sus fuerzas tras una posibilidad, tras algo real, eligió ir tras su propia valentÃa, eligió vivir, no voltear, voltear, dudar, no dudar, como sea, pero seguir andando, seguir buscando, seguir intentando...
Pero esas son las sombras que en mi lado nunca pude percibir, quizá fueron las partes de su ser que egoÃstamente elegà no mirar, partes de su alma que elegà no reconocer, porque era más cómodo simplemente dejarse caer que enfrentar un corazón con carácter, que no teme elegir quemarse si ello le permite acercarse a la luz que tan desesperadamente necesita...
Yo, simplemente era un maldito egoÃsta que no podÃa concebir que las estrellas brillaran en otro cielo, tan sólo una piedra vacÃa, incapaz de moverse fieramente como aquella supuesta luna ilusoria hacÃa. Y es que la verdad, la luna ilusoria la cree yo, Lya simplemente fue una perseguidora de la luz.
Han pasado más de 12 años y hoy he vuelto a escribir de Lya.
Lo siento.
Supongo, notarás que, realmente nunca fui el héroe de esta historia, era Lya, yo sólo era la ilusión, Ja, yo era el tormento, la mala broma... Yo era la sombra. Yo era en última instancia la ilusión.
Oh, pero no te decepciones aún mi joven lector, porque la historia no termina allÃ, de hecho, en este punto de mi vida recién estaba comenzando y todo al final obró para bien. No fui una sombra para siempre, tal vez haya existido muchos años asÃ, pero tú que me conociste pudiste darte cuenta que cambié, y con el cambio vino la comprensión, y con la comprensión, vino mi propia redención. Y no me cuesta decir que aprendà de mis errores y aprendà también a enfrentar mis propios demonios, no sin lágrimas claro, pero perseguà mi propia luz, aquellos sueños que si eran para mÃ, y sabe Dios que luché, lucho y lucharé por ellos, en esta vida y las que vengan, lo haré, con mis fuerzas y sin ellas...
Para
mÃ, sólo tener la oportunidad de sostener una espada ya es mi bendición.
AsÃ
que, puedo decirlo?
Si,
si puedo... puedo arder!
Soy fulgor, puedo extender mis alas... soy libre.
Mi
querida Lya, ese IIkaryo de hace tantos años, si bien se volvió ilusión por
nunca acercarse, siempre te amará, no puedo cambiar el pasado. En ese pequeño espacio de mi eternidad
existe una Lya para un IIkaryo, una caminata en el atardecer y susurros en el
viento, siempre viviremos en ese breve momento de la existencia y allà entre
la brisa y arena, bajo un pacto secreto, siempre seremos una historia y una esperanza, un sueño y una ilusión, un suspiro... y una promesa.
Adiós!
mi mejor amiga!
Un par de años después de iniciar mi búsqueda conocà a esta señorita, la recuerdo bien.
Era una niña bonita, tranquila y amable como toda niña bonita puede ser, pero habÃa una sombra indescifrable en su mirada. Era delicada, elegante como una flor, pero a la vez... era hiriente, como un vidrio que no sabes cuan filoso es hasta que ves la sangre.
A veces mientras caminábamos juntos, yo intentaba descifrarla. TenÃa la impresión que Carlita era como una especie de bomba que podrÃa estallar en cualquier momento. Me pregunto si alguien más podÃa ver esa advertencia en sus ojos, oculta profundamente tras sus bellas facciones; aunque claro, sólo era una impresión mÃa.
Ellos sólo podÃan preguntar: ¿Quién era esa niña?, mientras que yo preguntaba: ¿Qué tiene esa niña? y el más desesperanzador: ¿Qué puedo hacer yo por ella?
Carlita vivÃa, estudiaba, tenÃa amigas, jugaba, sonreÃa, atendÃa la clase, hacÃa sus tareas y caminaba a casa como una niña normal, y a veces en esas caminatas estaba yo también.
Carla era mi amiga por 2 razones muy particulares, su mamá trabajaba en mi casa, asà que Carlita era algo asà como una especie de prima con la que juegas y caminas a todo lado, colegio a casa, casa a colegio. Y la segunda razón era porque simplemente me gustaba y querÃa caminar con ella. Pero como dije al inicio de la historia, Carlita ocultaba algo en su semblante, como si algo estuviera fuera de su alcance, como si le hubieran quitado algo.
"Carla no tiene papá", fue lo que escuché de mi mamá cuando pregunté por ella.
Según parece, su papá habÃa desaparecido años atrás, cuando aún era pequeña y no habÃa vuelto. Y la verdad... ese sólo conocimiento se volvió un muro entre nosotros, pues yo no sabÃa qué decirle y según recuerdo, ella resentÃa esa carencia cada vez que iba a mi casa. Y sin querer y sin darme cuenta, me fui volviendo a ojos de la propia Carlita en algo molesto, algo que la herÃa y aunque estoy seguro no podÃa explicarlo, seguÃa hiriéndola.
Jamás me habÃa visto como "alguien afortunado" por tener a mis padres conmigo, yo simplemente pensaba que era normal, pero conocerla me hizo entender que en realidad era una bendición y que algunas familias tristemente están rotas. Y confieso que, aunque le pregunté en varias oportunidades (siempre yo tan empático), nunca me dio una respuesta completa, eludÃa el tema.
Hasta que un dÃa, harta de mi insistencia, me dijo que él, su papá, se habÃa ido y las habÃa abandonado. Esa tarde caminamos en silencio, no supe qué decir y me arrepentà profundamente de haber querido saber. No recuerdo por qué hice algo tan estúpido.
Luego de ello pasó un tiempo hasta que pudimos volver a ser amigos, nuestras caminatas antes risueñas, se volvieron frÃas y silenciosas. Recuerdo seguirla en silencio, a cierta distancia, como dos desconocidos que simplemente iban en la misma dirección. Pero un dÃa me dijo que extrañaba poder caminar y hablar de cualquiera cosa, extrañaba que siempre la hiciera reÃr y ser amigos. Esa misma tarde le volvà a pedir perdón, tomé su mano y caminamos asà hasta llegar a casa.
Me gusta pensar que ayudé en algo a esta pequeña, pero la verdad es que, para ella, yo sólo era un amiguito, ella no necesitaba un amiguito, ella necesitaba un papá y no cualquiera, sino a su propio papá... Qué no hubiera dado por traerlo de vuelta, obligarlo a ver lo que habÃa hecho, hacerle entender lo importante que era su presencia/ausencia en la vida de mi amiga, qué no hubiera dado por sanar su corazón, pero para empezar era algo imposible para mi.
Sólo Dios sabe cómo habrÃa sido una historia entre nosotros, una historia feliz espero decir, dónde ambos seguÃamos un camino de vida juntos hasta que al final nos encontrásemos con el mismÃsimo creador. HabrÃa sido una historia idÃlica tal vez, pero era una historia que para empezar no podÃa despegar pues le faltaba lo esencial, habÃa un amor diferente entre los dos, nos habÃamos vuelto hermanos. Asà pues, esta se convirtió en la historia de un falso despegue o quizá, ni siquiera habÃa avión.
Y bueno, pasó el tiempo y terminó aquella etapa escolar, su mamá dejó de trabajar en mi casa y un dÃa Carlita fue trasladada a otro colegio, dejamos de frecuentarnos, era imposible que pudiéramos caminar juntos otra vez y asà como cuando dos personas se despiden, cada uno siguió un camino diferente, desconocido, misterioso, sorpresivo, expectante, qué encontrarÃamos pasos adelante, qué puertas se abrirán, que cosas verÃamos y que escucharÃamos... Sólo podÃamos descubrirlo andando y sorprendentemente, no quisimos voltear, sólo andar. Supongo que algunas veces lo mejor que podemos hacer es seguir andando, las heridas, las tristezas, no se mueven, pero nosotros no estamos atados a ellas, o no deberÃa ser asÃ, por eso sufrimos y por eso cada quien busca seguir avanzando, a veces con dolor, a veces con ilusión y a veces también, porque es necesario.
Johana era risueña, siempre rodeada de amigas, imagino que como toda adolescente tenÃa sus problemas y batallas, y debo decir que, si los tenÃa, no se notaba. Su jovialidad y chispa eran su marca y su risa era caracterÃstica, ella sonreÃa con los ojos. Supongo que, al igual que yo, ella disfrutó su época escolar, los problemas insignificantes y los dÃas llenos de amigos.
Y recuerdo que en algún momento eso me resultó genuinamente atractivo, magnético, las sonrisas siempre serán magnéticas, la energÃa siempre será magnética, aunque uno diga que no, siempre será un sà y es simple en realidad, la luz siempre llamará la atención, no importa donde la pongas. Asà pues, habÃa una gracia especial en esa china chata sonriente.
Todo era tan familiar y bonito, que también era un problema, ¿cómo ser algo más?, ¿cómo decirle que quisiera ser parte de algo más especial? Era tan fácil de decir como difÃcil de hacer, pero ya lo habÃa planeado, sólo tenÃa que acercarme en el "momento indicado" y decirle... pero y qué le dirÃa, qué podrÃa salir de mà que pudiera invitarla a compartir una historia. ¿Era ella a quien estaba buscando? ¿Cómo saberlo bajo el velo de la distancia?, cómo descifrarlo cuando todo estaba escondido bajo un óleo de familiaridad, de amistad, de hermandad, de risas y diversión, cómo dar el salto sin estropearlo todo, cómo llegar al centro cuando ni siquiera habÃamos rozado la superficie...
Definitivamente eran demasiadas preguntas para una cabecita tan pequeña como la mÃa en mis 14 primaveras. Es simpático que cuando uno espera el momento indicado, este simplemente nunca llega, nunca aparece, nunca sucede, siempre pasa y no se detiene, pero no entendà esta verdad sino mucho tiempo después.
Y recuerdo que, en lo que esperaba aquel momento ideal, apareció Wendy y de la nada pasaron muchas cosas, cosas que en un primer momento no esperaba fueran a suceder y menos la propia Wendy, para más referencia ver la historia n.° 9, y en medio de esa historia Johana se transformó en algo asà como una guardiana, primero fue una amiga, luego fue un puente, un nexo, una cómplice, y en todo ese tiempo de cambios, ella seguÃa siendo la misma. Llegué a entender que se comportaba asà porque tanto yo como Wendy éramos sus preciados amigos y no querÃa que nos lastimáramos entre nosotros... Siempre me agradó ese cariño sincero.
Recuerdo que luego de mi primera historia con Wendy, que no terminó muy bien que digamos, me pregunté seriamente las razones del por qué no quise alcanzar a Johana? Era una cuestión difÃcil de contestar, me cuestioné si acaso no era lo suficientemente valiente como para arriesgarme? y me forcé a responder si acaso no valÃa la pena intentarlo? Aún si todo pudiera terminar entre llamas y nostalgia, no valÃa la pena el esfuerzo?
Pues sÃ, lo valÃa y honestamente me gustarÃa haberlo entendido antes, pero en ese momento, Johana se habÃa vuelto familia. No recuerdo si llegamos a conversar de este tema, creo que Johana eludÃa el tema a propósito, y hasta me aventurarÃa a decir que no querÃa que las cosas cambiaran... Cómo podrÃa culparla, habÃamos construido con los años algo entrañable y otras posibilidades podÃan ser intimidantes.
Pero un buen dÃa, mucho tiempo después de Wendy y del colegio incluso, al fin tuve una charla con Johana... Al fin pude sincerarme y exponer todo lo que quise decir en colegio, pero las cosas no salieron como yo esperaba. Recuerdo y espero equivocarme, que dijo que si lo hubiera intentado en colegio, tal vez hubiéramos podido encontrar una historia diferente, pero que ahora, ya no era el tiempo ni el lugar...
Esa respuesta, sinceramente me marcó, pues en aquella época, ciertamente no me lanzaba asà nomas a la piscina, quizá era por lo joven, quizá por lo inexperto, la cosa es que simplemente no me arriesgaba y ya lo habÃa escuchado antes. Eso mis queridos, me dolió, me dolió saber que mi indecisión, mi cobardÃa disfrazada de quietud y mi cómoda conformidad me habÃa arrebatado una historia que estaba seguro pudo haber sido especial, juré para mis adentros no volver a dudar cuando se presentara la oportunidad, y no estoy hablando meramente de cuando alguien te guste, sino de la vida misma, de lo que podemos alcanzar si somos valientes, si nos lanzamos, si nos arriesgamos, si simplemente cerramos los ojos a la evidencia y decidimos Creer! Si nos atrevemos a tener Fe y saltar... Si nos atrevemos a volar, si nos atrevemos a ser diferentes... Y lo gracioso es que, al oÃr esas palabras, torpemente intenté ser valiente, pero aún antes de siquiera levantar las alas, ya habÃa sido rechazado.
Conversamos entonces como lo que al final de cuentas éramos, conversamos como dos viejos amigos e intentamos seguir siendo nosotros mismos, total si ya no se podÃa hacer nada, al menos intentarÃamos comprender lo que habÃa sucedido, despejar las dudas y comprender nuestra propia estupidez. Confirmé lo que habÃa imaginado durante el colegio, que Johana en realidad si me rehuÃa, rehuÃa el tema, rehuÃa las señales, porque ella sabÃa que yo la miraba y en ese instante quedó tan claro como el agua que toda mujer percibe, sabe, nota y se da cuenta de su entorno. Además, si les toca algún mocoso superevidente y pavo como yo en aquel entonces, entender que pasaba era realmente fácil. Al final de aquella charla, medio sesión psicológica, medio desahogo, medio disculpa y medio epÃlogo, nos dimos las
manos como niños buenos y simplemente nos despedimos.
Asà pasó, cada uno habÃa seguido su
propio camino. Y asà llegó a su fin la
historia de Johana, una buena amiga, una bonita luz de ensueño en medio de una primavera estúpida e inexperta.
Un buen dÃa, pateando piedras en la calle, caà en cuenta que no habÃa un lugar al que realmente quisiera ir, y como no tenÃa un destino fijo, decidà que cualquier camino podrÃa llevarme.
Asà que anduve hasta un parquecito que hay en la plaza Yanahuara de Arequipa, bonito y muy turÃstico.
Caminé hasta encontrar una banca a la sombra, donde simplemente me senté/desplomé y comencé sin querer a contemplar mi alrededor, las personas iban y venÃan, turistas, vendedores, escolares, todos admirando el paisaje, artesanÃas y sólo unos cuantos, normalmente adultos mayores, sentados en las bancas, masticando algún recuerdo o ejerciendo sabidurÃa en privado, como suelen hacer casi todos en este punto de la vida.
Pero yo, tenÃa una idea fija que aún no podÃa descifrar, habÃa orado y ayunado por 2 dÃas y aún no tenÃa una clara respuesta a mi pregunta. Asà que continué buscando, abriendo mucho los ojos, oÃdos y disponiendo todos mis sentidos. Era consciente que habÃa una respuesta, sólo que aún no la habÃa percibido. Miré mi reloj y comprendà que tenÃa tiempo, no podÃa volver a mi oficina cuando todavÃa estuvieran todos almorzando, simplemente serÃa muy tentador tirar el ayuno al olvido y además tendrÃa que explicar la razón de porque yo, un compañerito de oficina normal, no comÃa ni llevaba comida alguna. Y como no me apetecÃa explicar nada, porque seriamente no tenÃa que darle explicaciones a nadie, decidà salir a andar por ahÃ, a veces lejos, a veces no tan lejos, con la esperanza de mantener una comunicación silenciosa con aquel que tiene todas las respuestas a mis preguntas, y estaba totalmente decidido a escuchar una respuesta para mi. Era vital, era importante y era urgente.
Aquel dÃa quise aire fresco, "refrescar las ideas" como decÃa mi papá, y recuerdo que buscaba un lugar con brisa y me encontré andando hasta una fresca banquita de madera en un pasaje no muy transitado, querÃa estar moderadamente solo y a la vez ligeramente acompañado. Estuve todo el camino preguntando si aquella chica, que despertaba sentimientos y revivÃa pensamientos, era la que habÃa estado buscando durante tantos años. Necesitaba saber si era la indicada.
Pero sabes, esto ya lo habÃa hecho antes, me nacÃan sentimientos y yo los ofrendaba y ahà terminaba el asunto, todas las veces. Pero con esta señorita, pasaba algo distinto pues lograba despertar nuevos sentimientos, sentimientos que habÃa sellado bajo llave al resguardo de Dios mismo. Yo le dije al Señor que, mientras no apareciera la indicada, no estarÃa dispuesto a seguir enamorándome, ni pensar en nadie más, asà que simplemente dejé de fijarme en las chicas, intencionalmente estaba cuidando mi corazón, y cuando aparecÃan estos sentimientos, por que soy humano después de todo, pues los ofrendaba, y mi petición al respecto era sumamente especÃfica. Si eran sentimientos reales destinados a crecer y tener un futuro, le pedÃa me los devolverÃa y sino, que el Señor se los quede y los guarde. Y fue asà durante un par de años. Estaba en paz.
Desde que decidà entregar esta área de mi vida, habÃa resuelto dejar de ser un cautivo, dejar de enamorarme como un jovencito cualquiera, preso de sentimientos que emergen y lentamente van a la nada o al desastre, arrastrándome. Mis últimas experiencias en este terreno me habÃan demostrado que, el limitado (y pobre) amor que yo podÃa entregar sólo encontrarÃa el desastre y no querÃa más historias de invierno en mi vida, pero quiero dejarlo claro, no me estaba privando de nada en realidad, seguÃa sintiendo y pensando como cualquier otra persona, la única diferencia es que ofrendaba esos sentimientos, porque entendà que salÃan de mi propio corazón, asà que no eran simplemente aire, tenÃan un valor porque yo tenÃa un valor, asà que decidà guardarlos para la indicada y no simplemente perderlos como volantes. Asà que decidà que el mejor lugar para guardar algo preciado era en las manos mismas del Señor, y no dudé, lo entregué todo, hasta que un buen dÃa, bueno, esos sentimientos comenzaron a volver.
Recuerdo que, sentado allÃ, disfrutando la brisa y sin mediar palabra, pues ya las habÃa dicho todas. Tan sólo esperaba una respuesta, que estaba seguro vendrÃa. Escuchaba los pajaritos, veÃa a las familias y me cuestionaba si algún dÃa estarÃa yo en la misma posición, de la mano de mi esposa y viendo correr a mis niños. Supongo que esa disposición fue una de las cosas que le agradó.
Cuando mi tiempo de almuerzo llegaba a su fin, simplemente me levanté y comencé mi lento, pero no penoso, retorno al trabajo, y la verdad, estaba cansado. Suele pasar que, cuando uno está ayunando de alimentos, tu cuerpo se debilita, te sientes cansado, como si le faltara energÃa. Aunque mi mente, estaba al 100%. Creo, me sentÃa en completo control de todas mis capacidades mentales y psicológicas; sin embargo, mi cuerpo, tenÃa un ligero retraso al reaccionar, lo sentÃa más lento de lo normal, como si tuviera que forzarlo a hacer las cosas, o quizá simplemente era más consciente del esfuerzo que demandaba caminar y otras situaciones corporales.
Al terminar el dÃa me fui salà del trabajo y comencé a alabar, querÃa agradecer las cosas que tenÃa y oraba por algo de dirección para aquellas cosas que si estaban a mi alcance... Lo simpático del asunto es que Dios, cuando te responde, te manda diversos adjuntos, me fue diciendo muchas más cosas de las que yo preguntaba, y todas eran... bueno, revelaciones en si, algunas duras, algunas sumamente evidentes pero que yo en mi estúpido apuro por vivir, habÃa pasado totalmente por alto. Asà pues, me tomé mi tiempo para tomar las notas y medidas correctivas necesarias.
Y entonces, al amanecer del tercer dÃa finalmente obtuve mi respuesta. Pero curiosamente, mi lado escéptico quiso imponerse y muy a mi manera cuestioné la respuesta. Cogà mis apuntes y encontré una promesa para ese dÃa... la promesa decÃa: "yo no miento, ni soy hijo de hombre para mentir o arrepentirme de lo que te he dicho", y sinceramente fue uno de esos momentos en los que se te dice con total claridad algo y que aceptas aunque con algo de recelo, fue mi primer momento "okey". Pero lo reconozco, mi tozudez aún latÃa en mis pensamientos, asà que terminé de alistarme para el trabajo y salà a la frÃa calle, como no tenÃa que tomar desayuno tenÃa tiempo de sobra, asà que compré agua y tomé una combi que me llevarÃa a mi trabajo, durante el viaje puse radio en mi celular y comencé a escuchar una radio local que casualmente el locutor dijo algo asà como: "Y este es el mensaje que tengo para ti al dÃa de hoy: yo no miento, ni soy hijo de hombre para mentir o arrepentirme de lo que te he dicho", y fue mi segundo momento "okey".
Bajé de la combi y llegué trabajo sin más sorpresas, pero durante la mañana haciendo mis tareas en silencio, recibà una notificación en mi correo personal y al verla desde mi celular encontré que era el devocional al que me habÃa suscrito y la promesa bÃblica para ese dÃa era, números 23:19, la misma que ya habÃa visto y oÃdo más de una vez aquel dÃa y que decÃa: "yo no miento, ni soy hijo de hombre para mentir o arrepentirme de lo que te he dicho". Y fue ahà cuando caà en cuenta de la gravedad del asunto, pues evidentemente pasaba algo, y caà en cuenta además que, no sólo me estaba respondiendo mi pregunta, sino que me estaban afirmando y reafirmando la respuesta.
Me gusta pensar que Dios no se molesta cuando seguimos preguntando sobre algo que Él ya contestó, seguramente encontrarás voces que digan cosas como: "eso es falta de fe" o "donde está tu fe hermano" y otras vainas cuasi-evangélicas, cada cual más o menos legalista y hasta apocalÃptica. Pero entiendo que un Dios personal es un padre y como tal busca la manera apropiada para acercarse a cada uno de sus hijos, incluso con los medio obstinados y que rayan la brutalidad, y es que cualquiera se distrae, si me dejo entender. Pero ahora que también soy papá, comprendo que se complace en recibirlos entre sus brazos, y que está más que dispuesto a responder toda inquietud de sus niños pequeños, siempre bajo la misma sonrisa, como lo harÃa un papá cualquiera y no sólo como un Dios Todopoderoso, que también es.
Entonces, volviendo al tema, tenÃa al fin mi respuesta (y varias otras más que no pedà pero que se incluyeron en el mismo paquete), tenÃa mi confirmación (y era incuestionable, no estaba loco ni me equivocaba), y ese hecho fue liberador, fue un momento de inusitada lucidez y paz. Aceptar la respuesta no me resultó nada difÃcil, pues me liberó e hizo algo más, pasó a ser parte de mi y ardió en mi interior, como cuando sabes las respuestas de un examen que estas rindiendo. Sinceramente, me habÃa enfocado tanto en mi respuesta que no me habÃa puesto a pensar sobre que es lo que harÃa a continuación... Asà que, cuando no sabes que hacer, pues, tienes que pedir guÃa y consejo, después de todo, en la multitud de consejeros está la victoria, asà pues busqué reunirme con el pastor de jóvenes, para hablar de lo que estaba pasando y de mis últimos descubrimientos...
Recuerdo que encontrarlo desocupado requerÃa bastante paciencia y tenacidad, pero tenÃa mi respuesta fuertemente aferrada y con esa seguridad fui delante del pastor para decirle: —Lo tengo! ahora ¿que sigue? —no tenÃa claro qué más pasarÃa pero habÃa superado el primer y más mortal enemigo de toda travesÃa, la duda. Estaba apuntando al blanco correcto y con esa certeza estaba listo para urdir planes de conquista, desplegar tropas, ganar territorios, levantar fortalezas, trabajar debilidades, etc. querÃa hacer las cosas bien, y estaba convencido que, por lo menos habÃa alguien que ya estaba dándome su apoyo y que quizá también se estaba gozando del asunto. Mucho tiempo después comprendà por qué habÃa tenido éxito, y fue porque primero habÃa ido con la actitud correcta, al lugar correcto a buscar respuestas, y como resultado habÃa determinado que ella era efectivamente la correcta. Quizá fue uno de mis momentos más reveladores, y recuerdo que me sentà poderoso, no porque tuviera poder alguno, sino porque alguien poderoso estaba de mi parte en esto, y no olvida ningún detalle.
El cielo éramos tu y yo,
y sin embargo, toda la distancia estuvo entre los dos.
Te amé pero no lo sabÃa,
no lo sabÃas,
no lo sabÃa nadie.
Dejaste grabado en lo profundo de mi espÃritu aquella presencia,
aquella sonrisa,
aquella pregunta.
Y yo, en angustiante duda,
te vi florecer para alcanzar una esperanza,
te vi partir en incertidumbre,
te vi partir de mi.
Valiente y sin ataduras.
Y te soñé, sabes?
Eras tu pero todo era diferente.
Ya no veÃa tu rostro.
Y quise tantas cosas que, simplemente no podrÃa negarlo.
Te busqué, pero ya no era el tiempo,
ya no eras esa persona, ni yo podrÃa ser aquella que buscabas.
Te compliqué, y quise complicarte todavÃa más.
Dolió verte caminar lejos de mi, lejos de nosotros,
dolió sentirme asà pero te admiré igual.
Te solté.
Te escribÃ.
Te soñé.
Te recordé,
y al fin de todo, pude sonreÃr,
no fue la sonrisa que quise, pero es la que puedo ofrecer.
Donde quiera que te lleven los cielos,
justo allà estuve yo!
en cada paisaje que pasa,
en cada callejón,
en cada espera,
justo allà estuvimos los dos!
Quizá no lo recuerdes,
pero tu estabas en mi y allà te quedaste.
Impresa en una poesÃa,
brillante, eterna, ajena,
sublime, tierna, incompleta.
Y de este lado del espejo,
aún te veo,
aún te siento.
Pero ahora, sólo soy una sombra,
un mero recuerdo, y quizá ni eso,
tan sólo una frase, y quizá ni eso,
tan sólo una brisa, y quizá ni eso.
No dudes tormenta, no dudes,
qué no podrÃa decirte,
qué no podrÃa dedicarte,
qué no podrÃa escribir entre lÃneas en la noche.
Pero qué podrÃa pasar?
si tan sólo somos dos poesÃas,
recordadas con nostalgia en un camino pedroso,
a la mitad de la costa, a comienzos de nuestro propio otoño,
a la mitad de la nada, a finales de un adiós.
Es vertiginoso, todas las decisiones se ponen a prueba y las respuestas que uno puede dar varÃan en base a su nivel de ansiedad y madurez. Asà de terrible es encontrarse con una chica bonita, especialmente si no estas preparado, si te agarra de sorpresa, no lo cuentas. A duras penas te enterarás que acabas de ser arrastrado por tu propio ser, sólo que más estúpido y temerario.
Sólo basta con que previamente haya llamado tu atención, de alguna manera, premeditada o no, y cuando te hable estarás indefectiblemente en la palma de sus manos, desnudo.
Acaso estas señoritas están, de alguna forma, entrenadas naturalmente para convertirte en don servicial o don atento? Viene en los genes? es conocimiento adquirido? Quizá un poco de ambos y realmente ellas no son el problema. Lo es uno.
Y en ocasiones, esos meros encuentros fortuitos y hasta caprichosos, te pueden arrancar de tu realidad, cual Dorothy arrastrada por un cruel torbellino para ser transportada a un mundo desconocido, que funciona bajo leyes totalmente inciertas y en el cual tu única esperanza es encontrar un artilugio, una razón, un camino que pueda llevarte a casa... claro, siempre y cuando estés dispuesto a volver.
El corazón, particularmente el de los jóvenes, principalmente el de los chicos, podrÃa ser algo sumamente delicado, el cual, si no recibe un adecuado cuidado, podrÃa ser violentamente mecido por las mareas de las emociones y eventualmente absorbido por las hambrientas vorágines de amores espontáneos, ufanos y fugaces.
No mi querido, no mi estimado, no hijo mÃo, no te recomiendo estos parajes salvajes, que yo mismo he transitado entre lunas, cuando no imaginaba la edad que ahora tengo ni mucho menos pretender enseñarle a quien está a punto de encontrarse con el mundo mismo.
Enamorarse y amar son cosas similares hasta cierto punto, pero son diferentes, el enamorarse implica una atracción, a veces tan violenta que parece un arrebato bÃblico, y a veces tan espontánea como un pequeño trébol que emerge entre los ladrillos en la acera. Y el amor, es la madurez de una promesa, es fuerza y aunque suene feo, es compromiso, es querer estar pase lo que pase, por el bien de otro.
Realmente no tienen que ser cosas que no puedan coexistir, pero tienes que entender que una cosa es una pequeña chispa, otra cosa es una brasa ardiente y otra muy distinta es un carbón encendido y los efectos de cada uno son totalmente diferentes. Te diré la verdad, no podemos evitar las chispas, a veces serás bañado en ellas, pero podemos a pesar de todo, guardar nuestro corazón. No tiene por qué ser difÃcil, la verdadera pregunta es: querrás hacerlo? porque sinceramente, es más fácil y hasta más divertido el simplemente dejarse llevar por la ola. Pero eso ya lo descubrirás, aprovecharé estos momentos para decirte brevemente que tienes que hacer si repentinamente te ves abordado por esas musas atrapa corazones.
Paso 1, primero que nada, no entres en pánico, normalmente son los peces que huyen del cardumen los primeros en ser devorados, asà que si te abordan estas emociones, tu tranquilo, eres humano, tiene que pasar, se tiene que sentir, es norma, pero no te asustes y tampoco te lances.
Paso 2, no seas estúpido, quiere decir, no hagas cosas estúpidas como intentar impresionar subiéndote a la baranda de un puente o hacer malabares con fuego, o intentar llamar la atención haciendo alguna clase de truco, que si bien podrÃas hacer bien, podrÃa resultar terriblemente mal. Principalmente te dirÃa, no te lastimes y obviamente eso implica no lastimar a otros por llamar la atención. Se dice por ahà que la primera impresión dice mucho de uno mismo, y es cierto, te juzgarán por lo que ellos puedan percibir con sus sentidos, sin importar cual sea tu justificación, excusa o intención, te juzgarán en base a sus propios códigos morales y razonamientos, no podemos hacer nada al respecto, pero esto no tiene que ser un problema, tu sé integro, sé real, sé tú. Si alguien se acerca a ti por lo que cree de ti, se quedará contigo por lo que realmente eres o huirá de ti en base a lo que encuentre. Asà que, vigila que es lo que estas poniendo en tu interior, eres una caja de agradables sorpresas o eres una bomba en potencia, tú lo defines. Nada de echarle la culpa a las circunstancias, padres, destino, capacidad adquisitiva u otros, eso son solamente circunstancias, el marco de un cuadro, es el contenido, pintado con decisiones y experiencias lo que le dará color a tu propia presentación. Creo que incluiré en el paso 2 el que no mientas, no engañes, no burles ni busques dañar, porque lo que uno siembra, indefectiblemente lo cosechará.
Paso 3, sé valiente, ánimo, nada digno de conquista se alcanza sin alguna clase de lucha. El campo de batalla será variado, pero tú todavÃa puedes ser el amo de ti mismo, no te entregues al miedo, si sientas que no estas preparado para una lucha en particular, busca consejeros, en la multitud de consejeros se encuentra la victoria, pero busca personas que realmente puedan darte un consejo que sume. Hay luchas y luchas, debes interpretar correctamente en cuales puedes obtener victoria y en cuales debes retirarte, no tienes que luchar en todas. Y con esto me refiero a que no tienes que perseguir a cuanta jovencita se atraviese en tu camino, la mayorÃa de las veces no estarán allà a propósito, ni mucho menos buscarán coquetear, son jovencitas, están creciendo, aprendiendo, lo harán de todas formas, a veces inconscientemente y a veces también a propósito, descubrirlo te puede costar, y yo te sugerirÃa que en la quietud de la distancia observes que tipo es el que tienes en frente. Por qué puede darse el caso de que te estés enfrentando a un dragón que ya ha devorado a otros caballeros con todo y caballo, y que ahora esté buscando su próxima vÃctima, podrÃa pasar... y aquà viene el consejo difÃcil, mantén la cabeza frÃa! Es imposible dejar de sentir, o pensar en ciertas situaciones/cosas, pero como dirÃa un muy amigo mÃo, no podemos evitar que las aves vuelen sobre tu cabeza, pero podemos evitar que hagan su nido en ella.
Paso 4, te va a parecer raro, pero hay un plan, un propósito para cada cosa y por supuesto, hay un planeador, un orquestador, alguien que ha hilado todas las casualidades y también, alguien que ha visto todas las consecuencias. El camino de la vida te lleva a aprender tarde que sucesos en tu vida se convertirán en recuerdos, experiencias y la manera en que reaccionamos a ellas impactará en tu carácter, asà que tienes que fundamentar tu carácter en base a principios, tus principios serán tu norte y aunque la tormenta de la vida te zarandee, si persigues un buen principio, cual estrella en el firmamento, entonces indefectiblemente encontrarás el camino, el retorno, la manera. Sobra decir que ese principio son las verdades y esas verdades, créeme o no, vienen de Dios mismo y si quieres saber que dice, tendrás que tener una relación con él, una relación requiere tiempo e implica pasar deliberadamente tiempo con una persona para poder conocerla. Conocer a Dios implica tener una relación con él y esto te dará claridad, marcará lÃmites (que si pasas terminarás lastimándote), te abrirá los ojos y a pesar de las tormentas, te dará paz. Asà todo salga mal, te dará paz, al menos a mà me la dio y me la sigue dando sabes? Yo sigo andando por el mismo camino en este mundo mortal y esas verdades que metà en mi corazón adrede, salen de allà mismo cuando las necesito y en la mayorÃa de los casos constituyen verdades a las que puedo recurrir, como una caja de gadgets que puedo tomar.
Paso 5, El amor verdadero espera, el real, el genuino, el que realmente anhelas,
el que mereces, ese, ese espera. No se trata de encontrar una persona especial
para ti, tardé años en comprender esto, se trata de estar listo para que cuando
llegue "la persona especial" y puedan tener una historia juntos.
Aquà la
pregunta es, ¿Eres aquel que ella está esperando, o eres uno más del montón? Es
fácil identificar al montón, es el que hace, se comporta, busca y anhela lo que
hacen todos los demás, asà sin más. Y déjame decirte, que el montón es
estúpido. Yo sólo soy un pedazo de espÃritu impreso en finas letras, publicado
en un medio digital, tú decides si hacerme caso o no, no te puedo obligar ni
mucho menos tomar decisiones por ti. Es, al final de cuentas, tu camino, no
mÃo, yo sólo te estoy compartiendo algunas cosas que he aprendido con la
esperanza que puedas tomar algo de ellas, yo sólo te estoy intentando orientar
a que tomes el mejor camino, el que creo, podrÃa brindarte más de lo que
esperas, lo que realmente mereces.
Recuerdo que con Wendy, descubrimos mucho sobre pasión. Haciendo un
resumen de todo lo vivido, puedo decir que estábamos aprendiendo cosas para las
que aún no estábamos preparados, pero también debo decir que no nos importaba.
Recuerdo que absolutamente todo era emocionante, aparte de nuevo y exótico,
éramos 2 jóvenes conociendo la pasión, la aventura y el riesgo, pero no me
malinterpretes, no estoy diciendo nada pornográfico, sólo estoy mencionando que
el encontrar a alguien a quien pudiera besar, aún si era a escondidas, era
emocionante y si a esto le sumas que nuestra relación era verdaderamente a escondidas, pues,
tenÃa doble emoción, era una doble apuesta, no sabÃamos exactamente si Ãbamos a
ganar algo, pero querÃamos estar allà en esta suerte de aventura ilÃcita colegial amorosa.
Recuerdo los besos, realmente no te enseñan a dar besos en ningún lado, es algo
que aprendes por experiencia. En mi caso, aprendà a besar con mi primera
enamorada obviamente, pero eran besos normales, de pelÃculas dramáticas, aquellos de corte romántico que
suelen aparecer en telenovelas mexicanas, aquellos que podrÃan catalogarse, si
es pueden catalogarse, de nivel pasional 1, besos cortos, suaves, rápidos, la
intensión era lograr el contacto. Y luego estaban los besos que nos
dábamos con Wendy, eran una evolución del beso francés, una mezcla bizarra
del romanticismo francés y el más franco canibalismo tribal.
Era como si, de alguna manera, el uno al otro intentáramos devorarnos
mutuamente, en una feroz vorágine de labios, lengua y saliva. Hoy me causa
gracia, pero en aquel tiempo, no sé, no sé por qué nos besábamos asÃ. Ni
siquiera sé cómo empezamos a besarnos asÃ, con tirabuzón. Era como si nuestras
lenguas, desataran la más extraña pelea de zumo de la historia, buscando una
supremacÃa pocas veces vista, a veces ganaba yo, a veces ganaba ella. Éramos un par de babosos. Casi, casi como si estuviéramos empujando
los lÃmites del concepto beso, forzando su evolución hacia algo más.
Pero bueno, asà estaban las cosas, Wendy y yo desarrollamos una relación de
enamorados de colegio, pero su familia no estaba totalmente enterada, su padre querÃa que
ella estudiara y sólo se enfocará en sus estudios, o al menos eso me decÃa
Wendy. Quizá y tenÃa vergüenza, quizá éramos demasiado niños como para socializar
una decisión mutua, en fin, nunca lo supe.
Lo que si supe es que, el trance de tener una relación a escondidas, ser un
amigo más, escaparme para poder encontrarla, encontrarnos en privado, llegar
tarde a casa luego del colegio, se convirtió en parte de mis dÃas y acompañó
unos buenos años de mi etapa escolar, y debo decir que, era excitante.
Nada te emociona más, que el saber que estás haciendo algo que no se puede
hacer, o que no se debe. Independientemente de si estés haciendo algo bien o terriblemente
mal. En nuestro caso, siendo algo condescendiente, te diré que éramos dos mocosos descubriendo
y experimentando, al menos para mà lo fue asÃ. Esta demás decir que, no querÃa
aprovecharme de ella, no era mi intención como imagino podrÃa ser la intención inicial y básica de cualquier mocoso en una relación amorosa. Pero llegados al momento en que estábamos solos,
lejos de la supervisión y reglas de la sociedad, lejos de los lÃmites morales
que la sociedad civil ordenaba a cada uno de sus integrantes, pues, las cosas
se relajaban un poco.
Se relajan un poco en que, podÃamos hacer lo que quisiéramos, tenÃamos el
espacio y tiempo, asà que nos dedicamos a amarnos, o a intentar amarnos, claro
que, no pasamos de besos y abrazos, uno que otro toqueteo indecente, pero nada
serio o de que tuviéramos que preocuparnos 9 meses después.
Desarrollamos nuestra relación en el colegio, era lindo saber que le gustabas a
alguien o que alguien quisiera estar a tu lado, te hincha el pecho, te eleva la
confianza al 200% y finalmente, como todo enamorado, te hace medio, sino un total, idiota. No me malinterpreten, no está mal enamorarse, no digo eso, sólo digo que al enamorarse uno corre severo
riesgo de perder perspectiva y en consecuencia, tomar decisiones poco acertadas,
todo en pro de un único momento, de minutos incluso, de un único toque, de un
efÃmero contacto.
Supongo que eso es finalmente lo que anhelan las almas cuando entran en una
relación, un contacto. Lastimosamente, la mayorÃa de personas confunden el
encontrar este nexo con tener relaciones sexuales, y tarde comprenden que, no
es asà y nunca será asÃ.
Wendy, como mencioné alguna vez, era una chica bonita, inteligente, despierta y
algo pÃcara, habÃa algo en su mirada que me lo decÃa y habÃa algo en sus susurros
que tocaban hábilmente ciertos hilos en las profundidades de mi alma. Estaba
encantado, enamorado, templado, cautivado... atrapado.
Recuerdo que siempre buscaba impresionarla, llamar su atención con algún
chiste, alguna respuesta ingeniosa, una respuesta correcta a preguntas del
profesor, llamar la atención. Irónicamente, ella no era la única que se
enteraba de mis intentos, sino todo el salón. Es como si tuvieras una mancha en
la frente, tú no te de das cuenta, puedes entenderlo y quizá hasta actuar al
respecto, pero no puedes verlo y menos en su real dimensión. Para Wendy, supongo que le
parecÃa gracioso y aunque no lo crean, este comportamiento, de alguna forma, llamaba su atención. Asà que
señores, di en el clavo intentando impresionarla, porque sorprendentemente lo
conseguÃa.
En el colegio, nuestra relación era un secreto a voces, la gente pensaba que nos gustábamos y que
habÃa algo allÃ, pero no sabÃan que en realidad, ya tenÃamos una relación y asÃ
estuvimos un tiempito, hasta que un dÃa, finalmente nos tomamos de la mano.
Recuerdo que hasta los besos eran fortuitos y fugaces, besos de ninja. Al salir
de colegio, salÃamos en grupo y nosotros salÃamos con Johana y mi fiel amigo "Chichu", que años después subió de peso y se convirtió en "Salchichu", y caminábamos por ahÃ, y cuando no habÃa nadie mirando, nos dábamos un beso, pequeño, fugaz. Un par de veces, entramos en un mercado del camino y entre los callejones nos
besábamos, hasta que claro, uno de nuestros amigos nos jalaba y nos separábamos.
Johana solÃa ser la "guardiana" de Wendy, vigilaba que no hubiera chismosos y que
no nos metiéramos en problemas, también nos cuidaba de chocarnos o estrellarnos
por andar besándonos sin mirar por dónde Ãbamos. Y Chichu... también nos
cuidaba, a su manera claro, creo que para él era divertido andar con nosotros, él era la
distracción si es que alguien miraba, en fin, eran sin duda, buenos amigos.
Olvidamos con el tiempo... Y con el tiempo correcto, recordamos.
Ella no era un pan de Dios, también habÃa algo peligroso en su mirada y la
inmadurez de ciertas actitudes me hizo pasar algunos malos momentos, como
cuando su coqueta actitud llevó a ilusionar a otro compañero de clases y terminamos
compitiendo por quien era mejor que el otro, todo esto frente a su pasividad
infantil. Le divertÃa, nunca dijo nada, sólo dejaba que las cosas pasaran y lo recuerdo bien, esto me
molestaba y mucho. Ese doble ánimo, detestaba profundamente ese doble juego.
Me lo dijo su mirada, no serÃa fácil, y quizá hasta imposible. Tener una
relación con esta señorita no era lo que yo habÃa soñado, no era lo que yo, en lo profundo de mi alma anhelaba desesperadamente. Quizá no lo aceptaba porque estaba enamorado, pero poco a poco esa realidad me iba abarcando.
Recuerdo que en algunas oportunidades ella simplemente me golpeaba espontáneamente, claro que no eran golpes duros o hirientes, pero tenÃa esos arranques, como si un disgusto en el aire le hiciera ver que yo
no era lo que estaba esperando y que en el colmo de su frustración tuviera que
contentarse con lo que tenÃa al costado. Y déjame decirte mi estimado que, este pensamiento, no era bonito, no
era placentero y definitivamente, no era lo que yo querÃa.
Sobra decir que yo no era precisamente el más maduro, inteligente o perceptivo
de los jóvenes, a mis 14 años recién empezaba a adentrarme en el escabroso
y misterioso mundo de la psyche femenina, y debo confesar que nunca terminé de
entenderla a totalidad, pero si entendà esto, que esas pequeñas actitudes,
respuestas y maneras, no me agradaban, y poco a poco se iba cimentando el fin de
nuestra historia... Por eso no me representó mucho esfuerzo decir adiós a la
primera oportunidad que tuve.
Bueno, no era precisamente elegante, maduro o como quieras llamarlo, pero era
algo que decidà afrontar, cuya responsabilidad y consecuencias estaba
dispuesto a pagar.
TodavÃa creo que fue la mejor decisión, y todavÃa creo que debà haberlo hecho un poco
antes, después de todo, Wendy, con defectos o sin ellos, era una señorita y
merecÃa, fue mi plan durante toda nuestra relación, todo el honor que
pudiera brindarle mi muy escuálida masculinidad.
Cierro los ojos y me vienen a la mente escenas de fiestas, donde rodeados de
amigos y de euforia juvenil, bailando en cÃrculos, sudando como maratonista,
se despertaban ilusiones en mi corazón y los sueños de un contacto se alzaban
libres entre saltos y canciones de rock.
No me arrepiento de lo que hoy son
recuerdos que nadie puede borrar, hoy los veo con nuevos ojos, añejos de
vivencias, aún ilusos, aún buscando en la distancia, aun sorprendiéndome de los
caminos que transcurrió mi alma en los novatos años de mi mocedad.
Y finalmente, cayendo la noche, a la mitad de un callejón, a escondidas y
tomados de las manos, buscando una mirada, una sonrisa, confieso que mi corazón
latÃa a mil por hora, y confieso además que, creÃa era feliz. Asà pues, puedo mirar al abismo con una sonrisa, y cuando llegue el tiempo, podré
decir que vivà y aún vivo allÃ, en un recuerdo de mi mente, eternamente.
Cuando entré a primaria, mi búsqueda por aquella, la única y especial, iba cobrando forma y propósito, la verdad es que, no estaba seguro del todo sobre qué es lo que buscaba, sólo sabÃa que era alguien y que quizá podrÃa estar por allÃ, esperando que la encuentre. No estaba seguro si esta aspiración de encontrar a la ideal también fuera un sueño pre-instalado en la cabecita de otros jovencitos de mi edad, y como no estaba seguro, pues no lo compartà con nadie, era mi secreto.
Cualquiera podrÃa mirar por ahà y decir, mira, ahà va un chibolo cabezón, tÃpico mocoso como cualquier otro. Seguro que corre a su casa a ver supercampeones u otro dibujito y lo cierto es que esta observación, si bien algo general, podrÃa abarcar sin ningún problema al 80% de los jovencitos entre 7 y 11 años, al menos en la época en que tuve esa edad, era asÃ. Incluso podrÃan adivinar que se trataba de un chibolo enamoradizo, y razones no les faltarÃan para poder señalarme con nombre y apellido, pero ninguno podrÃa decir que yo iba por ahà a loco, coqueteando con cuanta señorita se me pusiera en frente, pues nunca fue asÃ... creo. Mi actitud hacÃa todas y cada una de las señoritas que me interesaron siempre fue absolutamente reservada, tanto asà que, ni ellas mismas se daban cuenta que eran objeto de mi afecto... creo.
En mi cabecita pre-puber, la indicada verÃa las pequeñas pistas, los pequeños favoritismos y de alguna manera reaccionarÃa a semejante llamado, podrÃamos acercarnos y comenzar nuestra historia. Lo curioso es que quizá la mayorÃa de estas señoritas si se daban cuenta de algo, pero luego era olÃmpicamente choteado y acomodado en el cajón friendzone, que dicho sea de paso aún no era conocido como tal. Y confieso que ese era uno de mis más grandes temores, encontrarla y que me diga algo como "José, sólo te veo como un amigo, sigamos siendo amigos si". Gracias a Dios nunca me... No!, espera, si me pasó! Escuché esas palabras! y otras peores, pero esa es otra historia y espero con tiempo poder dejarla por escrito un dÃa de estos.
En muchas maneras, la vida de un colegial de primaria de clase media, no era nada complicada, sólo tenÃas que ir a clases, hacer tus tareas, comer tu comida, hacer tus tareas, portarte bien, hacer tus tareas y ya. Era lo mÃnimo que podÃas hacer si no te tocaba trabajar, por lo menos deberÃas/podrÃas obtener buenas notas. Pero secretamente habÃa una asignatura en la que, según mi propia opinión, tenÃa muy bajas calificaciones... era la asignatura de "Encuentre a la correcta - Principios Básicos", y es que si no aprendes los criterios básicos de esta materia, podrÃas convertirte en alguien que busca un inalcanzable o peor aún, encontrarla y no darte cuenta de ello.
Pero qué criterios básicos podrÃa definir una cabecita de 7, 8, 9 años, nada serio señores, y en lÃneas generales no tendrÃa nada de malo si no fuera porque personalmente me lo habÃa asignado como propósito de vida, totalmente lejos de obtener un trabajo, completamente extrañado de formar una familia, nada de eso siquiera estaba mapeado en mi radar mental... nada!. Sólo encontrarla, a ella, la ideal, la única, la luna misma! TodavÃa me cuestiono por qué, de todas las cosas que uno podÃa perseguir, decidà perseguir un ideal... Hay quienes se aventuran a conjeturar hipótesis relacionadas con la razón de esta búsqueda, unos citan los instintos primarios, otros la búsqueda de reconocimiento, autodescubrimiento, validación del ego, aceptación social o el simple atractivo sexual. Pero déjenme decirles que, en mi caso yo no iba por ninguno de estos caminos, simplemente me percibÃa incompleto y buscaba a aquella doncella especial que tenÃa la otra parte de mi alma... nada más. Y sobra decir que, estaba ferozmente dispuesto a encontrarla, pase lo que pase y suceda lo que suceda, aunque tenga que buscar incansablemente. Estaba decidido, lo harÃa y según recuerdo varios post de este blog pueden dar cuenta que continué con aquella costosa búsqueda.
Recuerdo que en esa época con el descubrimiento de las nuevas cosas, habilidades, capacidades, venÃa también una serie de nuevas emociones, era casi como tener gadget nuevo y descubrir que cosas podÃa y no podÃa hacer, cada dÃa era interesante en su propia manera y eso si era algo común en todos y cada uno de los chibolos que estudiaban y transpiraban las horas de clase, y me atreverÃa a decir que aún hoy, muchÃsimos años de terminada mi formación escolar sigo descubriendo los lÃmites y efectos de mis propios sentimientos y emociones. Lástima que en esa edad uno simplemente no tenga la serenidad para poder medir como afectan las emociones las decisiones que uno toma y por supuesto, que niño, aún en desarrollo podrÃa hacerlo... pero, asà es la vida y en el tren de aprendizaje me vi descubriéndome dÃa a dÃa y con ese descubrimiento, también venÃa solapado una mejor definición de lo que uno ansÃa encontrar y más o menos iba pensando que es lo que buscaba realmente, ya no estaba a lo loco, a lo que venga, sino que más o menos iba ajustando una búsqueda más precisa... con toda la precisión que se puede tener a los 7, 8 años de vida...
Y en un punto dado, dejé de ver a las señoritas y comencé a verme a mà mismo, sobre como me sentÃa, y descubrà que mis propias emociones eran un poco desordenadas e intensas. TendrÃa que aprender a dominarlas primero si pretendÃa utilizarlas de guÃa... Estaba equivocado, lo sé, pero diré que realmente nadie te enseña a enamorarte, y cuando te dan pautas, no toman en consideración tu propia realidad, quizá te den pistas genéricas aplicables a la mayorÃa, pero si eres un buscador en ciernes, pues... es insuficiente. Sin mencionar que tarde o temprano te das cuenta que tienes que buscar algo para ti y no para otros.
Pero bueno, volviendo al asunto de las señoritas, en el colegio sólo ves niñas lindas que van por ahà sonriendo, gritando, siendo ellas y uno que recién descubre que tiene emociones pues, es como si repentinamente estuvieras en una balacera y fueras impactado por una bala perdida, a veces hasta somos ametrallados! y cuando pasa algo indescriptible, como cuando una niña te dice: "Hola, me pasas mi borrador por favor" y te sonrÃe, pues... bang! headshoot!
Lo veo ahora en retrospectiva y no puedo evitar una sonrisa, éramos
niños! niños jugando a ser grandes, y quién podrÃa reprocharles algo, como si
no hubiese pasado por algo similar. El que esté libre de recuerdos que
tire la primera bola de papel!
Se llamaba Yerka, era una compañerita de mi salón, y allà estaba yo, enamorado.
Yerka no habÃa hecho nada más especial que respirar, sonreÃr e ir por ahà siendo una niña cualquiera. Ella no era el problema, era yo, me habÃa enamorado con el amor que un niño de 7 - 8 años puede tener, sólo que no sabÃa como expresarlo, jamás se me pasó por la mente decirle algo tan precipitado como "me gustas", hasta lo consideraba una especie de herejÃa que debÃa eliminarse con la mayor prontitud posible y luego fingir demencia. Estaba condenado a ser el tÃpico chiquillo enamorado que no sabe como hacerle saber a la señorita objeto de sus afectos que, bueno, estaba re-templado de ella. Asà que, en mi neófita cabecita pensaba dÃa a dÃa en cómo impresionarla, quizá con resultados en las pruebas y notas, pero eso no la impresionaba, sólo hacÃa que te etiqueten de "él sabe" y punto, asà que pensé que tal vez podrÃa ganarme su simpatÃa siendo simpático. Debo precisar que para mi, en esa época, ser simpático significaba ser buena gente, divertido, bueno, empático y otros valores similares. Asà que cuando jugábamos en recreo, porque aún salÃamos a jugar al recreo en aquellas épocas, digamos a las escondidas, pues, yo la beneficiaba permitiéndole "escapar", cuando jugábamos "lingo", yo saltaba más alto para no golpearla o ensuciarla siquiera.
Recuerdo que en ese afán de mostrarme impresionante, sin querer dibujé demasiado bien algunas tareas y me dieron un pequeño premio por buen dibujante. Sin embargo, me importaba muy poco ser reconocido por alguien que no fuera ella. El tiempo pasó, y nunca se enteró de que yo estaba enamorado de ella, y debo decir que, a pesar de mis esfuerzos, uno que otro compañerito si se enteró de este afecto mÃo... Felizmente en esta corta edad ya habÃa desarrollado mis habilidades de "hacerme el loco" casi profesionalmente y aparentemente todo el asunto quedó allà en el más recóndito secreto de mis recuerdos. Y aunque fuimos compañeros durante todo primaria, repentinamente caà en cuenta de que ya no me provocaba mariposas en el estómago y entendà que Yerka no era "Ella". Claro que, si me hubieran preguntado que caracterÃsticas tenÃa "Ella", yo simplemente no hubiera podido responder con detalles. Recuerdo que, irónicamente, cuando comencé a ver a Yerka como una amiga y no como una potencial pareja de vida, comencé a llevarme mejor con ella, se reÃa más y sinceramente me divertÃa más. Creo que el estar pretendiendo impresionar limitaba seriamente mis reales capacidades de simpatÃa. Y es ahà cuando caes en cuenta que aquel dicho "sé tu mismo" realmente podrÃa tener sentido. Yerka se convirtió en una amiguita más del salón, alguien con quien me llevaba bien y con quien estudie durante primaria, un interesante recuerdo de una búsqueda que aún estaba iniciando.
Recuerdo que mientras yo estaba en ese trance con Yerka, habÃa otra compañerita que sinceramente molestaba a más no poder, era como si tuviera alguna clase de manÃa conmigo, era la tÃpica mocosa linda por fuera pero que molesta y te hace querer alejarte lo más posible. A ella también la recuerdo bien, se llamaba Carolina, era una jovencita de pelo corto, chinita, que si la mirabas de lejitos podÃas pensar que era un pan de Dios llegado al mundo en una carroza de fuego, pero... al menos para mi, tras conocerla, querÃas huir, y huir rápidamente sin voltear la cabeza por temor a convertirte en sal o en piedra por su mirada. La cosa es que, esta otra señorita me molestaba a más no poder, en esa época no se le llamaba bullying, pero claramente era bullying, y del bueno. Lo que no entendÃa era la razón, por qué lo hacÃa?, por qué razón se metÃa en mis juegos?, por qué razón siempre querÃa resaltar y mandar?. Recuerdo que echaba por tierra mis más brillantes planes para impresionar a Yerka, y que normalmente terminábamos discutiendo. Para variar, con ella también estudié varios años de primara, hasta cuarto sino me equivoco, quinto y sexto se fue a otro salón, para mi alivio y paz mental, Y allà estaba yo, intentando impresionar por un lado y por el otro, intentando alejarme lo más posible de Carolina.
Recuerdo que en un par de oportunidades quise genuinamente entenderla, a lo mejor estaba haciendo algo que le molestaba y no lo sabÃa, asà que le pregunté directamente por qué lo hacÃa... sus respuestas no tenÃan sentido, al menos no uno que yo pudiera comprender, asà que concluà que era inútil razonar con ella y en consecuencia, decidà evitarla lo más posible. La táctica funcionaba bien en clases, donde por supuesto, era una alumna modelo, de esas con la que compites por saber quién es más inteligente o saca mejores notas... tal vez por ahà nacÃa nuestra rivalidad, porque, modestia aparte, yo tenÃa buenas notas. El tema era el recreo, donde ningún profesor vigilaba y casi a ningún auxiliar le importaba. Y en recreo, pues, mis prácticas usuales eran desaparecer completamente o camuflarme entre el alumnado, el colegio ofrecÃa múltiples pabellones donde uno podÃa simplemente desaparecer en la distancia. O permanecer acompañado, que era lo normal para todo niño, andar en grupo, jugar en grupo, salir de clases en grupo, ser castigados en grupo, todo en grupo, chicos con chicos y chicas con chicas.
En esta etapa uno tiende a tener su propio grupo de amiguitos y era inusual encontrar grupos mixtos... La razón? pues, me aventuro a pensar que porque todos los grupos tenÃan prioridades y gustos diferentes, además era más divertido quedarte con la gente que entendÃa tus chistes. Y asà podÃa sortear a Carolina y ya no representaba un problema real, a menos que quisiera acercarme a Yerka que, obviamente estaba en el grupo de las niñas, el mismo grupo donde estaba Carolina.
Recuerdo que, organizaba algo asà como competencias entre chicas y chicos, con el único propósito de tener una excusa para acercarme a Yerka e intentar impresionarla, aunque claro, todos esos esfuerzos a veces se topaban de bruces con Carolina y su mala vibra. Al menos se controlaba bastante cuando estaba con su grupo, sino se la hubiera pasado molestándome todo el rato.
Nunca consideré la posibilidad de que la melódica Carolina sintiera alguna clase de afecto a mi persona, ni que no supiera como gestionar apropiadamente sus emociones, ni que no supiera como acercarse. Tampoco consideré que podrÃa sentirse frustrada al intentar impresionar a un niño que siempre sacaba excelente en todas sus notas. Mucho menos imaginé que podrÃa causarle dolor el ver como aquel mismo niño desaparecÃa y se alejaba de ella adrede y que aunque se esforzara no lograba acercarse como querÃa. Tampoco imaginé que en realidad no tenÃa otra forma de llamar la atención y que a pesar de lo loco que pudiera sonar, no sabÃa realmente como comunicarse... Entendà todo esto el último dÃa de clases, la última vez que la vi, antes de navidad, cuando de pronto, al terminar las clases de la mañana, cuando habÃa sonado el timbre del recreo y todos se levantaban, ella se acercó y dijo:
—José... —con una voz tÃmida y hasta inocente. A lo que yo respondà con la alegrÃa de una lápida: —¿Qué? — frÃo y con impaciencia, sinceramente no esperaba nada bueno viniendo de ella.
Me miró un momento, con una mirada rara, no era la clásica ira contenida a la que estaba acostumbrado, era diferente y eso me alertó, cambió mi manera de mirarla, porque sabÃa que estaba lanzándole mi clásica mirada de "otra vez Carolina"
—José perdón, perdón por estar siempre molestándote, eres un buen chico.
—Ya, te perdono —no querÃa seguir este juego, si es que querÃa molestar querÃa que terminase pronto.
—No, de verdad, perdón —y luego sin más se fue con su grupito de amigas.
Seguà guardando mis cosas rápidamente para salir al recreo y la verdad, no pensé mucho en lo que acaba de suceder, pero me pareció rara y... sincera, por un momento pensé que habÃa cambiado y que hasta podrÃamos ser amigos. Era una posibilidad extraña, pero luego me convencà que era sólo una ilusión o quizá una nueva estratagema para molestar, después de todo, ya me habÃa sorprendido un par de oportunidades, asà que no esperé mucho, sólo que, me agradaba el cambio.
Al retornar del recreo noté su sitio vacÃo y al final del dÃa me enteré que se habÃa despedido de todas sus amiguitas, porque iba a viajar con su familia.
Asà que ese dÃa mientras me iba a casa iba descubriendo un aspecto totalmente nuevo de las relaciones entre personas, iba meditando e intentando descubrir realmente que habÃa querido decir Carolina... porque bueno, era la primera vez que hablaba con ella de esa forma y sin terminar en una discusión. Tardé muchos dÃas en entender y un par de años en comprender totalmente que habÃa pasado. Y la verdad, no la volvà a ver en muchÃsimos años, porque la cambiaron de colegio, pero me enteré por unos amigos que habÃa sido finalmente de ella y pensé que, si estábamos tranquilos asÃ, mejor seguir asÃ... TodavÃa habÃa un mundo por delante, dÃas y experiencias por vivir, y saben que, creo que terminé acercándome más a Carolina, que a la propia Yerka... Ja!
Y un dÃa cualquiera, al borde de una grada, a mitad de la calle, finalmente la encontré
Recuerdo que después de Lya, mientras deambulaba en la nada pensé que tal vez no merecÃa amar, después de todo, aquella a la que habÃa amado, o habÃa intentado hacerlo, con todo mi corazón resulto muy lastimada y aquella a la que querÃa amar, simplemente no reparaba mi existencia.
Asà que mientras me perdÃa en la apacible marea, pensé que tal vez nunca encontrarÃa a esa "alguien" especial que tanto tiempo habÃa perseguido entre letras y fantasÃas.
Sólo me quedaba mirar el cielo estrellado y pensar si alguna de esas estrellas podrÃa algún dÃa ser para mi, no veÃa un futuro posible y con ello en mente me perdÃ, lo recuerdo bien.
Pero las cosas pasaron y aunque decidà atesorar mi propio corazón, un buen dÃa me encontré volviendo a sentir, volviendo a sonreÃr a una posibilidad y le preguntaba al mismo Dios si esta vez era la correcta, y más aún, si esta vez, yo era el correcto. No querÃa repetir todos los errores del pasado, bastantes lágrimas habÃan terminado en la mar como para emprender otra mala historia. Recuerdo simplemente estar sentado en el pasto y pensar que tal vez, sólo tal vez, habrÃa una posibilidad.
Y allà estaba ella, sin buscarla, justo al frente.
Y para variar... inalcanzable.
Esta vez, no correrÃa como niño, habÃa madurado lo suficiente como para comprender mi posición y al acercarme, lo harÃa de pie, con pasos seguros, como hombre.
No mentiré, no estaba ansioso, a pesar que la búsqueda de toda una vida me sonreÃa a sólo unos pasos, y yo, deteniéndome, querÃa estar seguro. Estar seguro que esta vez serÃa diferente y que la historia que se contará tendrÃa un final diferente a los que fatalmente se habÃa escrito ya en mi pasado. Asà que fui a preguntarle a Dios mismo, como iba la cosa.
Lo curioso, es que no sólo me dijo que era ella, sino quien era Yo y quien debÃa ser yo, si querÃa seguir con esta empresa tenÃa que ser al más de lo que ya era y escribo con orgullo que yo acepté el reto, que no era el fin de una historia sino el comienzo de otras duras batallas, batallas de conquista.
Y hoy, tan sólo unos años después, los frutos de esta historia me miran y entre pasitos, entre dÃas, entre asombro, entre lecciones y sonrisas se siguen escribiendo.
Como cuando te das cuenta que has hecho algo terriblemente mal y no puedes terminar de imaginar todas las cosas que van a suceder a continuación.
Cuando algo tan severo impacta tu realidad, es imposible que no se produzca una marca en tu carácter, un antes y un después.
Cuando suceden una de estas cosas un vacÃo, casi insondable pero dolorosamente familiar al género humano, toca tu puerta y hace habitación en la parte más brillante de tu alma, oscureciendo tu mirada, carcomiendo esperanzas, destruyendo sueños, futuros, aspiraciones... Atrás muy lejos quedaron aquellas preocupaciones vanas, ideas, problemas minúsculos que el dÃa a dÃa carga a cuenta de uno, esas preocupaciones simplemente dejan de existir y de ser.
Es como oÃr un rumor insondable que se aproxima, a veces rápido, a veces lento, siempre cruel, siempre arrastrando de ti la vida, que instantes antes podÃas apreciar. Lejos queda el recuerdo de una normalidad ansiada, de paz.
Cuando golpean estas tormentas, no tendrás tiempo de pensar, menos razonar, tienes que actuar, cual tormenta real, porque en el peor de los casos lo será, y demandará tu vida, poder llegar a puerto seguro. No sé que decisión tomarás, podrÃas tener un ancla, pero eso implica quedarse en la tormenta hasta que termine, podrÃas tener un bote salvavidas, pero de igual forma quedarás a merced de la tempestad, podrÃas dejar que el viento te lleve, pero Dios sabe a que destinos te arrastrará, no permite sugerencias.
Cuando hayan tormentas, tienes, por difÃcil que parezca levantar la mirada y fijar un destino, encontrar una referencia y salir de allÃ. Si, quizá te cueste la vida, SÃ, quizá remes en cÃrculos, pero tienes que moverte, no sólo dejarte llevar, no sólo dejarte ir, tienes que obligarte y luchar, tienes que obligarte a encontrar una estrella, a seguir un camino, a remar a través de la propia tempestad, porque sólo asà se podrá contar una historia de los segundos que te toca vivir.
La pregunta, ahora que aún no llega la tormenta es, que clase de historia querrás que se cuente?
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