Te encuentras en la páginas de Blogsperu, los resultados son los ultimos contenidos del blog. Este es un archivo temporal y puede no representar el contenido actual del mismo.
Visite barrunto

Comparte esta página:


Fecha Publicación: 2022-11-23T18:54:00.002-08:00


Mi tía Cecilia siempre llevaba a mi tía Angelita a mis presentaciones. Entusiastas seguidoras de mis historias, me compraron mis libros y siempre les agradecí el apoyo. No tengo palabras que ofrecer.





Fecha Publicación: 2022-11-10T16:29:00.001-08:00

Fecha Publicación: 2022-11-10T13:09:00.001-08:00

Fecha Publicación: 2022-10-31T11:06:00.000-07:00

Ayer jugó Alianza y ganó en Matute con su gente. Pero en el camino, por la avenida Cuba, tres barristas blanquiazules fueron asesinados a balazos. Al parecer, las tres víctimas mortales carecían de antecedentes policiales por los cuales se le pueda atribuir un ajuste de cuentas. Lo cual no significa que dentro de este volúmen de fanáticos albergan delincuentes de todo tipo. Desde requisitoriados por violación sexual hasta sentenciados por secuestro y sicariato. Todos forman parte de una cultura marginal que se agrupa cada vez que juega Alianza Lima. La pasión los une, pero es una pasión insana, se intoxica de violencia y resentimiendo.
Yo escribí un cuento en el año 99 titulado Barrunto, inspirado en la muerte en Alianza Lima, en ese momento el capitán de Alianza Sandro Baylón murió en un trágico accidente en la Costa Verde. Ahí también había muerto en un accidente mi tío Cucurucho Rojas. Y antes, ya en el mar, pero en Ventanilla, todo el equipo había muerto en un accidente.
Entonces creí que era algo que podría identificar al Alianza Lima: la trágica muerte. 
Por eso cuando hice una fórmula narrativa con Barrunto se hizo tan sólida que ahora prevalece en tiempo, como si lo hubiese escrito ayer: un hincha de Alianza va a un clásico y no regresa. Como Sandro Baylón cuando salió expulsando en el último partido de su vida. O como Walter Oyarce que fue a alentar a su equipo en el lugar equivocado y fue aventado al vacío muriendo al instante. 
Yo pensaba que la muerte solo aparecía cuando pierde Alianza. Pero ayer ganó y campeonó. Y mientras todos celebraban el triunfo, se certificaba la muerte de tres hinchas baleados por una absurda trifulca.

Es una realidad que se da en todo el mundo, donde el fanatismo se involucra con el odio.

La semana pasada Alianza jugó de noche en Matute y fui solo en taxi. En el camino el conductor me dijo que él conocía La Victoria, porque ahí vivía la mamá de sus hijos y de ahí mismo venía. También me contó que en sus años adolescentes fue líder de una barra aliancista. Pero se tuvo que abrir. Como vio que yo bebía unas cervezas en lata entró en confianza y contó los motivos: 'le di vuelta a un huevón', me dijo.
Y mientras íbamos hacia el estadio me detalló como mató a un barrista de su propio equipo. Él no usaba pistola ni machete. Usaba cadena y cuando lo atacaron por atrás hizo una maniobra que anudó el cuello de su rival y lo descolgó de un puente. La asfixia fue fulminante. Pero su explicación fue más realista: 'se agarró el cuello pero dejó de moverse el conchesumadre'.
Luego vino un calvario porque se tuvo que 'borrar', anduvo escondido en casa de familiares hasta que ingresó al servicio militar y se plantó. No volvió a La Victoria en ocho años.Y ahora a sus hijos no les deja ponerse la camiseta, jamás. Por más amor que le tiene a la blanquiazul, no va a permitir que sus hijos sean barristas como él.

Cuando el cineasta Mauricio Franco me propuso en el año 2002 llevar Barrunto al cortometraje, no pensé que iba a tener tanta relevancia. El libro había salido hacía un año y algunos exabruptos míos en televisión hicieron llamar la atención. Para ese entonces, entre los convocados estaba el actor Emilran Cossío, que para ese entonces nunca había ido a un partido de fútbol. Interpretó a Juanjo, el hermano de Yimi, hijos de María, viuda y con problemas para llegar al mes. Son como Caín y Abel, uno representa el mal, el otro el bien. Pero se unen por dos cosas, el amor de una mujer y el partido Alianza U que define el campeonato nacional. Juanjo accede a ir al clásico con su hermano y uno de ellos muere.
El cortometraje Barrunto obtuvo en el 2004 el premio mejor cortometraje de ficción. Pero al tiempo, Emilran Cossio apareció en la serie Misterio, como un integrante de la barra de la U. Se fue a la U como Juan Reynoso en el 93 que dejó el club siendo el capitán, dejando un olor a traición.

Para el 2023 se estrenará Barrunto, la primera ópera salsa inspirada en fútbol. Escrita y dirigida por Herbert Corimanya. 


Fecha Publicación: 2022-10-28T07:17:00.001-07:00

Fecha Publicación: 2022-10-22T19:42:00.000-07:00

Fecha Publicación: 2022-10-16T07:16:00.001-07:00

Fecha Publicación: 2022-10-15T21:13:00.002-07:00




Los muertos me persiguen. Me hablan a través de sus deudos. Me piden que no los deje morir en la mente de la gente, que los lleve a un plano supremo que los aleje del olvido. Por ellos es que escribo y sigo emprendiendo, sacando libros, vendiéndolos yo mismo, haciendo entregas.

Me invitaron a presentar mi libro para emprendedores a Piura. Ya perdí el encanto de ser un barrunto, un degenerador de emociones con palabras. Por eso escribo para los que necesitan esperanza. Cambié el insulto por la frase motivadora. El bagre de una descripción malevola por un calificativo que anime la sonrisa, la luz de que las cosas cambian.

El avión a Piura llegó temprano, treinta minutos antes, pero en las estructuras estructuradas un impetuoso es un peligro andante. Al piloto no lo dejaron aterrizar por llegar temprano, y tuvimos que esperar una hora de más para bajar. Yo estaba acostumbrado, he viajado por tantas situaciones difíciles. He soportado horas de vuelo, altura, frío y llano. He pasado espasmo en la playa y delirio en un glaciar. No me quejo. El periodismo y la escritura me han dado la vida que he querido vivir.

Bajé del avión y a mi frío limeño me embargó una calurosa soledad. Mi apoteósico recibimiento se remitió a recoger mi maleta al último número. Cuando salí no había taxis porque había dado la una de la tarde y el sol no los deja trabajar ni estudiar, simplemente a esa hora no hay vida. Pero pasó un taxista que accedió a llevarme al hotel Inti, adonde me habían indicado debía ir como invitado.

Para sorpresa mía, el hotel Inti era uno de los mejores de la ciudad y quedaba cerca de la plaza de armas, donde se iba a realizar la feria del libro donde presentaría mi libro.

Para sorpresa de ellos, los cuarteleros del hotel, mi nombre no les sonaba en ninguna lista de invitados, ni estaban enterados de alguna feria del libro en Piura.

Llamé al número del hotel que me habían remitido y el hotel no era hotel sino hostal, hostal Inti, que estaba como a diez cuadras, al lado del cementerio.

Tomé la referencia y asumí valiente mi categoría de invitado clandestino. Y caminé bajó el sol arrastrando mis esperanzas en una maleta llena de libros y encargos para mi tía Gloria.

A mitad de camino me di cuenta que fue un error osarme a desafiar al sol piurano, y comencé a sufrir migrañas producto del calor y la luz punzante que me disparaban la cien.

Cuando llegué al cementerio aún guardaba la esperanza de encontrar un lugar bonito para escribir, si quiera para bañarme. En el camino me compré una lata de cerveza y comencé a equilibrar el sol y mis ideas. Pero el hostal Inti era un recinto de rojo y verde, como de navidad, donde la oscuridad invitaba a lo más perverso de la lujuria prostibular.

Lo seguí tomando a bien, necesitaba un baño. Cagar. Meterme el isopo. Lo mío, mi intimidad, pero las paredes rojas, la luz baja, el baño recién habilitado luego de un choque fugaz del amor al paso. Yo, un escritor consumado, consumido y consumidor. No podía soportarlo.

Pensé que el agua fría me haría entrar en razón y que debía soportar lo que dios me había dado, quise dejar entrar aire y abrí las cortinas, pero me empotré con las lápidas de un cementerio antiguo. Yo que venía de testear lo más hondo del sufrimiento mortal de mano de mis familiares que me contaban sus penas.

Temí dormir en un lugar donde me fueran a jalar los pies. Donde evoque a la muerte cuando lo que buscaba era vivir, sobrevivir.

Justo me topo con un cementerio cuando había tenido días dedicados a hablar de la muerte. Mi tía Cristina llegó a mi casa con Carla. Mi prima sigue lo que escribo y veo que disfruta escuchar pormenores de nuestro árbol ancestral. Yo no soy tan riguroso cuando investigo temas para escribir, pero veo que ella toma notas de las cosas que vinculan a nuestra familia, en Morropón, en Chulucanas, en Sullana donde nació mi mamá. Entonces mi mamá se pone a contar que su papá tiene más hijos que Bob Marley, 45 contabilizados, pero pueden ser más. Para la misa por su natalicio la invitaron y los hermanos 'buenos' la reconocieron de hermana mala a hermana buena. le dieron un cuadro y luego se olvidaron de ella. Mi mamá lo visitaba cuando era niña, iba a verlo en complicidad de su mejor amiga, la tía Eli.

Mi tía Cristina nos cuenta que fue a votar en contra de Castillo, pero se dio cuenta que le habían trafeado el voto. Le dijo a su nieta que la esperaba afuera del centro de votación, pero no le hizo caso, debían volver a casa porque su nieta tenía que salir con su enamorado.

Mi tía Cris quiso reclamar que su voto había sido manipulado en favor del comunismo que tanto temía. Pero no tenía fuerzas porque hacía nomás que su hijo mi primo Toño había muerto. Yo tenía presente a mi primo Toño porque días antes de morir de alguna manera lo hice sonreír y el cáncer al cerebro que lo estaba carcomiendo pasó a un segundo plano por un minuto. Fue cuando mi prima Carla le leyó un cuento mío y luego le mostró un video donde yo hablaba de tecnología. De alguna manera lo hizo sentir mejor. También le cantó la canción Cuando me fui de Cuba. Y lo dejaba dormir escuchando Depeche Mode. Cuando me fui de Cuba dejé enterrado mi corazón.



Para ir a Piura llamé a mi primo para que me haga el taxi al aeropuerto. Fuimos temprano mientras me iba contando los últimos días de Luchito.

Su hermano Luchito era esquizofrénico desde los veinticinco cuando tomó un ácido que le quemó el cerebro en los ochentas. Eso marcó su vida porque no volvió a tener un oficio conocido y porque cuando su papá murió, heredó la pensión de cesante como aviador. De eso vivían mi primo y su hermano Luchito. Pero la diabetes lo fue matando con los años. Cuando agonizaba ya no quisieron atenderlo en el hospital FAP y mi primo se peleó una vez más, como en los fines de semana que se trompea por ser barrista de la U contra los de alianza, contra los de Cristal, Muni o incluso entre los mismos cremas. Pero su hermano no pudo ganar el partido. De nada sirvió pegarle al enfermero, cachetear al doctor, decirle cagón conchetumadre. Igual le dije al doctor cuando mi abuela había muerto. No hay explicaciones y uno quiere encontrar los culpables inmediatos.



Durante las actividades de la feria del libro fuimos a un colegio emblemático donde estudian los mejores estudiantes del Perú. Y homenajearon a los escritores locales, pero una alumna un poco agresiva desafió que ninguno de los escritores podría hablar de nada si no han leído quién se ha robado mi queso.

Yo pensé que iba a tener mejor suerte, mi presentación era en el centro de la Plaza de Armas, pusieron sillas y armaron un estrado. Todo estaba listo para triunfar. Pero el sonido falló y el micro se apagó. Pensé que se iba a solucionar rápido, pero la presentación se tuvo que parar cinco veces. Los organizadores se acercaron a disculparse, pero ya el daño estaba hecho. Mi tía Gloria había ido con dos amigas que sumaban doscientos años, fueron temprano y se tomaron un helado en un café conocido de Piura. Se sentaron adelante. No había nadie más. Yo no sabía dónde meter la cara. Pero también debo aceptar que estoy acostumbrado al ridículo. Acabé rápido la presentación y nos fuimos a comer pollo a la brasa.

Durante la presentación del libro aproveché para hablar de uno de los artículos que aparecen en la publicación, que trata sobre el valor monetario de un abrazo. Contando la vez que la mamá de mi amigo el poeta Rafael Romero, radicado en Dublín, me pidió que le lleve como encargo un abrazo a su hijo, a quien iba a ver en unos días en Europa. Yo llevé el abrazo bien cuidado durante horas de vuelo, para llevárselo intacto como me lo envió su mamá.

Eso quise contar porque el abrazo que le debía a mi tía Gloria venía de años atrás que mi soberbia me embargaba y no lograba entender que a las mujeres se les respeta por sobre todas las cosas. Le llevé el abrazo de mi mamá que no pudo ir conmigo, pero que pronto volverá a su tierra querida y recorrer juntas Morropón, Catacaos, Chulucanas, Huancabamba, Ayabaca.

Aproveché para disculparme de alguna manera con mi tía por haber sido víctima de mi demonio literario, aquel genio incontrolable que no sabe cuando ofende intentando desafiar a la palabra.

En la presentación hubo cuatro generaciones de mi familia, mi tía Gloria, mi prima Rita. Mi sobrina Dayna y mi sobrina nieta Emma. Jamás había pasado una situación así, recuerdo que en 2012 a la presentación en la FIL de El artista de la familia fue mi tía Angelita y mi tía Cecilia Villarreal, por el lado de mi padre, y mi tía Dochi. Gente maravillosa que se convierte en el combustible de mi escritura diaria. Esa presentación en donde cantó Ronieco y al final amenizó con canciones de los Beatles. Fabuloso. Me costó tanto sacar ese libro, tanto por la ansiedad estafadora de mis editores, como por mi depresión que me llevó a intentarme ir de este mundo para siempre. 2011, esperaba más con la salida de mi libro que nunca salió, y cuando salió, ya estaba internado convulsionado de ansiedad. Muerto en vida, hecho una basura que no tiene ni libro, ni ahorros, ni sueños ni esperanzas. Perdí todo con la espera de mi ansiado libro. Me dolió tanto presentarlo en Huancayo con solo unos ejemplares con páginas en blanco. No pudiendo dejar un registro impreso de mi obra con el tan amable público del centro del país. La pasé tan bien engañando al público y luego tan mal que terminé ahorcado en un árbol de mi casa.

Me costó salir, y al año siguiente presenté el libro, ya estaba reestablecido y laboralmente encaminado, con proyectos y ganas de despertar todas las mañanas. Por eso es tan curiosa la foto que registra esta publicación, junto a mi sobrina nieta Emma, justo la fecha de octubre que hacía once años quería irme de este mundo. Y me veo ahora, comprometido con tantas cosas que si la muerte viniera solo le pediría tres minutos para hacer llamadas y delegar mil cosas para que si no estuviera todo siguiera funcionando, pero si pasara que no estuviera igual todo seguiría funcionando. Me costó entenderlo un centenar de ansiolíticos.

Cuando mi prima Carla le cantaba Cuando me fui de Cuba a mi primo Toño antes de irse de este mundo, porque había pedido como voluntad que le retiren las quimioterapias, era porque la canción hablaba de alguien que no se quería ir. Y él no se quería ir. Quería seguir aquí dando batalla a la vida.

Fecha Publicación: 2022-09-10T18:46:00.001-07:00



EL EMPRENDEDOR DE LAS MIL CARAS

 

Muy buenas tardes, soy el escritor y editor Francisco León. Bienvenidos a la presentación del libro El emprendedor de las mil caras publicado por la editorial que lleva mi nombre.

            El término emprendimiento es uno de los más difundidos de la actualidad. Es el soporte de un país como el Perú, por algo nos referimos a nosotros mismo diciendo: “somos un país de emprendedores”. Emprender es arriesgarse, invertir, innovar y sobre todo trabajar arduamente.

            Recuerdo el surgimiento del título, la etiqueta, lo que vende el producto. Después de conversarlo con Juan José y darle algunas sugerencias, se decidió a tomar la de: “El emprendedor de las mil caras”; en obvio juego de palabras y hasta incluso homenaje al libro de Joseph Campbell El héroe de las mil caras. Texto sobre el que me detendré. Lo que Campbell descubrió, tras analizar libros sagrados y mitos de diversas culturas, es que existe una estructura común en todas. Un proceso en el que el héroe no nace, se hace. Es lo que él llamó el “monomito del viaje del héroe”. Viaje que implica peligros, riesgos, esfuerzo, hasta la conclusión del objetivo. Tal cual lo hace el emprendedor.

            Sandoval es periodista y es el ejercicio práctico de su profesión lo que le otorga esa “profundidad fundamental”, que encuentro en el libro y en el resto de su obra, que lo diferencia de otros autores; que usan similar técnica en el abordaje de sus historias. Hablo de la primera persona. La literatura de Sandoval está más cerca de esa tradición japonesa llamada Watakushi-shōsetsu, traducida comoMi novela” o lo que se entiende por “literatura del yo”; género creado en Japón a inicios del 1900 del siglo pasado y que poco o nada tiene que ver con esa autoficción, más aburrida que fumar papel bulky, que nos vende las grandes transnacionales.

            Para ejemplificar y dar a entender hacia donde voy al referirme a la profundidad en este tipo de novelas en primera persona, que toman parte de la experiencia vital del autor con una dosis de imaginación, quiero mencionar los trabajos del Premio Nobel Kensaburo Oé.

            Por otro lado, buen hijo de la X generation, los otros libros de Sandoval giran en torno a los ejes preferidos de los autores de los 90. Hablo de rock, drogas y sexo. Aquí debo subrayar que muchos de esos escritores son solo fruto del “descuido”, del malditismo, real o fingido, y de la bohemia. Nuestro autor, por el contrario, nos deja muy reconocible la impronta de su estilo. Logra que el fondo y la forma se encuentren en justo equilibrio.

            Como mencionó Camilo José de Cela en una entrevista: el escritor es escritor hasta cuando sueña. No importa qué oficio ejerza para ganarse la vida, eso es algo solo coyuntural, que no lo desvía de su camino. Así, Juan José Sandoval es escritor siempre. Aunque lo encontremos en el Ministerio de Transportes como jefe de imagen o dirigiendo su programa “Tecnología y Negocios” o tocando con su banda “Los viejitos de Barrón” o en las múltiples chambas freenlace que ocupan su tiempo.

            Él es un aporreador de teclas en sentido literal, pues gusta pegarle al teclado, cual si luchara con una Remington, del que extrae un beat propio. Estamos ante un hombre que como Bukowski o Hemingway ama ponerse los guantes, aunque no contra rivales de carne y hueso, sino contra el más duro y difícil: él mismo. No teme destruirse si es necesario o perder amigos, a fin de lograr una obra que lo deje satisfecho.

            El emprendedor de las mil carasnos cuenta historias de vida, crónicas, sobre el emprendimiento y es en sí mismo un producto cultural y un emprendimiento.

            Ni decálogo ni receta de “felicidad” instantánea, sino libro de ejemplos que funcionan como espejos, en los que cada lector podrá encontrar la imagen que más se adecúe a lo que desea ser. En los atrapantes títulos de cada capítulo la prosa limpia, que fluye con naturalidad, de Juan José Sandoval se luce, sea en: Movimiento bursátil de un abrazo, Los empresaurios pueden desaparecer, un guiño al tema de Charlie García, El ayahuasca de la innovación empresarial o Ser versátil para emprender, donde menciona cómo conoció a Sergio Galliani, etc.

            Cierro esta corta intervención citando al autor, que en una de nuestras tantas conversas, me dijo una frase que se hace necesaria y hace luz, en una ciudad donde la mayoría de escritores y poetas creen que este oficio debe ser una oda al dolor, al sufrimiento, al “apóyame hermano” así con tono lastimero, con cara de no se vende, acá nadie lee, etc. Me dijo: “uno decide si quiere ser un escritor mendigo o un escritor emprendedor”.

            Es así que la elección está en nuestras manos. Usemos cada gota, mucha o poca, de talento que tengamos, esos “dones” de los que hablaba la Biblia y pongamos manos a la obra en nuestro emprendimiento. Sea cual fuere. Es en corto: si la vida te dio limones, has limonada.

 

Gracias.

Francisco León.

 

 

 

 


Fecha Publicación: 2022-08-24T17:23:00.000-07:00

Fecha Publicación: 2022-08-24T05:47:00.001-07:00

Fecha Publicación: 2022-08-20T19:35:00.003-07:00
Entrevista con la cosplayer Tania Salcedo

La vida está hecha de oportunidades. Tú ves si las utilizas o las desperdicias. Cual delantero con la nueve en la espalda, las ocasiones de gol están ahí, somos los que fallamos, somos los que tocamos la gloria o nos hundimos en el fracaso.
Tú decides, por más que te la pases echándole a culpa a todo, el autor de tu destino eres tú mismo.

 A mí por ejemplo, se me pasaron tantas oportunidades que me quedé solo. No hay opción a reclamos. Pero pude haber iniciado una carrera en el mundo televisivo cuando me ofrecieron una recomendación. Entonces me pidieron por correo mi curriculum para referirlo al gerente general de Panamericana Televisión. En esos tiempos, aún de Genaro, era conocido que era un lugar de trabajo un tanto informal. Para colmo, uno de sus periodistas de apellido de fiesta electrónica, hacía un enlace en vivo cuando un ex trabajados irrumpió en la toma y con un cartel que decia GENARO PÁGAME, acaparó la imagen a gritos exigiendo que le cumplan con su sueldo.

Yo ya trabajaba en la revista Gente, tenía contrato y gollerías porque aún estudiaba. No ganaba mucho pero la riqueza venía de la experiencia que obtenía cada día que no llegaba a casa y me quedaba bebiendo tragos de canje publicitario. Yo creía que crecía. Por eso me sentí en confianza al detallar en aquel correo en que me pidieron mi CV para referirme al canal, que no estaba intereado porque era un lugar de 'cabeceros y ladrones'. 

Pero el correo que me pidieron fue reenviado incluyendo el mensaje insultante. Y el gerente lo recibió y devolvió el correo respondiendo que cómo le iba a dar cabida a un sujeto que pensaba que era un canal de cabeceros. Y perdí mi oportunidad de iniciar mi carrera en un canal de televisión.

No pasaron muchos años y la soberbia no se me iba. Porque una profesora del taller de periodismo vio que tenía destreza para escribir. Entonces me propuso ir al diario Gestión, me dijo que tenía que ir tal día a tal hora, pero no fui. Es más, ni le presté atención al dato. Yo era poeta, yo ya había publicado, tenía pluma, pero era un huevón más. Como cualquiera. 

La profesora nunca me perdonó el desplante. Pude haber iniciado mi carrera en el mundo de las finanzas, periodismo económico, segmentado hacia la gente que toma decisiones, pero preferí quedarme en el parque drogándome pensando que era intelectual. 

La vida se pasa aprovechando y desperdiciando oportunidades. Yo vivo con mi madre a pesar que mi generación ya es abuela. Amigos míos ya suben fotos con sus hijos profesionales y con nietos radiantes. Yo me paso la vida regalando likes por el ciberespacio. Buscando algo que realmente me conmueva. 

Mi mamá había enfermado y tuve que acompañarla día y noche. Entonces ella dejó de cocinar y yo me hice chef de barrio. Pero también había que barrer y limpiar todo el departamento. Apenas iba a colapsar a mi mamá le vino una hiperglicemia que la desmayó mientras se duchaba, yo no me di cuenta que tenía hora y media en el baño y el agua caliente de la terma se había consumido hacía mucho, por lo que además de la efervescencia de su azúcar se le había hecho un cuadro de hipotermia por el agua que inicialmente estaba hirviendo y luego se fue poniendo fría. 

Para poder sacarla del baño tuve que levantarla en peso y con toallas y una secadora de pelo fui tratando de reanimarla, mientras venía la ambulancia que ya mis hermanos enterados del hecho gestionaron. Lo que vino después fue ambulancia, exámenes, copagos, esperar sin que nunca más te llamen. Entre que la tuve que cargar a mi mamá y le dijeron que debía quedarse unos días internada, yo había sudado tanto que me entró aire y me enfermé. Y así tosiendo seguí apoyando. 

Al segundo día de estar en la clínica, por la noche recibí la llamada del doctor. Me propuso trabajar para el presidente del sombrero. Te interesa o no. Me planteó el doctor. Entonces dejé a mi madre encargada con mis hermanos, desempolvé mi terno que prácticamente usaba para velorios, y fui al día siguiente al ministerio más grande del Perú. 

El doctor me llevó en cuestión de horas frente al flamante ministro de transportes. Aunque me embargaba el miedo, había un fuego dentro mío que me hacía encarar la situación con harta cancha y harta concha. Estaba decidido a asumir lo que me ofrecieran, tenía mis títulos y mis galones profesionales. Pero el asumir un cargo de confianza con un ministro de Estado era algo nuevo para mí. 

Cuando lo tuve en frente, mi propia experiencia llevó la situación a conseguir su confianza. Y por ende el puesto de trabajo. 

De ayudar a mi madre a arreglar su cama y ayudarle a secarse los pies pasé a tener 55 personas a mi cargo, una secretaria y tres coordinadores. Y mi terno de velorios seguía oliendo a guardado, pero mis ideas estaban candentes llenas de fuego. Mis ideas estaban afiladas y toda la experiencia que cargaba de todos los años que he sido director o líder de proyectos me abastecían la confianza. 

Mis hermanos se hicieron cargo de mi viejita. Pero mi hermano el negro me fue a recoger la primera noche que asumí el cargo bajo resolución ministerial, ya era más de la medianoche y seguía firmando documentos que me ponían en frente y yo, cual Salvador Dalí, firmaba de manera industrial. 

Cuando pude salir del ministerio subí al auto de mi hermano que está polarizado y yo parecía relamente un político consumado que entraba a su auto blindado, su cofre. Me dijo si quería comer algo o si me llevaba a mi casa. Pero le dije que quería ver a mi mamá. Quería contarle que había llegado mi momento.


Fecha Publicación: 2022-08-17T18:39:00.001-07:00

Fecha Publicación: 2022-08-04T20:19:00.001-07:00

Fecha Publicación: 2022-08-03T12:02:00.001-07:00
Los tiempos se han vuelto fulminantes. El historiador Charles Walker, que me imagino que debe ser primo de Jhonny Walker porque su nombre invoca a tomar un buen trago con hielo, apareció en una entrevista y me dejó pensando que el sentido de la historia está en peligro, y que de las grandes historias hemos devenido en gaseosos 'historys' de treinta segundos, con filtros, con aplicativos que te permiten segmentarte, venderte, empoderarte, al exceso tal que terminamos siendo nanoinfluencers. 
Influencers los de mis tiempos, porque primaba el vínculo de los papás, los profesores, los tíos, los nonos, los amigos de la pista o el parque. La perversión de los medios genera protagonistas de la infamia, hijos de la inteligencia artificial. Educados con publicidad. Han amamantado mensajes generados bajo el influjo del opio de la banalidad. 
Entonces nos interesa más la zapatilla de un conductor de televisión que lo que pueda comentar un colega suyo en medios sobre la experiencia desoladora que tiene al ver que sus cuatro hijos escuchan y cantan con la letra de paporreta las canciones de Bud Bunny. El escritor Christian Castro ha sido traducido a ocho idiomas, sus novelas se venden en Europa y lo acaban de invitar a Colombia para presentar sus libros. Pero llega a casa y el mensaje a través de la música que oyen sus adolescentes es un tributo a la frivolidad. 
Hoy en día puedes ser lacaniano sin leerlo, sin abrir un libro de Lacan, te toma una mañana anotar bien los videos documentales y analíticos, para dummies, tutoriales, y puedes ser un experto lacaniano. Y así Borges y Cortázar. Pero nadie pregunta por ellos en el ecosistema millenias ni centenial, no les interesa. Acaso el futuro está en sus planes? 
Son nativos inmersos en el enfoque de vida como generación de data, a través de likes, a través de virales. Ya no somos lo que decimos o demostramos, somos lo que ponemos en redes sociales sobre nosotros. Lo que comemos, dónde lo comemos, con quién lo comemos, adonde viajemos tiene que ser un lugar de ensueño y fantástico, sino no alcanzará para que las redes te inviten a monetizar tu vida. 
La explosión de las redes sociales, el protagonismo que toma el teléfono celular dándole de baja a la cámara fotográfica en la vida cotidiana. Todo eso genera un entorno inédito en la vida del mundo. Los smart tv, los smart clock, a ese punto llegaría un robot 'tonto', que la inteligencia llegue a un tope en que comience a decaer, y el robot comience a involucionar como un mono. Se podría ?


Fecha Publicación: 2022-07-30T17:20:00.003-07:00


Los años me han dado una paliza / no solo me siento viejo sino que la maquinaria funciona en baja calidad / como un auto / como los nissan sentra que duraron todos los noventas en Perú / pensaron que eran inmortales / nadie es infinito / hace mucho tiempo que no toco una guitarra / pero me invitaron a cantar unas canciones en una fiesta / era en Breña, en la azotea de un edificio antiguo / el cartel indicaba que iban a tocar como diez artistas, incluído Los Viejitos de Barrón / pero la banda ya no existe / quedó enterrada en una gaseosa ansiedad / culpa mía obviamente / pero igual el show no puede parar / confirmé mi presencia / pero hacía frío / el organizador es un cantante muy exitoso, me conviene cumplir con las invitaciones aunque hace mucho tiempo que dejé de ir a fiestas, a bares y burdeles, a cocteles o cenas, me autoexilié en mi propio mundo y así quiero llegar al infinito / . / . / Pensé que había llegado tarde a la fiesta porque me dijeron que era vespertina / pero fui el segundo en llegar / la primera era una gorda loca que no paraba de preguntar quién tenía drogas / recalcaba también que no tenía dinero y le debía mil soles a la señora de la bodega por margaritos que tomaba de lunes a viernes / porque era un teletrabajo y se la podía pasar borracha / me dijo que tenía un diler a la otra cuadra a veinte soles tres por cincuenta / habla / yo tenía tres o cuatro pastillas en el cuerpo más la resaca de dos sesiones cerveceras recientes, el hígado ya no me respondía y no quería sonreír / . /  .  /  .  /  la gorda pulseaba / era novia del dueño de la azotea y propuso hacer un trago de vodka con alprazolam / era un lugar ideal para filmar un corto de Ribeyro / decadente pero libertario / se podía fumar y había baño con agua / Yo no había llevado ni guitarra ni uña / solo la máscara y mi poemario 'cancionero inutil', que escribo a mano hace mucho tiempo / . / . / pensé que podría hacer el show pero la verdad que el frío me mataba / tomé unas cervezas y me colgué / al rato llegaron los barman y un par de gente andrógina / uno dijo que por la Brasil tenía un caño que tenía tuza de tres colores / distintos precios / a la gorda se le vino la ilusión / me llega al pincho la música de bizarrap / había como 50 músicos, tres mujeres incluyendo a la gorda drogona, una batería electrónica / y yo que ya me quería ir, iban a dar las 11 de la noche / ya no podía más tenía tres horas ahí en una azotea polvorienta lleva de chicos con raros peinados nuevos / . / . / . /  yo había ido buscando amor porque ya estoy harto de los likes / y que la verdadera historia no sea una 'history' de unos cuantos segundos / yo duro un poco más / mis parejas que han sido bien pocas han estado conmigo máximo dos años / después me expectoran echándome la culpa de todo / pensé que en la fiesta podría encontrar a alguien pero las dos chicas bonitas estaban copadas y yo no podría atreverme a acercarme por timidez / terminaría aburriéndola con mi silencio y mi gesto adusto / ya es histórico eso / cuando le dije al organizador que no podía tocar que ya me tenía que ir, insistió en que intente hacerlo / pero ya las fuerzas me habían copado / me disculpé, como me disculpo por cada cagada que hago 24 siete / y me fui / mientras bajaba la gorda me dijo ya broder, veinte soles por cabeza y voy al toque traigo un brown sugar / ya le dije loquita, le di los 20 soles y me quite / . / . / . / Estuve varios días llamando a mi ex a pesar que su marido podía pescarle los mensajes / comenzamos a salir pero sin recordar el pasado / igual de amante no podría pasar porque sus hijas no me podrían ver / después de la despedido que hubo, con policías presentes en su casa, no vendría bien que me vuelvan a ver nunca más / conversando mientras tomábamos unos tragos me dijo que la mayorcita le había preguntado qué pensaría si a ella le gustaban las mujeres / no pasaba de once años y en el colegio habían venido con la onda LGTB / entonces la niñita estaba multicolor recontra feliz con su nuevo interés de ser libre / su madre le dijo que bueno que estaba bien / que igual prima el cariño y el amor a la persona / luego vino la menor  a preguntarle que qué le había dicho la hermana mayor / qué te ha dicho ? Le dijo una revejida / su madre no le quiso decir nada pero insistió tanto que le terminó diciendo / ya sabía, le dijo al escucharla / pero no te preocupes mamá / mi hermana está confundida nada más / se le va a pasar / . / . / toda esa descarga me dio mi ex por intentarme acercar a ella  y pensé que por ahí no estaba el amor que yo buscaba / . / . / igual no me volvió a hablar /  .  /

Cuando no tenía internet en mi casa iba a una cabina / entonces creé un blog y me volví cibernovio de una colombiana de Pereyra / Diez años después de conocernos virtualmente, fui a Colombia a la búsqueda de mi amor / Pero al llegar nos miramos y no pasó más / terminamos peleando y me quedé un mes en su ciudad sin verla más / tuve que volver a empezar, hacer una agenda de escritura y entrevistas / comencé a ir a la iglesia y me sentaba a pensar / en qué había fallado ? / acaso no era lo que yo buscaba al venir ? / Atribulado de tristeza caminaba cerca de la iglesia cuando conocí una niña de 17 años que parecía de un poquito más / era blanca con pelo negro y lentros grandes / narcisa porque vestía de negro / fuimos a ver a la sinfónica de Cali en la iglesía / luego llegó su mamá y me habló claro / que si no me iba llamaría a la policia / regresé a Lima descorazonado / pensando que jamás encontraría a alguien que me acompañe en mi vida / La colombiana, cuando se enteró por redes que ya había vuelto a Lima me comenzó a hablar de nuevo / me dijo que quería seguir siendo mi cibernovia / pero no mi novia presencial / Ella también buscaba el amor desde muy joven / a los quince se comenzó a cartear con un preso / por alguna invitación parroquial, le envió una carta a un preso y éste le respondió / entonces comenzaron a cartearse / a conocerse por escrito / cuando la colombiana consiguió la mayoría de edad decidió que quería conocerlo en persona / él ya no estaba en la cárcel / su sentencia por narcotráfico había caducado / estaba en Estados Unidos y tenía familia, le advirtió el expresidiario / Ella fue a verlo y se reunieron en un café / le entregó una caja con todas las cartas que tenía con él / pero su pareja epistolar desconfiaba de su puro amor / presentía que tenía que ver con su pasado mafioso / aunque fue cortez, mostró poco interés por recibir el puñado de escritos en papel foliados / el ex presidiario era una suerte de cibernovio pero de la era pasada, de papel y por escrito / un novio de tinta / y yo luego fui su cibernovio aunque más quedó en ciberamigos / . / . / . /  
Siempre tengo mi último recurso / con ella si llevamos años con intervalos en los que tuvo a sus hijos / la última le copa el tiempo / no sabía cómo decirle que la quería ver / ir a un hostal como antes, ver porno y alucinarnos protagonistas / pero cada vez que le insinuo se molesta y me cuelga / o me bloquea / le escribí un mensaje diciendo que había soñado con ella y con su hija / mientras le daba de lactar me ponía del otro lado y lactaba yo también / como si fueramos dos cachorros y ella la matrona / me mandó a la mierda y me dijo que me haga ver porque tengo el autoestima hasta las huevas / Yo solo pienso en la forma de encontrar el amor pero siento que he puesto a cupido en el infierno. 

Fecha Publicación: 2022-07-27T09:11:00.001-07:00

Fecha Publicación: 2022-07-21T18:12:00.001-07:00

Fecha Publicación: 2022-07-13T11:23:00.001-07:00

SOLO TIENES QUE PEDIRLO AL WHATSAPP +51 933 703 410, YAPE O PLIN AL MISMO NÚMERO. COSTO DE CADA LIBRO 50 NUEVOS SOLES, ENVÍOS GRATIS A TODO LIMA, CARGO DE 8 SOLES PARA TODO EL PERÚ. 

Fecha Publicación: 2022-07-09T17:41:00.006-07:00


Fecha Publicación: 2022-07-08T10:56:00.001-07:00




Estimado Héctor, recibe por esta vía mi más sentido pésame por la pérdida de tu señor padre. Mi papá, Carlos Sandoval Aliaga, me pide apoyo para ofrecer unas palabras sobre don Enrique Escardó Vallejo-Gallo. Tal vez mi padre por tratarse de un hombre vinculado a los números, a los temas contables y tributarios, se le hace difícil expresar su testimonio. Pero debe mencionarse que mi padre, en algún tiempo fue columnista de la revista Gente, además de gerente. Su espacio se llamaba 'Bufete Tributario' y hablaba de impuestos, por lo que don Enrique una vez catalogó la columna como la más leída de la revista. Pero no se trataba de que había una legión multitudinaria de lectores, sino que el texto era inentendible, por lo que había que leerlo varias veces para entenderse.
Entiendo por historia que durante la época en que mi padre fue gerente general, la revista tocó picos históricos en la prensa peruana. Mi padre conoció a don Enrique durante la dictadura militar en los setentas. 'Henry' era gerente de publicidad del diario Expreso, y 'Charly', mi padre, era comisionado de la junta de auditoría de los medios de comunicación. Entonces coincidieron en algo: ya no querían trabajar para alguien, querían ser independientes. Uno fundó su revista y otro fundó su estudio contable. Y se hicieron aliados estratégicos. Y lo que lograron después con la distribución de grandes obras universales simplemente reventó el mercado.
Deba saber Héctor, que yo, siendo periodista, descubrí el periodismo en la oficina de contabilidad de la revista Gente. Pues estudiaba la carrera contable, cargando una tradición profesional que mi padre había fundado en la familia. Y ya en sexto ciclo en la facultad de económicas, me fui de practicante de mi padre en la oficina de contabilidad de la revista. La oficina quedaba en el primer piso y desde el primer momento me atrajo el tercer piso. Allá adonde subía la gente extraña, donde una vez de chico vi a Mario Poggi con un saco rojo fumando una pipa. Entonces entendí que mi futuro no estaba en el primer piso, en la oficina contable, sino en el tercer piso: en la redacción de la revista Gente.
En mi experiencia en la revista, como periodista, pude conocer todo: lo bueno, lo malo, lo feo y lo más feo. Una escuela magistral para lo que hoy en día digo que soy, un narrador de historias. En Gente fui practicante de redacción, redactor, jefe de redacción, columnista y agente comercial publicitario. Las cosas que hice después en mi trayectoria, como la revista Urbania y el programa que hoy conduzco, Tecnología & Negocios, le deben muchísimo a don Enrique Escardó Vallejo-Gallo. Un hombre que no hablaba, rugía. Tenía una intensidad que lo hacía un personaje digno de novela. Amigo y enemigo. Frontal y sentimental. Certero pero lo que más destaca es que fue siempre visionario, innovador. Si en estos tiempos estuviese trabajando se le denominaría 'disruptivo'.
No tuve mucho contacto con don Enrique la verdad. No tuve el honor de haber recibido alguna reprimenda que en realidad eran las puteadas más salvajes, más que una sola vez, cuando era jefe de redacción y me tocó ir a Santiago de Chile a un tour de prensa, luego de que toda la semana había cometido una ráfaga de errores que lo habían puesto realmente de mal humor. Ya era mayor yo, pero me eché a llorar como un niño. Nunca había visto un volcán humano. Mi gratitud va por eso también porque esas cosas con las que a uno lo curten en el futuro.
Don Enrique le agradezco haber visto gigantes mediáticos como Augusto Ferrando. Yo recién era practicante y el jefe llegó gritando: saquen las cámaras!!!! Augusto Ferrando está a aquí. Y lo vimos desde el balcón entrar y cuando el fotógrafo, Guzmán, un grande del periodismo, le tomó la foto cuando Ferrando una señal de muerte, pasando su índice por el cuello. Y esa fue nuestra portada de esa semana. Tantas imágenes. Tantas fotos. Don Enrique se jactaba de ser 'el potógolo del Perú', porque sus portadas eran suculentas. Un grande. Gigante. Mi mayor gratitud. Juan José Sandoval

Fecha Publicación: 2022-06-25T07:25:00.001-07:00

Fecha Publicación: 2022-06-11T08:12:00.001-07:00

Fecha Publicación: 2022-06-08T19:49:00.002-07:00


Cuando Ronieco murió, había puesto en su Facebook: chicos se me vino la noche. Y agregó un selfie con una sonrisa. Entonces dejó de postear. Se había hecho muy conocido no solo por producir conciertos de rock, desde tributos a Nirvana hasta festivales de tres días con los Beatles. Además, en los noventas fundó la banda Actitud Frenética, que luego fue considerada la primera banda grunge del Perú. 
A Ronieco lo conocí en el año 99, en un parque. Estábamos con la gente de la universidad tocando guitarra y tomando vino tirados en el gras cuando llegó con un disco de vinilo bajo el brazo. Era el álbum blanco de los Beatles. Yo lo reconocí porque lo había visto varias veces en el programa de rock de Gerardo Manuel, en el canal siete. Les hicieron una entrevista y hablaron de terrorismo. Yo le manifesté ese momento mi admiración y respeto y nos hicimos muy amigos. En ese entonces, lo que había quedado de Actitud Frenética se hizo Mamitud, con una propuesta inspirada en la devoción krishna y algunos indicios de lo tropical. Aún la gente no conocía Juaneco pero Ronieco ya había dejado de llamarse Ronald Frenético para autoproclamarse la versión rockera de Juaneco y su Combo. Por eso armó la banda Ronieco y los combonautas, que entre otros integrantes tuvo al negro Chombo de corista.
Esos tiempos, todo era juerga, como él lo decía: sacar bien. Hacer historia. Loco, matiz. Incluso. Palta, loco. Energías. Saca recontra bien. Tanto así que eso me inspiró a escribir un cuento en mi libro Barrunto, que se titula 'Tolkin limeñian blues'. Imaginé un personaje como Ronieco. Y usé una frase que él siempre decía también, es mejor sacar bien y tal vez perder, que no haber sacado bien nunca. 
Cuando Kaniel se fue a EEUU, dejó el puesto de bajista libre y formé parte por unos meses. Era difícil mantener el ritmo porque los ensayos exigían reunirse todos los días en su casa. Y siempre había fiesta, siempre la gente, chicas y chicos hippies, estones, luego duros, con pocas monedas comprando trago entre todos haciendo chanchita. Asi fue la vida de Ronieco en su sala, donde ocurría todo y cualquier cosa podía ocurrir. 
En casa de Ronieco conocí la gente más rara y loca de mi vida. Siempre había oportunidad de pasarla bien escuchando discos o tocando en vivo. 
Antes de que Kaniel se vaya a EEUU se fue al Cusco. Y ahí nos encontramos, yo había estado en casa de mi novia unas semanas, entonces le conseguí hospedaje ahí y le presenté al Paucacho, otro escritor de allá. Y cuando yo me regresé a Lima, el Drogul se fue para allá y alquilaron con el Kaniel un cuarto y se dedicaron a tocar las canciones de Ronieco. Se presentaron en algunos bares del Cusco y la hicieron linda. Ahora Kaniel trabaja en EPSON y Drogu está en Tailandia. 
Cuando han venido a Lima ha sido obligatorio la reunión en casa de Ronieco, esa sala de su casa profanada por el demonio de Ronieco. 
Ronieco era mayor que yo y no era de la facultad, él había terminado economía en la Pacífico. Nosotros éramos de la San Martín, cuando terminamos dejamor de frecuentar la casa de Ronieco, pero Ronieco se hizo de otra gente, de otras generaciones que lo seguían, lo amaban y lo odiaban. En ese orden, primero lo querías pero en algún momento lo odiabas y te repelía, luego volvías por el rock.
Gracias a Ronieco fue que fundamos Los Viejitos de Barrón, mi banda.
Porque cuando comenzamos a tocar él nos dio la oportunidad de tocar en sus eventos, en el centro de Lima, en todos los bares underground, en plazas, en rotondas, en tantos lugares que nos dio vitrina, además de tocar en su casa también, siempre con el Chombo, con el negro Palomino después. 
Una vez tocó Fiorella Cava, en su sala, adonde llegaba la policía o los vecinos colindantes que ya se la tenían jurada. 
Ronieco, el Lennon, peruano, se mimetizó con sus lentes redondos y sus patillas. Aunque Ronieco se consideraba más Harrison que Macarniano. Pero se parecía a Lennon. De chibolo, lo entrevistaban porque era uno de los pocos en Lima que tenía la colección completa de discografía de los Beatles. 
Una vez lo apoyé con la producción, porque él siempre decía que yo era su productor pendejecutivo. Para unos shows de Actitud Frenética, con el fallecido Cesitar, y con Nilton, en canal siete. Programa Distorsión. Luego, para la despedida de Jota Jota Castro en el bar La Noche, tocó Actitud Frenética con el Chino Yamasato en la batería y tocaron Fiebre. Alucinante, ahí entendí la real fuerza de Ronieco y su banda. 
Tantas historias con Ronieco. Sobre todo en las fiestas del Waro, siempre hacía su Warofest donde tocaban los Viejitos de Barrón. 
Cuando murió Ronieco el Waro me dijo que había que ir al velorio. Yo tuve que dejar a mi vieja sola pero hacía tiempo que no veía al Waro, estaba un poco ressentido por lo que había escrito sobre la muerte de su padre en mi último libro. Pero pasamos la página y nos encontramos ahí. La tía de Ronieco me tenía buena onda. Una vez en su casa, en juerga, yo había vuelto de México y le regalé un souvenir de la virgen de Guadalupe. El día del velorio yo tenía una estampita de la virgen que me dio mi mamá antes de que la operen. Y me sirvió cada vez que tenía una tensión en el trabajo, agarraba la estampita y la sobaba, rezaba, pedía que no me dé un infarto por todo lo que estaba viviendo en el trabajo. Por eso cuando fui al velorio me acerqué donde la tía y le regalé la estampita. Primero no se dio cuenta, luego sí y me reconocí. Estaban cantando los Hare Krishna que además son antivacunas y no usan mascarilla. Y el Waro había estado contagiado en la Villa Olímpica. Pero la muerte nos unió. La música era relajante y los cánticos decías hare krishna hare rama. Pero iban combinando las palabras, yo pensé al comienzo que las palabras tenían un ordenamiento cortaziano, pero luego la realidad era que era una mezcla libre y random. 
Terminamos cantando y bailando todos, luego habló el Waro y me quiso pasar la posta pero no se me ocurrió nada qué decir sino hasta ahora que puedo escribir mientras me sale espuma.
Cuando se murió su papá, Tino, Ronieco se la pasó cantando y por la noche cumplió con el show que tenía en el centro de Lima. Por eso fuimos a darle el pésame pero también para gritar Ronieco, Vamos Ronieco, fuerza Ronieco, conchesumare Ronieco, Saca Bien, Saca Good. Rompe la guitarra, tírala al suelo, cómete las cuerdas, hazte un solo a lo Hendrix. Tírate contra la batería, límpiate la nariz. Rómpele la clavicula a tu músico de un cabezaso. Recoge los cables, cambia de jack, cómprate un amplificador, dos, cinco, un bajo, un teclado. Ten una hija. Cántale en las noches, haz de ella una amante de la música como lo eres tú. Camina. Deambula. Orina en cualquier esquina. Amanece en la calle, con tu guitarra. Con la Melcochita, con Sa-Karla, con MasKarla, Chilton, Comparito, la Kurney Waro, Kanita, Rabiela, Dorisa, Fruta Fresca, Kálvaro Sin Criterio, Choclo, Pulpín. 

Cuando dejó de postear Ronieco, todos supimos que había muerto. Pero su hermano Guido tuvo que confirmar la noticia, mientras detallaba sus últimas horas producto de la desidia de un hospital que no lo quiso atender, por no contar un seguro médico social porque su oficio de rockero no es reconocido por el Estado, porque los mitos del arte no tienen garantizada la mejor atención hospitalaria. Un líder innovador de la música, olvidado a su suerte. Sacó bien hasta el final. Todo puede ser real, Ronieco.


Fecha Publicación: 2022-05-19T19:30:00.001-07:00