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Fecha Publicación: 2022-06-16T19:25:00.001-07:00


Mi hijo de siete años va a recitar en el colegio un poema por el Día del Padre y toda esta semana ha ensayado en voz alta. Una parte del poema dice que admira mucho a su papá, y esto hace que yo me formule la misma pregunta: ¿Qué admiro yo de mi padre? Pues ahí vamos.

La enseñanza más valiosa que me ha dado mi padre es la solidaridad. Recuerdo que hace muchos años, un amigo suyo cayó en desgracia y terminó en un oscuro abismo. Todos le dieron la espalda, incluso sus hermanos. Nadie lo visitaba, nadie quería saber de él. Todos se avergonzaban, querían olvidarlo, simular que nunca existió.

Yo tenía 10 años cuando un día vi a mi padre muy decidido alistándose para salir. Mi mamá lo despidió en la puerta con mucho recelo. Él cruzó la ciudad para llegar hasta el leproso. Lo encontró, le estrechó la mano y le dio un impulso económico para levantarse. Mi padre fue la única persona que visitó a aquel desdichado personaje en su destierro.

Imagino las lágrimas del innombrable al saber que alguien en la tierra no lo condenaba. Tampoco aprobaba su inconducta, por supuesto, pero era solidario con el caído.

Hoy, el tiempo ha sanado esas heridas y el personaje en cuestión ha logrado recomponer su vida. Administra su propio negocio y viaja por todo el país con su esposa. Cada vez que se encuentra con mi padre se estrechan en un fuerte abrazo y sueltan bromas en quechua. No hay actos de contrición ni sermones de ningún lado. Lo que alguna vez sucedió ha quedado en el generoso olvido.

Mi padre nunca nos contó esta historia y mucho menos hizo alarde de su solidaridad. Ayudó al caído contra la opinión de todos y le tendió la mano con discreto silencio.  “Somos madera antigua”, dice hoy a sus 82 años.


Fecha Publicación: 2017-10-20T09:08:00.002-07:00
XXV

Cuando dices un instante
surge el destello
una canción vuela,
puedes soñar.

Cuando dices un instante
el alba se asoma con timidez
una letanía se escucha a lo lejos,
puedes llorar.

Cuando dices un instante
el mañana tal vez no llegue
solo oyes el rumor del viento,
puedes morir.

Todo depende
de la ciudad
que dibujas en tu alma.



Fecha Publicación: 2015-11-30T19:54:00.001-08:00

Cada vez que escribo, Marquito se trepa entre mis piernas y mira sorprendido mis lentes y la pantalla de la computadora. Tal vez se pregunta qué poderes tienen esos artilugios que me mantienen tan concentrado. Luego se sienta en el piso y vuelve a su mundo de fantasía.

¡Qué rápido ha crecido Marquito!, me dice Techi todas las noches, cuando cenamos y me cuenta los avances de mi pequeñín. El otro día, dice, abrió la cerradura de la puerta y se echó a andar por la calle. Libre como un pajarillo.  Y pensar que hace poco, era un tierno bebé, rojito, arrugadito, dormido en la cuna. Luego se convirtió en un voraz consumidor de leche materna.

Ahora que escribo, lo veo explorando todos los ambientes de la casa, descubriendo un nuevo rincón, una nueva rendija por donde escabullirse. Le encanta abrir los cajones y las puertas. Más de una vez sus deditos se han quedado aprisionados ¡auch! y entonces su llanto parece el grito telúrico de un volcán. Pero ya aprendió y ahora estira la palma de sus manitos para protegerse.

Marquito va por la casa ordenándolo todo. Un orden que Techi y yo aún no podemos descifrar. Coloca los jabones debajo de la frazada, los lapiceros junto con las verduras, los celulares dentro de las ollas y sus zapatitos junto con mis camisas. También le gusta arrancar las hojas de los cuadernos.

Desde que cumplió un año, sin embargo, ha adquirido mayor velocidad y decisión. Si escucha la voz de la vecinita, que tiene su edad, se empina para ver por la ventana y la llama en voz alta. Entonces tenemos que sacarlo a la puerta para que salude a su pequeña amiguita. También es imposible detenerlo, si decide jugar o simplemente caminar después de la medianoche. (Caballero, a sacar los carritos y los aviones a las tres de la mañana.) Aunque a veces pienso que esos juegos son parte de mi sueño.


Bueno, creo que mejor dejo de escribir, porque desde hace cinco minutos Marquito está silencioso debajo de la biblioteca. ¿Qué está haciendo mi pequeñín?  ¡Hijito, no! ¡Deja eso! ¡Mis libros no! ¡No, no, no! ¡Noooooooooooooo…! (continuará)

Etiquetas: [Edwin loza]  [La Candelaria]  [Máscaras]  [Puno]  
Fecha Publicación: 2014-02-02T16:57:00.001-08:00


El maestro Edwin Loza Huarachi (Puno, 1947) ha sido danzante de La diablada durante más de veinte años.

-Cinco años como diablo y quince como ángel- nos advierte.

Su pasión por las máscaras se inició en Rosaspata, actual provincia de Moho, donde su padre era director del Núcleo Escolar Campesino. Allí aprendió a fabricar las mascaritas para las Tanta wawas (figuras de pan) a partir de un modelo desarrollado en arcilla.

Años después, cuando su hermano Dino fue seleccionado para bailar con los Sicuris del Barrio Mañazo, lo acompañó a la casa del famoso caretero Kar Kar Velásquez, para que le tomara las medidas y le fabrique una máscara.

Kar Kar preparó la masa delante de ellos y el joven Edwin se sorprendió al ver que era igual a la que le enseñaron en Rosaspata. Eso le demostró que podía aplicar la misma técnica para hacer caretas más grandes y así se convirtió en restaurador y creador de máscaras.

Como danzante en la Diablada Porteño absorbió, durante veinte años, toda la tradición, las leyendas e historias del Altiplano. Pero sobre todo, logró conocer los secretos de las máscaras de todos los bailarines.

Ahora Edwin Loza posee una forma muy personal de realizar sus trabajos. Utiliza materiales reciclables: papel, aserrín, yeso y cola. Con ellos ha logrado una masa muy liviana que conserva un peso proporcional y le permite al bailarín mantener la postura adecuada.

En su taller del jirón Carabaya, en Puno, guarda muchas máscaras de diablos, morenos y chinas diablas. Las más antiguas, fabricadas exclusivamente de yeso, pertenecen al Instituto Americano de Arte y están en proceso de restauración.

Sus máscaras gozan de reconocimiento nacional e internacional y recientemente ha participado en el festival Kaypi Perú, en Washington. Incluso ha expuesto en el prestigioso Instituto Smithsonian.

¿Cómo se siente ante tantos diablos?

-Este no es del diablo –nos aclara. De acuerdo a sus investigaciones, este personaje de nariz protuberante y cuernos largos no es el demonio, sino el dios de las minas.

La confusión surgió con los españoles en el siglo XVI, al ver que los indios, antes de entrar a las minas, bailaban una danza cubiertos con una máscara similar a la cabeza del venado. Era una danza ritual para pedir permiso al Jarjancho y poder sacar los minerales. Pero los españoles identificaron la danza con el diablo.

Este Amauta de la Artesanía Peruana cree que la tradición de La Candelaria crecerá y por ello, en los próximos años, Puno necesitará mano de obra calificada que sea capaz de cubrir las demandas de los conjuntos participantes.

La primera vez que bailó lo hizo en la Plaza de Armas de Puno. En aquel entonces los concursos se realizaban en el pequeño atrio y participaban 12 o 13 conjuntos. Ahora La Candelaria recibe a más de 250 elencos y se realiza en el estadio.

Su sueño más preciado es crear un taller de máscaras en cada barrio de Puno. Solo así el tradicional concurso podrá conservar el colorido y la vistosidad que han convertido a Puno en la Capital Folclórica de América.




(Publicado en el libro "Manos que hablan". Prima AFP, 2012)



Etiquetas: [artesanía]  [pucallpa]  [shipibos]  [ucayali]  
Fecha Publicación: 2013-11-23T18:58:00.000-08:00


Cuando Laura Urquía sale de su comunidad y viaja a Lima o a alguna ciudad de la sierra deja su atuendo típico y se pone otras ropas más urbanas a exigencia de sus hijos. Pero con estas prendas ella se siente incómoda, húmeda, porque sus telas nativas son más tibias, más cálidas.
Doña Laura es una de las últimas tejedoras tradicionales de la etnia shipibo en la comunidad de San Francisco, en Ucayali. Ella elabora su propia tela con algodón natural, además pinta y borda para confeccionar prendas tradicionales que son muy admiradas por la perfección de sus diseños.
El oficio lo aprendió a los 11 años cuando su madre Emilia le alcanzó una porción de algodón natural para que lo convierta en hilo. La pequeña Laura sufrió varios días para obtener la fibra adecuada hasta que dominó la técnica. Luego vino la prueba de fuego que consistía en elaborar una pieza.
“Lo primero que hice fue una sábana pequeña de un solo color”, recuerda.
Doña Laura teje en un pequeño patio frente a su casa, mientras su esposo le alcanza los hilos y le ayuda a acomodar el telar. En la cultura shipiba el tejido es una actividad casi exclusiva de las mujeres porque se les considera portadoras, continuadoras y celosas guardianas del imaginario de la nación. Las niñas son “curadas” a temprana edad para que puedan pintar y bordar con maestría.
Sus abuelas les aplican gotas de una planta perfumada en el ombligo y los ojos para que tengan la capacidad de visualizar diseños en su mente y plasmarlos estéticamente sobre tela, madera u otro soporte material.
Doña Laura emplea tintes naturales y dibuja con gran facilidad diseños geométricos muy complejos. Como pincel utiliza un pedazo de caña brava (shetán). Sus telas pintadas tienen dos fondos, blanco y marrón. Con ellas confecciona vestidos, cojines, manteles, cortinas, almohadas o marcos de cuadros.
El diseño surge espontáneamente en su mente. Ella sabe lo que va hacer y lo hace. Se trata del kené, término que define a los gráficos geométricos característicos de la cultura shipiba. Se cree que estos trazos representan la imagen del mundo que le fueron transmitidas por sus abuelos.
El primer paso para la elaboración de las telas es la recolección del algodón. Este se ablanda con ceniza de palo y luego viene el hilado en fibras que varían de grosor de acuerdo a la prenda que se va a elaborar. Una vez preparada la tela, esta se borda o pinta con tintes naturales que se obtienen de la corteza del aguano (árbol). Al final el tejido se baña con un barro especial que se obtiene con tierra de las quebradas. Este barro debe conservarse en la sombra, de lo contrario pierde sus propiedades fijadoras.
El proceso es largo y doña Laura lo sabe. Pero aún así dice que continuará tejiendo de esa manera porque eso fue lo que le enseñaron sus padres. “Los nuevos tejedores compran cañamazo y tocuyo, y solo pintan, el resultado no es igual”, se lamenta. Las telas de doña Laura son realmente bellas y se encuentran, sin duda, entre las expresiones más altas de la artesanía peruana.

(Publicado en el libro Manos que hablan. Noviembre, 2012)

Fecha Publicación: 2013-09-15T21:17:00.001-07:00


"Debido al fracaso de mi novela, escribí cuentos tratando de buscar una forma para Pedro Páramo, a quien llevaba en la cabeza desde 1939. La idea me vino del supuesto de un hombre al que antes de morir se le presenta la visión de su vida. Yo quise que fuera un hombre ya muerto el que la contara. Originalmente solo Susana San Juan estaba muerta y desde la tumba repasaba su vida. Allí entre las tumbas, estableció sus relaciones con los demás personajes que también habían muerto. El mismo pueblo estaba muerto.
Debo decirte que mi primera novela estaba escrita en secuencias, pero advertí que la vida no es una secuencia. Pueden pasar los años sin que nada ocurra y de pronto se desencadena una multitud de hechos. A cualquier hombre no le suceden cosas de manera constante y yo pretendí contar una historia con hechos muy espaciados, rompiendo el tiempo y el espacio.
Había leído mucha literatura española y descubrí que el escritor llenaba los espacios desiertos con divagaciones y elucubraciones. Yo antes había hecho lo mismo y pensé que lo que contaban eran los hechos y no las intervenciones del autor, sus ensayos, su forma de pensar, y me reduje a eliminar el ensayo y a limitarme a los hechos, y para eso busqué a personajes muertos que no están dentro del tiempo o el espacio. Suprimí las ideas con que el autor llenaba los vacíos y evité la adjetivación, entonces de moda. Se creía que adornaba el estilo y solo destruía la sustancia esencial de la obra, es decir lo sustantivo.
Pedro Páramo es un ejercicio de eliminación. Escribí 250 páginas donde otra vez el autor metía su cuchara. La práctica del cuento me disciplinó, me hizo ver la necesidad de que el autor desapareciera y dejara a sus personajes hablar libremente, lo que provocó, en apariencia, una falta de estructura. Sí hay en Pedro Páramo una estructura, pero es una estructura construida de silencios, de hilos colgantes, de escenas cortadas, donde todo ocurre en un tiempo simultáneo que es un no-tiempo. También perseguía el fin de dejarle al lector la oportunidad de colaborar con el autor y que llenara él mismo esos vacíos. En el mundo de los muertos el autor no podía intervenir.
Se me ocurrió todo eso porque entonces leía demasiado y con frecuencia no tenía el estado de ánimo para disfrutar plenamente mis lecturas, incluso tratándose de escritores que me gustan mucho. Yo quería leer algo diferente, algo que no estaba escrito y no lo encontraba. Desde luego no es porque no exista una inmensa literatura, sino porque para mí, solo existía esa obra inexistente y pensé que tal vez la única forma de leerla era que yo mismo la escribiera. Tú te pones a leer y no hallas lo que buscas. Entonces tienes que inventar tu propio libro. Desecho, desecho siempre y no encuentro lo que quiero. A veces me agoto inútilmente. No sé si esto que te digo tenga alguna coherencia, pero así lo siento". (Juan Rulfo) 

Fecha Publicación: 2013-09-15T20:57:00.000-07:00

Ferrnando Benítez, escritor mexicano
"He vivido doce años casi pared por medio de Rulfo. Sus hijos muy pequeños jugaban a la pelota sobre el prado de la avenida Manuel M. Ponce o recorríamos las desiertas calles vecinas, hasta que el Infonavit y otros excesos urbanos excluyeron juegos y paseos.
Hace algún tiempo Juan se compró un transmisor, me regaló otro y a una hora convenida me hablaba, como si me estuviera hablando desde Comala. Al poco rato se aparecía tomando la apariencia de un señor provinciano, porque eso es hasta la médula de los huesos, un señor aldeano, un poco tímido y triste, de refinada cortesía y vestido esmeradamente.
Permanecía horas fumando, rodeado de una nube de humo que velaba su sonrisa ligeramente irónica y sus ojos tiernos y chispeantes, sin aludir nunca a sus libros, ni a sus problemas. Ningún alarde. Una sencillez absoluta que recuerda a la de Chejov.
Aquejado de insomnios y de apreturas familiares, enfermo con frecuencia, pasa las noches devorando libros y oyendo música. Su ventana que da a Manuel M. Ponce es la única encendida del barrio y cuando el gran pino de la casa del Delegado Apostólico surge con la aureola del amanecer, esta es la señal para él de que debe dormir una horas.
No cree en la publicidad de que gustan rodearse los escritores, detesta los dimes y diretes del mundillo literario y le molesta que siempre le pregunten por qué no escribe, y entonces inventa novelas y dice que está escribiendo para que lo dejen en paz y el acoso disminuya, porque no parece que baste haber escrito una de las mejores novelas y uno de los mejores cuentos en letras españolas. Los novelistas son escritores de un solo libro con variantes. Rulfo ha escrito ya lo medular y lo que podría escribir serían modalidades de sus viejos temas". 

Gabriel García Márquez. Premio Nobel de Literatura 1982

El descubrimiento de Juan Rulfo- como el de Franz Kafka- será sin duda un capítulo esencial en mis memorias […]
-Cuando leyó Pedro Páramo
Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura. Nunca, desde la noche tremenda en que leí la Metamorfosis de Kafka, había sufrido una conmoción semejante. Al día siguiente leí El llano en llamas, y el asombro permaneció intacto. Mucho después en la antesala de un consultorio, encontré una revista médica con otra obra maestra descabalgada: La herencia de Matilde Arcángel. El resto de aquel año no pude leer a ningún otro autor, porque todos me parecían menores.

Etiquetas: [Cielo Despejado]  [La Merced]  [Preziosa]  
Fecha Publicación: 2013-08-18T16:41:00.000-07:00


Cuando no puedo mirar tu cara
miro tus pies…

Yo sé que te sostienen,
y que tu dulce peso
sobre ellos se levanta.

Tu cintura y tus pechos,
la duplicada púrpura
de tus pezones,
la caja de tus ojos
que recién han volado,
tu ancha boca de fruta,
tu cabellera roja,
pequeña torre mía.

Pero no amo tus pies
sino porque anduvieron
sobre la tierra y sobre
el viento y sobre el agua,
hasta que me encontraron.


Pablo Neruda (1904-1973).  Poeta chileno, considerado uno de los artistas más influyentes del siglo XX.


Fecha Publicación: 2013-07-16T17:32:00.000-07:00

La otra noche llego a casa y encuentro a mi hermana enjugándose algunas lágrimas. "Celia Cruz ha muerto", me dice muy apenada. No podía creerlo. No quería creerlo. Una mujer de vitalidad abundante, tan generosa para contagiar alegría, como Celia, no puede, no debe morir, pensé. Pero, efectivamente, al día siguiente todos los periódicos informaron en portada la muerte de la Reina del Guaguancó.

Mientras escribo estas líneas escucho los viejos LP de mis padres con los que aprendí a escuchar a la gran Celia. Y recuerdo también las grandes rumbas que se armaban en mi barrio del Callao al son de "Juancito Trucupey" y "Sopa en botella", que interpretaba con voz inigualable la Guarachera de Cuba. Era muy pequeño y solía meterme entre las piernas de los bailadores.

Aquéllas fueron las fiestas más grandiosas que he conocido. Los bailadores movían magistralmente caderas y hombros, con una envidiable sonrisa en sus rostros, al compás de esa música mágica que llegaba de Cuba. Todos gozaban y dejaban a sus cuerpos disfrutar libremente con las canciones de Celia y la Sonora Matancera. La rumba se prolongaba hasta el amanecer y horas después los niños volvíamos al lugar del baile en busca de alguna moneda perdida.

Así, de un modo inconsciente y divertido, aprendimos a conocer a Celia Cruz. Cuando nuestros padres salían, sacábamos el viejo tocadiscos y poníamos los LP para escuchar a esa morena delgada y guapa que aparecía en las portadas. Así fuimos memorizando la letra de sus canciones y jugábamos a repetirlas con la mayor fidelidad.

Con el paso del tiempo me enteré que la Sonora Matancera se había disuelto hace muchos años y que algunos de sus integrantes habían fallecido. Rogelio, Laíto y Caíto, personajes míticos que sólo conocía por la voz de Celia, estaban ya retirados de la música. ¡Cuánto hubiera dado por escucharlos tocar en vivo! Afortunadamente, Celia siguió cantando y abandonó la vieja guaracha cubana para incursionar en la salsa, acorde con los nuevos tiempos.

Tocó con Willy Colón, Johnny Pacheco y la Sonora Ponceña de Puerto Rico. El cambio fue notable, pero ella supo mantener el sabor y la sandunga de su Cuba natal. El estilo fresco e irreverente de sus interpretaciones conquistó a una nueva generación de latinoamericanos que quedó encandilado con la gracia espontánea de la gran dama cubana. Su célebre grito ¡Azúcar! ha soportado el paso del tiempo y es repetido por los jóvenes en este siglo XXI.

Durante 40 años, la música de Celia hizo bailar a millones de personas en todo los continentes. Su voz y su encanto personal conquistaron a un mundo que conoció, a través de sus canciones, el encanto rítmico de América Latina. Sin temor a exagerar podemos decir que la Reina de la Salsa constituye uno de los mayores aportes musicales de nuestra América a la cultura universal.

Hoy Celia descansa en paz. Con ella se marcha una de sus voces más prominentes de América y del mundo. En estos momentos la Reina del Guaguancó, junto con Benny Moré, Ismael Miranda, Héctor Lavoe y Compay Segundo están armando una gran rumba allá arriba. Para deleite de Ochún, Yemanyá, Babalú ayé y otras divinidades, a quienes en vida dedicaron sus canciones. Pero no hay que llorar, "porque la vida es un carnaval".


*Publicado en el diario Expreso el 17 de julio del 2003.

Etiquetas: [Luis Cernuda]  
Fecha Publicación: 2013-03-01T15:18:00.000-08:00

Te quiero.


Te lo he dicho con el viento,

Jugueteando como animalillo en la arena

O iracundo como órgano tempestuoso;


Te lo he dicho con el sol,

Que dora desnudos cuerpos juveniles

Y sonríe en todas las cosas inocentes;


Te lo he dicho con las nubes,

Frentes melancólicas que sostienen el cielo,

Tristezas fugitivas;


Te lo he dicho con las plantas;

Leves criaturas transparentes

Que se cubren de rubor repentino;


Te lo he dicho con el agua,

Vida luminosa que vela en un fondo de sombra;

Te lo he dicho con el miedo,

Te lo he dicho con la alegría,

Con el hastío, con las terribles palabras.


Pero así no me basta:

Más allá de la vida,

Quiero decírtelo con la muerte;

Más allá del amor,

Quiero decírtelo con el olvido.




Luis Cernuda (1931)


Imagen: Susan Patricia (EE.UU.)
Etiquetas: [clemente palma]  [harry belevan]  [literatura fantástica]  
Fecha Publicación: 2013-02-19T15:14:00.000-08:00
La Casa de la Literatura anuncia el III Congreso Nacional de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción. Habrá mesas redondas y charlas magistrales. Pero dado el carácter marginal de este género, ¿podemos decir que existe en el Perú una literatura fantástica? Veamos.

Balderston (2002) sostiene que una obra fantástica es una obra abierta que solicita varias explicaciones más o menos fantásticas, más o menos problemáticas. Lo fantástico de una obra no se refiere a una realidad ya constituida o instituida por el autor: apunta hacia algo arreferencial, sin representación.

Para Harry Belevan, lo fantástico, en esencia, es el eje tendido entre nosotros y el miedo. Lo fantástico se presenta como un atentado, como una afrenta, a esa misma realidad que lo circunscribe.

El primer paso de un relato fantástico consiste en “abolir” inexorablemente el mundo real. Estamos ante una aniquilación de nuestra realidad…Lo fantástico parte siempre de una realidad ineludible, inexorable, cuyo punto de inflexión es la imaginación (Belevan, 1977: 24).
Por su parte, Luchting afirma que lo fantástico no vendría a ser un género específico sino una expresión, hasta un síntoma de una presencia no “racional”.

Lo fantástico es lo que invade, amenaza, desconcierta y desorienta nuestra “racionalidad hogareña”, aquella que cotidianamente empleamos para mantenernos “en casa” existencialmente (Luchting, 1978: 109).
En opinión de Belevan, lo fantástico parte siempre de una escritura-textual, un lenguaje que se genera a sí mismo y que genera lo fantástico en el cuerpo mismo del texto.



La narrativa fantástica se inicia en el Perú a principios del siglo XX con la obra de Clemente Palma. Sin embargo, pese al tiempo transcurrido, no existe una tradición fantástica peruana.

Tomás Escajadillo (1977) señala que la vertiente fantástica de nuestra literatura es secundaria y marginal en comparación con el neorrealismo urbano y el neoindigenismo que imperó en el siglo pasado.

Esto se debe, en gran parte, a que nuestra literatura estuvo muy influida por la española que, como sabemos, se ha caracterizado por ser más que nada realista (Sotomayor, s.f.).

Hay cuentos de Valdelomar, Palma y Ribeyro que son considerados representativos del género fantástico. Pero, en opinión de Belevan, sus mecanismos formales no logran, en verdad, suscitar los requeridos síntomas fantásticos.

Por ello, Tomás Escajadillo (1977) cuestiona que se incluyan en la Antología del cuento fantástico peruano, de Harry Belevan, “Los ojos de Lina” y “Los ojos de Judas”, ya que en ambos relatos el carácter de expresión de lo fantástico es dudoso.

Bajo esa misma óptica, Belevan (1977) considera que ambos cuentos se han construido a partir de descripciones básicamente naturalistas y los síntomas fantásticos solo afloran por momentos “entre los intersticios de la escritura”.

Referencias 

Balderston, Daniel (2002). De la Antología de la literatura fantástica y sus alrededores. Casa de las Américas. Nro. 229.
Belevan, Harry (1977). Antología del cuento fantástico peruano.
Escajadillo Tomás G. (1977). Belevan Harry: Antología del cuento fantástico peruano. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana.
Luchting, Wolfgang A. (1978). Harry Belevan. Antología del cuento fantástico peruano. Revista Hispanoamericana.
Sotomayor, Carlos M. (s.f.) Lo fantástico en el Perú. El Túnel, Año 1, Núm. 0

Etiquetas: [Cervantes]  [feminismo]  [pastora Marcela]  
Fecha Publicación: 2013-01-09T15:00:00.001-08:00
A menudo se suele relacionar la liberación de la mujer con los movimientos feministas de fines del siglo XIX y principios del XX, cuyo principal objetivo era lograr el derecho al sufragio femenino.

Otros sostienen que el punto de quiebre en las luchas feministas se dio en 1949 con la publicación de El segundo sexo. En este libro, Simone de Beauvoir realiza un profundo análisis sobre el papel de las mujeres en la sociedad y la construcción del rol y la figura de la mujer,

En el siglo XVII, sin embargo, Cervantes ya incluye en El Quijote un personaje femenino que se atreve a autoafirmarse, a defenderse contra las críticas y reclama su libertad. En efecto, la pastora Marcela sostiene que tanto el hombre como la mujer poseen alma y por consiguiente son libres de elegir.

Cervantes narra la historia de Grisóstomo, un joven estudiante de Salamanca que se enamora de la joven Marcela y decide convertirse en pastor para estar cerca de ella y conquistar su amor. La muchacha, sin embargo, no corresponde a sus sentimientos y lo trata con desdén. Decepcionado por este rechazo, Grisóstomo se quita la vida.

En el pueblo todos culpan a Marcela por el fatal desenlace, pero ella se defiende con un discurso que, en nuestros días, tranquilamente puede ser leído como un manifiesto feminista o post feminista:

Yo conozco con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama ... Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? … Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos; los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado, y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras; y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo, ni a otro alguno, el fin de ninguno dellos, bien se puede decir que no es obra mía que antes le mató su porfía que mi crueldad; y si me hace cargo que eran honestos sus pensamientos, y que por esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que cuando en ese mismo lugar donde ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él con todo este desengaño quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento, ¿qué mucho que se anegase en la mitad del golfo de su desatino?
… Porfió desengañado, desesperó sin ser aborrecido: mirad ahora si será razón que de su pena se me dé a mí la culpa. Quéjese el engañado, desespérese aquél a quien le faltaron las prometidas esperanzas, confiese el que yo llamare, ufánese el que yo admitiere; pero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo, ni admito. … El que me llama fiera y basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala: el que me llama ingrata, no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida, ni los buscará, servirá, conocerá, ni seguirá, en ninguna manera. … Yo, como sabéis, tengo riquezas propias, y no codicio las ajenas: tengo libre condición, y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie; no engaño a este, ni solicito a aquel, ni me burlo con uno, ni me entretengo con el otro.
“La admiración que hoy despierta la pastora Marcela es por su autonomía y brillantez discursiva, no por su castidad. La que antes era mero signo, objeto de mediación entre varones, toma al fin la palabra”, sostiene la profesora española Rosario Hernández Catalán.
Etiquetas: [Cielo Despejado]  [Ciudad Abierta]  
Fecha Publicación: 2012-12-29T18:58:00.001-08:00


DOS CUERPOS

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas.
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.


Octavio Paz (1944)
Etiquetas: [amor cortés]  [la llama doble]  [octavio paz]  
Fecha Publicación: 2012-12-17T17:07:00.000-08:00

El amor es caída y vuelo, elección y sumisión.
Octavio Paz

La literatura griega nos ofrece muchas historias de dioses enamorados de mujeres y hombres mortales. Sin embargo, en ninguno de esos amores se menciona la atracción por el alma de la persona amada.


La gran mayoría de los poemas griegos son más eróticos que amorosos. En todos ellos se ve al amante en sus diversos estados de ánimo, como el deseo, el goce, la decepción, los celos o la dicha efímera, pero nunca vemos al otro o a la otra.


Esto se explica porque el mundo antiguo careció de una doctrina del amor. Además, el debate sobre el amor era de hombres solos y las fiestas se realizaban con presencia única y exclusiva de libertinos, cortesanas y aristócratas de vida libre.

En realidad, la diferencia entre cuerpo y alma se la debemos a Platón, quien fue el creador de nuestra filosofía del amor. La separación platónica de cuerpo y alma predominó en la filosofía, el arte y la literatura hasta el siglo XII, cuando en una provincia de Francia, surge el amor cortés.


“El término amor cortés refleja la distinción medieval entre corte y villa. No el amor villano –copulación y procreación- sino un sentimiento elevado, propio de las cortes señoriales”, escribe Octavio Paz.


En esta oportunidad, mencionaremos brevemente tres características del amor cortés: el encuentro con la amada, el amante sirviente y destino y elección.


El encuentro con la amada
La acción que da inicio al misterio del amor es el encuentro con el ser amado. Este es un momento que los amantes van a recordar siempre. El amor comienza con la admiración ante una persona. Después viene el entusiasmo y culmina con la pasión que nos lleva a la dicha o al desastre.


“La idea del encuentro exige dos condiciones contradictorias: la atracción que experimentan los amantes es involuntaria, nace de un magnetismo secreto y todopoderoso; al mismo tiempo es una elección. Predestinación y elección, los poderes objetivos y subjetivos, el destino y la libertad, se cruzan en el amor”, sostiene Paz.


El amante sirviente
Tras el encuentro con la amada, el amante cae rendido ante el amor y se convierte en su siervo. Aún no ha conquistado nada, pero le basta que exista una mujer bella a la que posiblemente podría entregar su amor. La empieza a amar en silencio, en secreto, y así va creando en sí mismo una relación de dominio y sujeción hacia ella.


Destino y elección
¿Uno elige voluntariamente a quién amar, o es el destino el que nos arrastra hacia la mujer amada? Esta disyuntiva aparentemente trágica no es tal, pues en el torrente del amor, el destino es también una elección, según la filosofía del amor cortés.


Los trovadores provenzales nunca imaginaron que al crear el amor cortés estaban creando también uno de los temas esenciales de la literatura universal. El tópico del amor cortés está presente, con todos sus elementos, en incontables novelas, poemas y dramas de los siglos XVI y XVII. Por ello se dice, con justa razón, que la historia del amor cortés es la historia de la civilización de Occidente.

Fecha Publicación: 2012-11-21T19:41:00.006-08:00

Día 1

9.00 p.m. Arribo al aeropuerto. El aire caliente nos golpea en la cara, todo huele a yerba húmeda.
9:10 p.m. No hay autos que nos trasladen al hotel, solo vemos mototaxis. Subimos a uno y el conductor nos ofrece de todo: alcohol, mujeres y diversión.
9:30 p.m. En el hotel los recepcionistas se burlan de nuestro chofer. Recién lo observo y en realidad parece un “muerto fresco”. Viéndolo bien dudo que pueda conseguir todo lo que promete.
10:00 p.m. Jugos y sánguches en el centro de Pucallpa. Ronda nocturna.
11:00 p.m. Un mototaxista gordo ofrece llevarnos al Wawa Wasi.

Día 2

8:00 a.m. Desayuno de trabajo.
9:00 a.m. En el puerto de Yarinacocha hay intensa actividad. Decenas de comerciantes embarcan mercadería en precarias embarcaciones. Algunos conductores nos ofrecen sus servicios de transporte.
9:30 a.m. Partimos a San Francisco y pagamos un exorbitante sobreprecio. El dueño de la embarcación nos convence: “La carretera está llena de barro, no van a llegar”.
11: 00 a.m. Entrevistas de campo. San Francisco debe ser una de las comunidades amazónicas más adelantadas, tienen luz eléctrica, agua potable y servicio de telefonía celular. Conocimos al popular Metzáruno, nombre shipibo que significa “linda serpiente”.
1:00 p.m. Retorno a Yarina en taxi colectivo. La carretera estaba despejada y no llena de barro.
2:00 p.m. Almuerzo en La Anaconda. Dos jarras haladas de camu camu y un filete de paiche aplacan la sed y el hambre. En la orilla de la laguna, pequeños nativos cargan enormes tablones de madera.
4:00 p.m. Visita a la comunidad 11 de Agosto. Un grupo de señoras nos recibe cordialmente. Son alegres y muy simpáticas. Nos invitan agua de coco, mangos y jugo de camu camu en tazas de plástico.
6:00 p.m. La estadía se ha prolongado más de la cuenta. Empieza a oscurecer y nosotros empezamos a preocuparnos. ¿Ahora cómo regresamos? Esta no es precisamente la noche que esperábamos. “Están en la Isla del Amor”, dice una de ellas con sarcasmo charapa.
7:00 p.m. Un bote de turistas aparece como un milagro. El conductor finge que no nos puede ayudar, pero al doblar nuestra oferta acepta llevarnos al puerto. Respiramos tranquilos.
9:00 p.m. Cena con amigos y cooperantes extranjeros en la ciudad. La tertulia se anima. La chica alemana lanza una mirada atrevida al fotógrafo: “Esperro que todo sea bien”, le dice apretándole el brazo. Él traga saliva.
11:00 p.m. Cremolada y refrescos helados para este agobiante calor nocturno.

Día 3
5:00 a.m. La alarma del celular nos avisa que debemos dirigirnos al aeropuerto.
7:00 .a.m. Nuestro avión parte de retorno a Lima. Pronto veré a mi Techita.


*Frase pronunciada por un turista en el avión.

Etiquetas: [Ausente]  [cortometraje]  [fabricio rebatta]  [festival de cine de lima 2012]  
Fecha Publicación: 2012-08-20T15:35:00.000-07:00
Fabricio Rebatta Gutiérrez es guionista y realizador audiovisual. Su cortometraje Ausente ganó el Primer Lugar en el Concurso de Cortometrajes del Festival de Lima 2012 (Categoría Experimental). 


En primer lugar, felicitaciones. Cuéntanos, ¿cómo surgió la idea de grabar Ausente?
Surgió de la necesidad de experimentar con la narrativa audiovisual. Tengo varias ideas y guiones listos para su realización, pero mi trabajo “por encargo” me obliga a trabajar casi siempre con una narrativa formal, que responda a los criterios de comprensión del público mayoritario. Muy de vez en cuando me doy el gusto de realizar estos cortometrajes que responden a mi propia necesidad comunicacional, que tiene que ver con lo emotivo, sensorial y subjetivo que permite el lenguaje cinematográfico.

¿Cómo fue el proceso de grabación? ¿Fue difícil llegar a la edición final?
Fue relativamente fácil, pues ya tenía la idea preconcebida, incluso la había realizado en parte, durante la grabación de un video clip que finalmente no fue entendido por el productor ni por el músico.  Las actrices (Rocío Carranza y Zoe Callegari, madre e hija) son amigas cercanas, la cámara y edición me las ofreció otro amigo, Sebastián Llimós, y la producción ejecutiva la realizó mi esposa, Cecilia Pelán. La realización demandó solo unas horas durante la mañana en casa de las actrices.
Para la edición de la primera versión solo escogí la mejor toma, ya que se trataba de un plano secuencia, se le realizó un efecto en post para bajarle el color, darle textura de Súper 8  y crear algunas saturaciones; no demandó más de una tarde. Todo esto fue descartado en la segunda versión en que resumí a la mitad la duración del cortometraje, solo mantuve el plano secuencia inicial y luego, por efecto del corte, creé dos pequeñas escenas, le quité todos los efectos de colorización, escogí otras tomas que fueron descartadas en la primera versión y lo pasé a blanco y negro. Esta segunda versión sí me demandó algunos días de pruebas y correcciones hasta encontrar el tiempo exacto de duración de cada escena, fue un proceso totalmente personal.

En Ausente se observa una marcada nostalgia de los personajes. Ellos extrañan algo, pero no se sabe qué es. 
Justamente la idea trata de transmitir la nostalgia o la pena por alguien que ya no comparte el espacio que otros continúan habitando. Tal vez los mismos personajes que vemos en el cortometraje no “existen” en ese espacio. El “ausente” es subjetivo, incluso puede tratarse de un tercer personaje que solo existe en el recuerdo de los otros. En ese caso existiría solo en la nostalgia.

También hay una mirada contemplativa de la realidad. ¿Por qué sigues esta corriente?
La imagen cinematográfica solo puede  representar un campo de esa "realidad" o "verdad" que el realizador intenta mostrar. Existen producciones audiovisuales que buscan complacer al gran público mediante una representación dramatúrgica de la realidad, tomando como elementos sustanciales la estructura aristotélica y el diálogo literario, sin embargo, existen otras manifestaciones más personales que se alejan de la teatralidad o de la literatura.
En nuestro medio, Armando Robles Godoy ya señalaba que estas dos fuentes narrativas pueden ser muy dañinas al cine, y tenía razón, por esto fue muy criticado en los años setenta y ochenta. Actualmente se está retomando una tendencia en la cinematografía de autor que se apoya en las miradas personales, que pueden ser contemplativas u observacionales, o incluso pueden apelar a estilos narrativos convencionales, pero siempre buscando profundizar en las sensaciones y sentimientos del personaje, más que en la acción superficial de este. No es algo nuevo, ya lo hacían Antonioni y Bergman, por ejemplo. Es por esa necesidad de transmitir sensaciones que opté por realizar un cortometraje que se apoye más en un seguimiento observacional subjetivo, antes que en lo argumental. No creo que sea contemplativo si lo comparamos películas de James Benning, por ejemplo, yo no mantengo la imagen fija, estática, mi imagen está en continuo movimiento porque es una mirada que busca encontrar una respuesta.

Otro detalle es la prolongación del tiempo. Tú extiendes los planos hasta un punto en el que las sensaciones adquieren más de un significado.

En la primera versión de 10 minutos trabajé un plano secuencia que unía diversos tiempos en un mismo espacio. Este tiempo, en un travelling bastante lento, buscaba recorrer no solo el espacio físico sino el interior de esas dos mujeres que veíamos absortas en su melancolía. Una vez que el espectador recorrió el espacio con la mirada y ya “lo conoce” entonces está obligado a buscar en los espacios interiores, incluso en su propio interior.  La sensación de distensión del tiempo real crea cierta angustia interesante en el espectador. En la segunda versión se mantiene esta sensación, aunque las escenas son más cortas.






¿Cómo asumiste las críticas a la primera versión de Ausente, que se proyectó en Cafae?
De buen agrado. Me interesaba mucho encontrar a un público al que le molestara la ausencia de diálogos, de iluminación dramática, de “acción”, me gustó escuchar como la gente fue respondiendo a estas preguntas y críticas y cómo se fueron llenando las ausencias. Algunos comentarios me invitaron a editar esta segunda versión, que mantiene la atmósfera pero trabaja cierta condensación.

¿Cómo observas tu trayectoria, desde Tribulaciones de un reprimido (1990) y Almas solas (2001) hasta Ausente (2010)?
Desordenada, aletargada, pero creo que se nota cierta búsqueda de experimentar con diversos estilos narrativos. Tribulaciones tampoco tenía diálogos, pero la edición tendía a lo expresionista. En aquella época estaban frescas las enseñanzas de Armando Robles, y yo acababa de realizar un corto en su taller basado en un guión (Dúo) que el mismo Armando entregaba a los alumnos. Entonces con Tribulaciones quise hacer algo diferente al estilo de Dúo, además recién había descubierto la película Memorias del subdesarrollo y me dieron ganas de trabajar ese montaje de enfrentamientos y rupturas temporales, fue un buen ejercicio. Woody Allen también influenció en algún aspecto de ese corto y de otro que realicé luego, Tele y Pita (1992), que tuvo una edición accidentada y nunca vio la luz. Este corto también trabajaba el montaje expresivo, lleno de flash backs y escenas oníricas de una pareja en continuo conflicto.

Luego en el 93, creo, indagué en el drama de suspenso con una adaptación libre del cuento de Vallejo Fabla salvaje, el corto se llamó Interior 21 y nunca llegamos a grabar la escena final porque se robaron la cámara.  Pasaron casi  diez años y retomé el proyecto con Almas solas, esta vez con el equipo profesional de Teleandes Producciones. Utilizamos dos cámaras digitales que recién ingresaban al mercado. Ese fue mi último corto argumental. Se puede decir que con Los álamos (2005) empecé el viaje subjetivo, intimista, autobiográfico, que me lleva a Ausente y al documental Dina que edité este año.

¿Qué proyectos futuros tienes? ¿Hay algún tema que quisieras desarrollar?
Desde hace unos años estoy grabando un proyecto de documental intimista. La idea partió de mi esposa y el cuidado que hace de su madre, que sufre de alzhéimer. Es un seguimiento que implica muchos sentimientos encontrados y me invaden conflictos a cerca de encontrar los límites de la publicación de la intimidad. A este tema inicial sobre la enfermedad de mi suegra se sumó luego el embarazo de mi esposa y el posterior nacimiento de mi hija, todo lo cual ha cambiado mi mirada con respecto a lo que me rodea. Las sensaciones y sentimientos se conflictúan cada vez más, pues se trata de documentar el amor, la tristeza, la esperanza, la confusión. Quisiera redondear este proyecto antes que finalice el año, lamentablemente no le dedico todo el tiempo que quisiera.
Otro proyecto es el de reeditar Almas solas retomando la atmósfera inicial de la grabación, siento que en la edición se desdibujó mucho esta cadencia con la que grabamos, por contaminarme del ritmo musical que le coloqué. Hoy no me gusta lo que veo, y creo que me sale más económico reeditar que grabar otra ficción (risas).  Esto es algo que hice este año con el documental Dina, en el cual retomé una pequeña porción del registro que grabamos hace diez años para un trabajo por encargo. Este documental trataba sobre el trabajo infantil en el Perú y para ello grabé en diversos lugares, pero me quedé muy impresionado con el trabajo de una niña que vivía en un relleno sanitario. En ese entonces grabé más de lo necesario, el camarógrafo Alberto Venero me preguntaba si era necesario grabar tanto para solo unos segundos, pero yo ya veía esto como un cortometraje aparte. Tiempo después propuse a la entidad que trabajaba el proyecto editar este corto, pero mi idea no fue aceptada, hasta que diez años más tarde, tanto la institución como la productora me dieron permiso de usar las tomas de la niña para mi proyecto personal. Este es el punto de partida de un proyecto más grande que implica la búsqueda de esta niña y saber qué fue de su vida en este tiempo. Planteé la idea a la institución y no le interesó, me pareció increíble.






¿Cómo observas el panorama del cortometraje en el Perú? ¿Qué papel crees que deben cumplir las instituciones en este campo?
Gracias al avance tecnológico, la producción y edición de cortometrajes está al alcance de una mayor cantidad de personas. Soy docente en tres instituciones educativas y veo la necesidad de expresión que tienen los jóvenes y como encuentran en el video el recurso para llevar a cabo sus proyectos. Y no hablo solo de tecnología profesional como la puedo encontrar en la Universidad San Martín o Inictel – UNI, instituciones en las cuales enseño, sino también en Bellas Artes, donde los chicos y chicas trabajan sus cortometrajes experimentales con sus propias cámaras domésticas y logran resultados muy interesantes. Los festivales cinematográficos miran con mayor seriedad este formato y brindan un gran apoyo e incentivo al premiar las producciones resaltantes. De igual modo, el Estado está trabajando esta promoción; pero desde el punto de vista institucional aún falta reordenar algunas cosas, principalmente, en lo que se refiere al aspecto legal de la difusión.



Fecha Publicación: 2010-12-21T18:36:00.000-08:00

¿Qué idioma es ése que suena tan bonito?

El sonido cadencioso del español es algo que solo notamos cuando en el extranjero –sobre todo en Europa oriental- las personas se detienen para escucharnos hablar.

Me ocurrió en Praga, cuando me alojé en la residencia de estudiantes de la Universidad de Lenguas Extranjeras. Apenas crucé el umbral de la puerta, la encargada de la recepción dijo en voz alta: “¡Buenos días, señor!”

Enseguida me preguntó mi nombre, de qué país venía y cuál era el motivo de mi viaje. Ella hablaba muy fuerte y yo le respondía de igual forma para que llene correctamente mis datos en el formulario de alojamiento.

Pero ella no hablaba en voz alta porque tenía problemas de audición, sino porque quería que los estudiantes que entraban y salían por allí escucharan nuestra conversación.

Cuando se le acabaron las preguntas del formulario, la señora Elizabeth me preguntó sobre el clima, la comida y las costumbres de Sudamérica y España. ¿Verdad que los latinos son ardientes?, dijo con ojitos pícaros.

Entonces descubrí que a nuestro alrededor había una docena de estudiantes escuchando atentamente las atrevidas preguntas de la recepcionista y, claro, también mis ingenuas respuestas.

Fue un momento embarazoso. Todos nos miraban con reverencia, sin decir nada. Hubo un largo silencio, hasta que una jovencita, de unos veinte años, no aguantó la curiosidad y lanzó la pregunta que hasta hoy recuerdo:

¿Qué idioma es ése que suena tan bonito?

El periodista español Javier Reverte, en su crónica de viaje por Grecia y Turquía, cuenta una anécdota similar. Dice que en una isla griega conoció a un tabernero que tenía una particularísima clasificación de los idiomas.

“Cada idioma está hecho para algo. El inglés, para los negocios. A cup of tea, preguntan siempre antes de sentarse a discutir. El alemán es un idioma de guerra, parece que caen divisiones enteras sobre ti cuando les escuchas”.

“Los franceses han creado su lengua para el amor, y ¡ay de aquella mujer que abre sus oídos delante de un francés!, porque al momento tendrá que abrir las piernas”.

“Si quieres hablar de filosofía, aquí está nuestra lengua griega, y no hay otra. Los italianos han creado su idioma para cantar a toda hora, y logran mujeres por el canto, que es la mejor manera de enamorar”.

“Pero cuando un español habla ..., ¡ah, España!, cuando ustedes los españoles hablan, oímos a los ángeles cantar. Su lengua está creada para conversar con Dios. Toda mujer que conoce a un español aspira al matrimonio”.

¿Qué idioma es ése que suena tan bonito? –preguntó la jovencita, rompiendo el silencio de los estudiantes.

--Es español. El señor es de Perú, de América del Sur—respondió la recepcionista muy orgullosa.

Los jóvenes que nos rodeaban estudiaban lenguas extranjeras y de algún modo estaban familiarizados con diversos idiomas, pero jamás habían escuchado un sonido “tan bonito”. Así que nos pidieron que sigamos conversando en voz alta.

La jovencita de veinte años era la más entusiasmada con mi forma de hablar. Hacía preguntas en idioma checo que doña Elizabeth traducía. Conversamos – con traductora de por medio-- casi media hora entre risas y bromas hasta que la recepcionista entendió que debía dejarnos solos.

Aquella noche di mi primera clase de español. Durante dos horas le enseñé a la pequeña Rita algunas palabras del idioma castellano. Y ella abrió para mí las puertas de su tierna sabiduría.


Praga- Lima, Junio del 2001.
Etiquetas: [rey de los vinos]  [tokai]  [vino húngaro]  
Fecha Publicación: 2010-10-21T18:12:00.000-07:00

Luego de unos días en Budapest, la capital de Hungría, decidí conocer Tokai, una región que goza de fama internacional, pues desde tiempos del Imperio Romano allí se elabora el famoso "rey de los vinos". Tomé un bus hacia la ciudad de Éger y allí abordé un tren que me llevaría hacia Tokai, muy cerca de la frontera con Ucrania. Mis amigos me advirtieron que debería estar muy atento en los cambios de estación, porque de lo contrario podría terminar en Macedonia o Rumania, como a ellos les sucedió. Con estas recomendaciones, abordé el tren e inmediatamente me dirigí al controlador para pedirle que me avise en cada trasbordo.

Un anciano que me había escuchado se me acercó y amablemente dibujó en un papel las estaciones y las horas de parada. En total, eran seis cambios de tren en ciudades de nombres impronunciables. La mayoría de pasajeros eran campesinos: hombres con trajes oscuros y mujeres con pañuelos en las cabezas. El anciano les comentaba muy entusiasmado que yo era extranjero y que iba a Tokai a comprar vino. Todos miraban mi cámara fotográfica y trataban de leer mi polo que decía Perú. Al bajar en la primera estación, compré cigarros y el anciano me siguió. Intentaba conversar, pero era imposible. Yo no entendía ni una palabra de húngaro y él no comprendía inglés, menos aun español. Le ofrecí un café, pero mi "guia" prefirió una copa de cognac. Tomó el licor de un solo sorbo y exclamó de satisfacción.

A la hora exacta llegó el segundo tren y subimos. Nuevamente el viejo se sentó a mi lado, pero esta vez entramos al vagón de fumadores. Allí encontramos a un grupo de rock que iba a Ucrania. Todos vestían casacas de cuero con espuelas y viajaban echados con las piernas en alto. Al vernos ni se inmutaron y continuaron fumando y rasgando sus guitarras. El humo era insoportable así que decidimos cambiar de vagón. Luego de dos horas llegamos a la segunda estación y esta vez compré una coca cola. El anciano me siguió y le ofrecí cigarros. Nuevamente dijo que prefería una copa de cognac. Entonces reparé que el viejo tenía una inclinación muy marcada por el licor. Y si esto continuaba, debía comprarle cuatro copas más de cognac hasta llegar a Tokai. Pero el gasto bien valía la pena, porque el anciano era muy atento y me estaba avisando dónde bajar y cuándo subir. Algo que los controladores no hacían, por falta de paciencia o desidia. Así, después de invitar la sexta copa de cognac llegué a Tokai. Pasé la tarde visitando bodegas y probando los más deliciosos vinos.

Al caer la tarde, luego de un descanso reconfortante a orillas del rio Tisza, volví a la estación del tren. Pero las pequeñas calles de la ciudad me jugaron una mala pasada y no recordaba el camino de regreso. O quizás fue el vino, no lo sé. Pregunté a unos señores y ellos movían la cabeza resignados. No me entendían. Avancé hacia un taller de mecánica y los obreros se reían tratando de entenderme. Faltaban diez minutos para la llegada del tren y yo estaba perdido sin encontrar la estación. Pregunté a varios transeúntes y nada. Si el tren me dejaba debía esperar hasta el día siguiente. Entonces encontré en la puerta de su casa a un señor con apariencia de ser médico o ingeniero, así que pensé que podía saber inglés. Pero tampoco entendía. Yo le decía train station, railway, tren y él se encogia de hombros sin comprenderme. Hizo el ademán de manejar un autobús y yo le repetia: No, bus no; train, railway. Faltaban cinco minutos y conociendo la puntualidad ferroviaria de Europa lo más seguro era que el tren me dejara.
Entonces jugué mi última carta. Le dije con ademanes: "No, bus no... chucu-chucu-chucu, pupú". Sólo así me entendió y pude llegar a tiempo para abordar el tren de regreso.


Lima, 16 de abril de 2002


Foto: Brindis con vino húngaro en Mayoralmas.
Etiquetas: [premio nobel]  [vargas llosa]  [winston orrillo]  
Fecha Publicación: 2010-10-07T13:12:00.000-07:00
Por Winston Orrillo

Acaba de cumplirlos. Totalmente rozagante, y dedicado a la que es –ya no cabe ninguna duda- su pasión excluyente: la escritura.

Podemos afirmar que Mario Vargas Llosa encarna el conocido sueño de Mallarmé de que la vida quepa en un libro, de que lo que uno vive sólo tiene sentido, sólo cobra valor, porque está destinado a entrar a las páginas de un volumen.

Vocación tan impertérrita no se había dado jamás en la literatura nacional, y solo hay unos cuantos ejemplos de ella en el panorama ecuménico de las letras.

Si revisamos las principales obras de Mario –desde La ciudad y los perros, Conversación en la Catedral, La tía Julia y el escribidor hasta El pez en el agua- veremos que, en unas más, en otras menos, la presencia del autor nimba la obra, o, en otros casos, definitivamente, la protagoniza.

Vivir para escribir; que todo lo que a uno le acaece sea para integrar una obra: tal es el desideratum de nuestro autor, quien, por otro lado, no se ha negado nunca a vivir hasta las heces, lo que llamaría Jaspers las situaciones límites, pero todo con el propósito precitado.

Dueño de una inteligencia esclarecida y de una sensibilidad ciertamente privilegiada, de Mario, sin embargo, algunos rescatamos, en especial, esa capacidad ascética, cenobita, para el trabajo intelectual, para la entrega incondicional a la realización de una obra que no cesa de cosecharle elogios y no pocas críticas encontradas, porque si algo caracteriza a nuestro autor es, precisamente, su condición polémica.

Nada de lo que él dice o escribe nos puede dejar indiferentes. Es especialista en provocar nuestras adhesiones más encendidas o nuestros denuestos más selectos.

Poseedor de grandes preseas, también tiene en su alforja de caminante errores y equívocos que el generoso viento de la historia se encargará de esclarecer.

Es nuestro autor más reconocido internacionalmente (en vida: puesto que post mortem allí están Vallejo y Mariátegui que, en sus respectivos centenarios, han concitado avalanchas de congresos y simposios).

No nos cabe la menor duda que será nuestro primer Premio Nóbel de Literatura, galardón que habrá de ganarlo por el ímprobo esfuerzo de construir una obra narrativa, sin reticencias, paradigmática.

El Comercio, julio de 1996.
Etiquetas: [la republica]  [oscar cuya]  [periodismo peruano]  
Fecha Publicación: 2010-09-18T17:00:00.000-07:00

Recién hoy, leyendo la página web de La República, me entero que ha fallecido Oscar Cuya, uno de los últimos periodistas de la "vieja guardia".

Cuando “Lolo” Pérez, Richard Centeno y yo llegamos a ese diario, a inicios de los 90, Cuya era el jefe de redacción que llegaba por las tardes y armaba las contundentes portadas del día siguiente. No era muy simpático, pero todos reconocían su gran habilidad para escribir los titulares. El charapa Jorge Egoávil decía que Cuya era un "genio del periodismo".

Los tres muchachitos sanmarquinos llegamos a La República en una etapa de transición política y tecnológica. Política porque finalizaba el primer gobierno de Alan García, y tecnológica porque había llegado un experto japonés-brasileño para implementar el uso de la computadora en todas las áreas.

Mientras duró el proceso de transferencia tecnológica todos continuamos escribiendo nuestras notas en las pesadas máquinas de escribir. De dos a cinco de la tarde, la sala de redacción se convertía entonces en una usina bulliciosa por el continuo traquetear de las teclas. Así, en medio del ruido, veíamos llegar Oscar Cuya, con su andar lento, directo a la mesa de edición.

A diferencia del director, Alejandro Sakuda, que se paseaba por las diferentes secciones para chequear el avance de las notas, y del jefe de redacción Miguel Mantilla que gritaba amablemente para solicitar cualquier cosa, Cuya era un tipo callado, especialmente con los nuevos periodistas.

A las seis de la tarde salíamos del diario directo a la universidad, pero en la mesa de edición se quedaban hasta el amanecer los editores responsables de armar las páginas de cada sección. La portada, nos decían, era obra de Cuya. Él era el encargado de escoger la frase, ingeniosa o contundente, que aparecería al día siguiente en todos los quioscos.

Un domingo llegué muy temprano al diario –venía de boleto—y vi la mesa de edición llena de papeles, abundantes colillas y tazas de café vacías. No había nadie así que ingresé. Entonces descubrí maravillado cómo se armaba cada página del diario. Y en un rincón encontré pequeñas hojitas recortadas en las que Cuya, efectivamente, iba ensayando la portada del día siguiente.

Recogí algunas hojitas del suelo, las junté con otras que estaban sobre el escritorio de Cuya y entonces comprobé con reverente admiración que ese señor bajito y gordito ensayaba una y otra vez para hallar el titular preciso. El proceso para armar una portada impactante, aun en los días en que no había noticias, estaba en esos papelitos.

Desde entonces, cada vez que podía llegaba muy temprano al diario para apropiarme de esas hojitas que contenían el estilo de trabajo del que fue, en mi opinión, el mejor titulador periodístico de nuestro medio. Luego llegaron las computadoras y Cuya dejó de utilizar esos papelitos.

Sinceramente, lamento mucho esta pérdida. Creo que el diario La República no será el mismo sin los titulares de Oscar Cuya.

Adiós, maestro.

Lima, 22 de mayo de 2007.
Etiquetas: [bricheras]  [centro de lima]  [tráfico de animales]  
Fecha Publicación: 2010-09-02T09:39:00.000-07:00

El viernes tomaba unas cervezas con Thomas, un amigo austriaco estudioso de la música andina, que había vuelto de Cusco y Puno cargado de verdaderas joyas discográficas. El gringo estaba muy feliz con los hallazgos que había realizado y me contaba muy emocionado su encuentro con la cantante de Condemayta de Acomayo. En esa estábamos, cuando una brichera interrumpió nuestra charla.

– ¿Puedo sentarme?– dijo ella muy coqueta. Thomas y yo nos sorprendimos por esta inesperada llegada y no supimos qué responder. ¿Qué podíamos hacer? Ella aprovechó nuestra indecisión y rápidamente se sentó en nuestra mesa con toda confianza.

–Me llamo Pilar, ¿y tú?– le preguntó directamente a mi amigo. Era una mujer bajita, de unos cuarenta años, con aspecto de vedette retirada.
–Me llamo Thomas, pero me dicen Tommy– respondió él con cortesía.
– ¿Y de dónde eres?– insistió ella.
–De Austria– contestó él.
– ¡Ah, de Austria! ¡Yo tengo muchos amigos austriacos! – suspiró con alegría.

El inicio fue muy auspicioso para la brichera. Su atrevimiento le había dado resultado y no estaba dispuesta a soltar su presa ahora que la tenía tan cerca. Así que volteó hacia mí y me pidió que le invite un vaso de cerveza.
– ¿Puedes servirme, por favor? – me dijo con voz de súplica.
–Claro, cómo no – le respondí llenando su vaso.

Pilar se llevó el vaso a la boca y empezó a saborear la cerveza con la lengua. Sus gestos eran descaradamente provocadores. Thomas la miraba con curiosidad y solo sonreía compasivamente. Luego ella sacó un viejísimo cuaderno y le pidió a mi amigo que le enseñe un poco del idioma alemán.

¿Como se dice novio en alemán? ¿Cómo se dice te amo? ¿Cómo se dice me gustan tus labios? ¿Cómo se dice quiero hacer el amor contigo? Estas eran las preguntas que Pilar escribía o fingía escribir en su viejo cuaderno, y que Thomas respondía con extraordinaria paciencia. Yo, por mi parte, guardaba silencio, intrigado por saber hasta dónde llegaría esta brichera capitalina.

Eran casi las seis de la tarde y Lima empezaba a oscurecer. En el pequeño bar frente a la Estación de Desamparados solo quedábamos Thomas, la brichera y yo, con las botellas vacías. Pilar hablaba sin parar de los más diversos temas, pero el austriaco y yo no teníamos interés de seguir escuchándola. Ella notó nuestro aburrimiento y entonces jugó su última carta.

–Yo hago bailes privados – nos confesó en voz baja.
– ¿Qué tipo de bailes? – preguntó Thomas.
– Bailes exóticos, con lentejuelas y también desnuda –dijo provocadora.
– ¿Y dónde aprendiste a bailar? – inquirió él.
–En un circo – respondió ella, y sacó de su maleta un álbum con fotos antiguas, donde se le veía en brillosos trajes al lado de acróbatas y equilibristas.

–También soy entrenadora de animales – nos reveló con voz cómplice.
– ¡No, no te creo! – exclamó Thomas en su español bien aprendido.
–Sí, justo aquí tengo a mis bebés – respondió ella y sacó de su maleta una pequeña ave de bello plumaje anaranjado. Luego sacó un pequeño armadillo. Finalmente nos mostró un roedor de fino pelaje, adormecido, o mejor dicho dopado. ¡Esa loca tenía un pequeño zoológico en su maleta!

Entonces aparecieron dos policías de turismo y la brichera guardó sus animales, se levantó rápidamente y huyó hacia la avenida Abancay. Intentamos seguirla, pero la oscuridad de la zona nos detuvo. En su desesperada fuga, ella olvidó su viejo cuaderno de notas y un álbum de fotos antiguas.

He revisado sus apuntes varias veces y lo que más me sorprende es la larga relación de turistas que conversaron con ella, con sus nombres y nacionalidades, así como las atrevidas preguntas que les hizo, traducidas a los más diversos idiomas y escritas con su puño y letra.

¿Quién habrá sido realmente esta mujer? ¿Una simple limeña en busca de aventuras? ¿Una bailarina trastornada? ¿Una estafadora profesional? ¿Una traficante de animales? Sin duda, Lima tiene reservadas muchas sorpresas “solo para turistas”.
Etiquetas: [autocensura]  [periodismo peruano]  [uchuraccay]  
Fecha Publicación: 2008-01-24T20:42:00.000-08:00

Hace 25 años, en un remoto poblado de los Andes, ocho periodistas fueron asesinados cuando cumplían su misión informativa. ¿Cuánto ha cambiado el periodismo desde entonces? Mucho a juzgar por la muestra patética que tenemos hoy.

En aquellos años, los periodistas solían ir a las provincias azotadas por el terrorismo y enviaban sus reveladores informes, guardando por supuesto las mínimas normas de seguridad. Iban, por lo general, acompañados de un fotógrafo y tenían como principal instrumento una libreta de apuntes.

No existían las computadoras ni las sofisticadas cámaras digitales que hoy conocemos. Sin embargo, su información era muy rica. Estábamos terminando la secundaria y solíamos leer con fruición los reportajes de Caretas, Oiga, La República, entre otros. El Comercio nunca brindó mayor cobertura a las noticias que venían de las zonas de emergencia.

Hoy las cosas han cambiado, lamentablemente para mal. El rebrote del terrorismo ha cogido al periodismo en una etapa de adormecimiento. La cobertura periodística se hace ahora desde Lima y se limita a una mediocre transcripción de un parte oficial, al cual se le añade generalmente la opinión de un “especialista” o “experto” en terrorismo.

Los 25 años de Uchuraccay deben ser un momento de reflexión dentro del periodismo peruano para retomar esa tradición informativa de reportear desde el lugar de los acontecimientos, y no desde la oficina de relaciones públicas de un ministerio o alguna ONG. Ese es el mejor homenaje que se les puede dar a los valientes hombres de prensa.

Etiquetas: [catástrofe en ica]  [resplandor]  [terremoto en perú]  
Fecha Publicación: 2007-08-16T10:06:00.000-07:00

¿Qué fue ese inmenso resplandor que se vio en el cielo de Lima durante el terremoto? Hasta el momento nadie lo sabe y ningún especialista se atreve a dar una respuesta categórica.

Algunos testimonios recogidos por la BBC son realmente fantásticos:

“Según una amiga que estaba en Pisco, dicen que los pescadores contaron que al fondo del mar vieron como se abrió una fosa y salieron unos rayos desde el fondo, supongo que eso es lo que todos vimos”.

“Los fogonazos de luz empezaron porque los sistemas de protección eléctrica se disparaban en pleno pico de consumo”.

“Esperábamos que (el terremoto) pasara, pero continuaba. Al viajar observamos fulgores de colores, como fuegos artificiales, con dirección al sur, durante el terremoto.”

Al parecer este fenómeno luminoso no es nuevo. Según una página web sobre ufología, "las luces de los terremotos han sido reportadas con tanta frecuencia que el doctor John S. Derr, del Servicio Geológico de los Estados Unidos (US Geological Survey), ha dicho que su existencia no puede seguir siendo ignorada".

El físico italiano Ignacio Galli dice que una explicación sencilla fundada en el vapor de agua puede dar la explicación a estos fenómenos: «Este vapor, saliendo con suficiente presión por una fisura puede dar origen a una manifestación eléctrica parecida a la que se obtiene en el laboratorio con la máquina de Armstrong».

La abundante casuística recopilada por los japoneses Musya y Terada les llevó a concluir que, el proceso físico involucrado, era la triboluminiscencia. Ellos lo explican asï:

“Los movimientos de tierra producen tensiones en las rocas cristalinas por las cuales el efecto piezoeléctrico genera campos eléctricos de varios miles de voltios por metro. Estos campos electromagnéticos se concentran en las áreas de más susceptibilidad, como lo son las líneas de falla. Teóricamente estos campos pueden crear la ionización de un bajo nivel de las moléculas de aire adyacentes a la columna eléctrica que se proyecta a través del terreno”.

¿Alguien tendrá otra explicación?

Lo cierto es que a estas horas (12:00 m) la zozobra continúa en el país.
Etiquetas: [extorsión]  [lobbies]  [periodismo de investigación]  
Fecha Publicación: 2007-03-07T12:50:00.000-08:00

¿Las denuncias periodísticas de las últimas semanas han sido fruto de una investigación o fueron filtradas por organismos de inteligencia que reponden a intereses privados? Esta es más o menos la reflexión de Mirko Lauer en su columna de La República.

De acuerdo a sus indagaciones "existe ya un par de organizaciones de inteligencia paralelas a las establecidas por ley, y trabajan las 24 horas". Y añade: "Una de ellas se habría establecido por cuenta propia en torno de un importante personaje del gobierno, e incursiona por igual en los asuntos políticos y en los negocios privados".

Más adelante dice: "La situación no es muy distinta de la de los años 90, en que –después se supo– no eran infrecuentes el chuponeo, el espionaje industrial, las campañas concertadas en los medios, los operativos psicosociales y otras perlas, siempre a no mucha distancia de alguna forma de protección oficial. Pero hay variantes que corresponden a estos tiempos".

Evidentemente Lauer se está refiriendo a Panorama y La ventana indiscreta, dos programas de televisión que se han convertido en la caja de resonancia de los sicosociales apristas. Lo más probable es que todas las denuncias contra Mazzetti, Gildemeister, y últimamente contra Benedicto Jiménez, hayan llegado en sobre cerrado a la mesa del mandamás del canal.

Y como siempre, el trabajo sucio lo hacen los jóvenes reporteros ansiosos por aparecer como grandes investigadores.

En círculos militares es vox populi que uno de los organismos de inteligencia privados, aludidos por Lauer, estaría vinculado al dueño de Frecuencia Latina. Incluso la revista Caretas demostró hace algunos años que el chuponeo telefónico a Olivera y Delgado Parker se realizó desde un inmueble vinculado al broadcaster-colchonero, conocido por espiar a sus propios periodistas.

La concertación entre cierta prensa y los sectores oscuros del gobierno, sin embargo, supone un riesgo, pues cuando empiece el desgaste natural del régimen, tanto La ventana indiscreta como Panorama, podrían abandonar a su actual socio y ventilar al aire sus enjuagues. ¿Y el gobierno aprista qué hará entonces?

Mirko Lauer ensaya una respuesta: "Es aquí donde entra Agustín Mantilla, cuya aparición en escena coincide casi a la hora con el ingreso de Luis Alva Castro al ministerio del Interior. Quizás el ex ministro se estaba ofreciendo como un antídoto contra estos peligrosos negocios privados con la inteligencia. Ya nos enteraremos cuando empiece la campaña contra él".