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Fecha Publicación: 2022-10-29T13:44:00.002+02:00
Los ricos hacen las guerras y los pobres, los pringados, mueren en ellas. Me imagino la escena, ingleses y franceses en un campo de batalla sin nadie que les ordene o mande. Lo más probable es que la batalla acabara en partido de fútbol, grupos de yoga y cervezas. La horrible Guerra de Ucrania es otra cosa. Las élites norteamericanas quieren coger un trozo de pastel a las élites rusas. La tarta es Ucrania. Este conflicto no es más que eso. Y mueren civiles, pero sobre todo mueren hombres, miles de hombres, en los helados trigales ucranianos. Hay que irse muy atrás en el tiempo para encontrar un conflicto con tanta intensidad y tantísimas bajas. Lo malo de las guerras de las élites (siempre son ellas) es que si duran mucho los pringados se cansan. Y en la mayoría de pseudo democracias en Europa los mandados, los don nadie, tiene aún derecho a voto. Como diría aquel hombre que no acaba sus sagas, el invierno se acerca. El frío invita a leer en la cama. A salvo del mundo. 
Leo con angustia Historia de las Guerras del Peloponeso, de ese gran historiador, miembro de la clase alta ateniense y comandante militar llamado Tucídides. Veo con angustia como, quizá la mejor civilización que ha dado la especie humana, o al menos la más interesante, va derecha a la aniquilación. Con paso firme hacia la destrucción. No hay vuelta atrás. Los griegos han decidido desparecer y para ello se hacen la guerra los unos a los otros. ¿Conocéis lo que es llamado como la Trama de Tucídides? Da igual el calentamiento global, las hambrunas, la destrucción sistemática de las especies animales, la injusticia. Da igual. Cuando una potencia emergente reta a la potencia dominante, ambas se encaminan por la vía directa hacia la destrucción. Para lo que vendrá, el epicentro tiene un nombre. Taiwán. 
Qué bien vivir frente al Mediterráneo, en el sur de Europa. Lejos. Construcción y destrucción. ¿Es este nuestro ciclo natural?



Fecha Publicación: 2022-08-06T16:38:00.002+02:00
Este es el poema que abre mi nuevo libro, Este cielo y todas estas calles (2022). Es un poema que se sale de la línea del libro, en apariencia. Aunque, íntimamente, sí está vinculado. Este cielo y todas estas calles es mi primer libro de poesía que funciona como un todo, a diferencia de los anteriores.

Santa Cena 

 

Copas sobre el polvo de la larga mesa.

Cientos de copas hacia la oscuridad.

Bordeo la mesa

                             levanto una y escucho.

Un verano. Una piscina de camping

                      entre pinos. Ese niño que corre.

 

Son tantas que no alcanzo la multitud.

Al azar levanto otra,

                                      la dejo

levanto otra y otra. Para nada

recordaba tu flequillo rubio y la azul

                                  viveza de tus ojos.        Sigo

hacia atrás enfermo y sorprendido.

 

Buscaba algo en la Santa Cena.

Si Jesús no aparece nada me dirá.

Levanto algunas copas más y

a su círculo exacto las devuelvo.

 

Me voy dando cuenta. Sobre la mesa,

en el vacío de cada copa hueca

están todos y todo está.

 

Respuestas como ecos en una escalera.

Es mejor correr, cerrar esta puerta. Correr.





Fecha Publicación: 2021-11-21T11:30:00.004+01:00
Es malo anticiparse decenas de años. Eso le pasó al amigo John Fante a principios del siglo pasado. Escribió una novela propia de finales años sesenta en 1939, anticipándose al realismo sucio. Bukowski lo supo ver y, de algún modo, recicló la narrativa de John Fante añadiéndolo gramos de suciedad.




La novela Pregúntale al polvo tiene un argumento simple. Un puñado de supervivientes de la vida en los años treinta en Los Ángeles. El libro tiene fallos, incluso momentos demasiado repetitivos. Todo esto lo menciono por una razón. El libro, también, tiene páginas de pura literatura. Intensidad, sentimiento, arte.  Incluso algún día leía unas pocas páginas por la conmoción que la lectura me provocaba. Eso va muy caro. Al acabar la novela de Fante empecé un libro de hoy, un best-seller. Llegué al segundo capítulo. Un libro con el alma de una tabla Excel. Es lo que hay, de Johns Fantes hay pocos.

Fecha Publicación: 2021-06-07T11:05:00.001+02:00
Mi vecino Totoro es un hombre muy mayor. Vive casi encima de mi patio, en la finca de enfrente. Tiene manchas en la cara y el cuerpo flácido. Su mujer, que no sé cómo se llama, no para de hacer cosas todo el día. Ella es todo vigor y está formada por un amasijo de alambrada aplastado debajo de su piel. Mi vecino Totoro pasa largas horas sentado en una silla con la mirada de los 2.000 metros. A veces me observa, ese hombre que se mueve como un mono. Es que también me hago mayor y debo estirar el cuerpo para retrasar la atrofia. Mi vecino Totoro es del Real Madrid. Su hijo, que es como un enorme oso que ha dejado las abejas del mundo sin miel y sin salmones el río más grande de Alaska, a veces viene y también es del Real Madrid. Le gusta hablar de fútbol y de comer. Miran partidos antiguos en canal Real Madrid Televisión a máximo volumen. Cuando Zidane era bueno. Y cuando Martín Vázquez anticipaba el fútbol con futuro. Reviven un pasado mejorado. Cuando creían vivir de otra  manera y ser unos que en realidad nunca fueron. Aprendo algo de política gracias a mi vecino Totoro. Cuando sale por la tele Puigdemont o Jonqueres, Totoro se sobrecalienta y grita "¡A obedecer, a obedecer!". Pienso en hablarle algún día, ya que hace años que nos vemos. Quizá lo añada en contactos en Facebook o Twitter. O lo busque en Google. Lo he dado por muerto hasta tres veces. Largas estancias en los hospitales. La tele muda. Silencios en el interior de esta pequeña isla de vecinos. Totoro tiene el don de la longevidad. Vuelve a aparecer en el balcón, tosiendo mucho. Luego, se recupera y desaparece la tos. Llegan las golondrinas. Totoro abre un libro en el balcón. Su mujer a veces aparece para desparecer en el interior, pues una casa da muchos quehaceres. Esta mañana mi vecino Totoro mira un partido del Real Madrid femenino. Su mujer le ha espetado: ¿para qué queremos esa igualdad, para qué?. Totoro ha sido escueto, apago la tele. En el verano del principio del adiós a la pandemia, mi vecino Totoro esperará sentado en el balcón. Con al Eurocopa del 2021 le saldrán un par de hojas verdes. Espero que cuando el frío nos devuelva la visita mi vecino Totoro esté muy fuerte.

Fecha Publicación: 2021-05-12T16:43:00.000+02:00
Supongo que antes de que el calor se retire de nuevo, este amigo poco amable pero muy sociable, el coronavirus, estará maniatado. Esto si la variante india del mismo lo permite. Entonces llegará El día después.

Nos despertaremos en una nueva rerere-normalidad. Vaya, que ni idea. No sabré si abrazar o no o si recordaré el sentido del tacto. Empezarán a retirarse ayudas, los empresarios podrán despedir y incluso hacer concursos de acreedores. Europa se dará cuenta que apenas ha tenido fuerza real con el tema vacunas, España sin turistas deberá preguntarse cómo llenar el buche, en Latinoamérica querrán saber si alguien los ayudó, y las personas corrientes, que por cierto somos la inmensa mayoría, nos lanzaremos con furia a la piscina de la vida, del presente sin más. Vale. Normal. ¿Y luego... ? 

Fecha Publicación: 2021-02-16T22:43:00.003+01:00
Al salir de clase mi hija se ha encontrado contenedores incendiados y todo el jaleo. Son las protestas por la detención de Pablo, que ha sido malo. Pues sí, el rapero Pablo Hásel ha sido detenido y llevado a prisión. Por rapear. De verdad. Por rapear, en este caso contra la Corona. Hay que repensarlo todo.

Todo esto habla muy mal del estamento judicial, que forma parte de la élite ibérica. Gente de otro mundo, gente que proviene de otra dimensión, como ese fantástico pedrolo o nave, Oumuamua, que se paseó por el Sistema Solar llegando de otra casa, una muy lejana.

Siempre he sido crítico conmigo y con las clases bajas y medias españolas. Eso sí, en estas latitudes, la élite española y/o catalana (cuando hay mucha pasta sobre la mesa las ideas se ablandan y acaban los abrazos por llegar) conforman un grupo de calidad ínfima. Además de cortoplacistas, o cegatos para hablar más en plata, y tan egositas que acabarán por hacerse daño, como el país retrasado que todavía somos, son realmente flojos como grupo pensante.

Para salir del próximo lío que viene, que llegará este año, cuando a la economía le quiten la respiración asistida, es necesario reemplazar las élites, pues son un estorbo para salir adelante. Las élites no funcionan, no sirven, no cumplen con su trabajo.

Se ha visto con el coronavirus.  Apenas han dado recompensa a todo el grupo que ha soportado el peso del sacrificio. Sanitarios y funcionarios. Con toda la costa peninsular plagada de hoteles vacíos y a la gente de la Sanidad no les han regalado unas vacaciones de aquellas para quitar el aliento. Apenas nada, aparte de algunas iniciativas acotadas.

Pablo, tú no has sido malo. Tú, que no cantas nada bien, has hecho algo que es la hostia, has hecho que tu mensaje llegue a mucha gente, la gente dormida. Son ellos, los jueces, los de arriba, los que son malos. Pero que muy malos.


Fecha Publicación: 2020-05-03T12:18:00.000+02:00
Urgencias

La pandemia en Ciudad se arrastró
hasta tocar lo más cotidiano.
Nos han encerrado. Madera mojada.
Como si lloviera a cántaros
y no fuéramos capaces de adivinar
cuándo el sol mostrará su hocico
entre la maldad de las nubes.

Las libertades conducidas, en nada.
¡Oh, señor mío! Pongo a sus pies
mis derechos, esta ausencia de rebelión,
a cambio de vagas palabras, una curación.

En los hospitales trabajadores acorazados
con tres milímetros de papel charol
intentan taponar la brecha volcánica,
la muerte borboteando, extasiada en su poder.

En las cabezas de los moradores
de Ciudad estallan consignas sin fin.
¡Son héroes! ¡Héroes! ¡Un aplauso!
Perversa sonrisa de esta satrapía de libertad.

Hacer creer, viejo truco, a la carne de cañón
que son ángeles de la tribu. Muertos,
pulmones mutilados con aliento de ruiseñor,
a fin de que el desastre no desborde el desastre.

Mañana Ciudad no llorará a los que no están.
Serán dejados en las cunetas del ya-no-importas.
¡Los negocios rugen! ¡La vida es lucha! ¡Esforzaos!

Muchos volveremos a las todavía más precisas
cuadrículas, un poco asustados, todavía más pobres,
en arresto, agradecidos, casi seguros de estar a salvo.


Fecha Publicación: 2020-04-04T16:32:00.000+02:00
Confinamiento

Huyo de las paredes del estómago que se cierran sobre mí, puño de la monotonía, para ir al supermercado.

Día glacial de abril, cielo de bolsas de plomo, lluvia y viento de alta mar azotan Ciudad, tan vacía que los pocos que habitan las calles son faros lejanos, son, en el horizonte de un cruce, tótems aturdidos caídos de las estrellas.

Sí, casi todos vivos y sanos, olvidados por el azar que gobierna el aliento de la pandemia. Quizás hasta que este arcano dios de la destrucción llame hoy o el año que viene a nuestra puerta. Volver al medievo sin la humildad de antaño. Cangrejos de río que han reculado hasta la oscuridad de las rocas, algo ha agitado con violencia el suave discurrir del río, y que apenas asoman las pértigas para saber cuándo se extinguirá el peligro.

En los hospitales, úteros de cristal para la vida, los sanitarios luchan con mareas de enfermos, que por los pasillos se desbordan. Sanitarios como sorprendidos soldados, con escasa munición, abandonados en su posición entre los estallidos de primera línea sin entender muy bien de qué lado llegan los disparos.

Frente al parque, camino del extraordinario hecho de ir al supermercado, dos policías me observan, ahora que su espectro somos todos los ciudadanos. Tras mi coartada en forma de carro, me siento llevar por la nueva música, trinos de pájaros y el viento, el crujir del mundo, mientras me sobresalta, a pie de parque, la furia puntiaguda con que la retama estira la mano. Delicada luz amarilla, tesón inacabable de la Tierra, la que con soberbia nos creemos capaz de rajar para construir sobre su barriga abierta un matadero de especies. Flor de retama que me avisas, ¿quién se atreve a apagar el fuego de la primavera?

El miedo ha hecho de Ciudad un ser ausente. Mi libertad a cambio de una grieta entre las rocas. Este es el ecosistema. Mis derechos por una paz y una salud que son aleatorias. Si enfermo alguien decidirá tratamiento o morir aislado como un perro con rabia.

Navego entre los canales mal abastecidos del supermercado atento a que ninguna góndola se acerque demasiado. No queda cerveza, sí han devuelto el papel de váter. Veo sin verlo como el sistema de poder se desmorona, adiós estados, como, cuando salgamos, ¡niños al patio!, en estampida, la posguerra sacará la cabeza entre los estantes y el mundo, hay que romper algo, una botella de champán como adagio, el mundo será de nuevo bautizado.

De nuevo la pobreza, no poder proveer. Tanta ha sido la voracidad mezquina de nuestras élites, los que figuran, tanta ha sido la blanda estupidez de los demás, nosotros, vencidos por la pereza. Los sometidos a crédito. Cuando despertemos de este sueño amaneceremos en otro, con otro nombre.

De los amigos de Europa poco se sabe. Europa, que ha muerto más de tres veces. Poco se puede esperar de una Unión de grandes mercaderes. A la hora de la verdad no hay ayuda sin sangre a cambio. La ceguera de un país, el de todos, que olvidó hacer la casa fuerte a cambio de deuda, más deuda para ser un ahogado en aguas calientes.

Vuelvo a casa sometido a las últimas caricias del general invierno. Las calles tienen los mismos nombres, las fachadas idénticas. Asumo de un trago que eso no es cierto, que la modulación de la época ha cambiado. Serán otras las canciones, otras las voces. Por las calles hay perros atados a estatuas, los que fuimos antes de la pandemia. Cualquiera puede caer en cualquier momento y eso, como un desconocido que llama sin ser invitado, hace que el dios del caos, ¿Loki, Cuervo?, mezcle la baraja y dé nuevas cartas. No echaré de menos el mundo antiguo, este capitalismo desvirtuado. Se vació la sanidad pública para que unos pocos hicieran más, más, más dinero con la privada. Sociedades como la nuestra que anteponen el dinero a las personas. A las personas hasta que hacen falta, claro, como los sanitarios, policías, personal de residencias y militares, lanzados a los leones sin escudo ni lanza.

Una vez en casa llamo a mi madre. Miro los mensajes de familia y amigos. ¿Todos bien?, todos bien. Espío, como quien no quiere la cosa, la salud de las damas con las que comparto la vida a diario. Respiro. Un día más que es una victoria en este macabro juego de a quien no le toca, gana. No echaré de menos este mundo que se resquebraja y en silencio se cae a trozos. Un mundo de pocos. Un universo fallido.


Fecha Publicación: 2020-03-19T16:22:00.000+01:00
Ahora que llevo unos días sin trabajar, encerrado para que no me pille por la calle el coronavirus, me doy cuenta de las pasmosas energías que todos invertimos en ganarnos el sustento. No hablo tanto de horas como de energías. Eso de llegar a casa, tras la jornada de trabajo, y darte cuenta de que no tienes alma para más.

Descansado, vuelvo a ser peligroso. He recuperado el escribir según una rutina y no a ratos, que es lo llevo haciendo en los últimos años.

Escribir es plasmar lo que no se ve. Que tus dedos crucen la gasa de lo invisible. Tantear algo que no es evidente. Y con mucha suerte conseguir traer un fragmento de vuelta. Ni que sea para dejar una leve pátina. Lo intuido. Así escribo poesía.

Fecha Publicación: 2020-03-16T23:34:00.001+01:00
Acabo de subir a casa. Son casi las once y media de la noche. He paseado unos cinco minutos. Por primera vez en mi vida no he visto a nadie. Nadie. No ha pasado ningún coche. No he visto humano alguno. Se oía el crujir de las ramas de los árboles, la risa de un niño tras una ventana, el crepitar de las neveras de los bares, el viento golpeando las persianas de los locales, hojas y papeles bailando sobre las aceras. El crujir de mis propios pasos. Nadie. Calles completamente vacías, el cielo nocturno amenazando con más lluvia, una nueva música para la ciudad. Nadie, por primera vez, nadie.

Fecha Publicación: 2020-03-15T10:45:00.001+01:00
No lo puede eludir. Una familiar muy mayor se había caído en casa y se había abierto la cabeza. Uasaps, llamadas, mensajes. Tuve que ir hacia aquel hospital con muchas prisas, un hospital de tamaño medio de Barcelona, cruzando en coche una ciudad fantasmagórica. Así, cerca de las ocho de la tarde subí la rampa del aparcamiento del hospital y aparqué justo delante de la puerta en el momento en que el crepúsculo expira. Apareció un guardia de seguridad. Caballero, sabía usted que... Le expliqué que nos había llamado una doctora pidiendo que nos la lleváramos en menos de dos horas. Que era muy peligroso que se quedara ingresada a pesar de la caída y la brecha en la cabeza. Riesgo de infección de coronavirus. Los hospitales son zona de riesgo máximo. El vigilante me dijo que dejara el coche ahí, que ningún problema. Era el único coche del aparcamiento. Un aparcamiento de hospital vacío. 

Subí las escaleras hasta la sala de espera de urgencias, un gran espacio acristalado con vistas al aparcamiento, iluminado por luces blancas que se derramaban en el exterior del edificio. Una enorme sala vacía excepto por dos hermanos, una mujer y un hombre de mediana edad que querían, como fuera, llevarse a su padre de ahí una vez le hubieran sacado líquido del pulmón. Luego me contaron que primero querían ingresar a su padre en el Hospital de Terrassa, pero recibieron el aviso de que no, que Terrassa estaba fuera de control. ¿Será cierto?

Hablé con el recepcionista. Al acercarme se ajustó la mascarilla. Me dejaron pasar. Se abrieron las compuertas y entré. Me encontré en un pasillo rodeado de personal sanitario con guantes, gruesas batas higiénicas, gafas protectoras y mascarillas. Gladiadores en los sótanos del Coliseo preparados para ser invocados en la arena. Se acercó una joven doctora. Tomé consciencia de ser el único sin máscara. Error mío. Observé aquella mujer. Estaba nerviosa, hablaba demasiado rápido. Estaba usando sus reservas de energía. Observé las enfermeras y enfermeros. Estaban más asustados que yo. La tensión era muy perceptible. Eran una pequeña patrulla a la espera de algo. Luego me enteré de que casi todos estaban doblando turno porque otros compañeros habían dado positivo en coronavirus. Bajas que el sistema no puede substituir.

Entré en un box a oscuras excepto la cama donde estaba la anciana que iba a llevarme. La inercia de tantos años, me incliné para besarla. La enfermera que nos acompañaba gritó y me aparté. Había que protegerla. Entraron, salieron. Volvieron a entrar y salir. La señora se encontraba bien. Decidieron traerle la cena a pesar de que no tenía hambre. Miré a mi alrededor. Todas las camas del box estaban vacías, las luces apagadas. Y justo cuando la plantaron la safata con la cena se encendió la alarma. El nerviosismo se disparó. Decidieron cambiarla de sitio. A mí me hicieron salir con prisas. Mientras volvía a la sala de espera me fijé mejor en las protecciones del personal. Ni mucho menos tan buenas como los vídeos que he visto de hospitales de Wuhan. Ni mucho menos. Solo una barrera, no como la triple protección que usan en China. Antes de salir la doctora me dio el papel de la alta hospitalaria. Paracetamol de 1gr. No sabía que existía eso. Le pregunté cómo se encontraba. Muy cansada, dijo.

Salí al aparcamiento vacío. Observé la soledad de mi coche y pensé en la suerte de tener uno. Me encendí un cigarro. Miré hacia el cielo, ya oscuro. Me percaté del silencio que rodeaba al hospital, el silencio de estado de guerra de las calles. Me imaginé la situación en otros hospitales. Los medios, el personal, todo lo que había leído y escuchado. En aquel momento tuve la certeza de que la crisi del coronavirus está fuera de control. Absolutamente. Esto nos ha cogido a todos mirando hacia otro lado.

El miedo, la tensión, son como un gas, un olor que se estanca en un lugar y sin ruido todo lo impregna. Apareció un conductor de ambulancia. Habló con el de seguridad. Vienen dos positivos, oí que le decía. 

Retrocedí unos quince metros. Apareció una ambulancia en la rampa. Aparcó. Se bajó un sanitario cuyo rostro estaba protegido como el de un portero de hockey hielo. Una máscara gigante de plástico duro sobre otras máscaras y gafas. Este sí iban bien abrigado. Tras él bajaron dos hombres. Los dos positivos escoltados por una especie de policía del espacio. Me llamó la atención de que tuvieran, más o menos, mi edad. Uno de ellos tosía como no he oído toser a nadie en mi vida. Entraron al hospital por su propio pie, vestidos de calle. Con una mascarilla tapándoles boca y nariz. En aquel momento me parecieron dos condenados peligrosísimos. Unos tipos que te pueden fulminar en un santiamén. Dos hombres como yo. Porque eso es lo que son. Con sus vidas, sus manías y sus esperanzas. Se abrieron las compuertas. El equipo de sanitarios los estaba esperando. Por eso nos habían movido. Por eso habían tantas camas vacías, por lo que les iba a caer encima. El equipo sanitario mal equipado y cansado que iba a intentar amortiguar el impacto. Solo eso. La última línea de defensa, la única línea de defensa para aquellos dos tipos con mala suerte y los que los seguirán. Antes de marcharme, cuando me dejaron entrar para recoger a la familiar, les deseé mucha suerte. La ambulancia que había trasladado a los positivos estaba ahí, con las puertas abiertas para facilitar la ventilación. ¿La iban a desinfectar? Ayudé a subir al coche a la anciana. Antes de marcharme de ahí eché un último vistazo a las valientes y los valientes. A los que, agotados y mal pertrechados, cumplen con su deber a riesgo de sus propias vidas.



Fecha Publicación: 2020-03-14T11:02:00.002+01:00
Quédense en casa. Estoy fumando un cigarrillo en el patio de mi casa. Rodeado de otras celdas de humanos que ascienden hacia el cielo. Son las seis y algo de la tarde en Barcelona. Hay muchas teles encendidas a la vez, muchas voces de lata. Me pregunto si la nicotina y el coronavirus serán buenos amigos. Los canales de televisión están tomados por los expertos. Los expertos nos dicen lo que debemos hacer. Quédense en casa. Mamá, yo de mayor no quiero ser ni juez, ni policía, ni médico. Quiero ser experto. Quédense en casa. No salgan. Cierren bien las puertas. Las voces de los expertos se cruzan en el aire como moscas que sobrevuelan la carroña. No toquen a nadie, no le den la mano. Sobre todo, no salgan de casa. Los besos son cosas del ayer. Quédense en casa. 

Fecha Publicación: 2019-06-30T12:13:00.000+02:00
Allí arriba en los cielos, sin que julio haya llegado, hay un dios que va corriendo de una a otra constelación. Me he dejado la puerta del horno abierta, otra vez. ¿Cómo puede ser?

Qué tipo de pastel está cociendo no lo sé. Abajo, los tecno-humanos, van haciendo sus cosas. Hay grandes pensadores que hablan de una nueva era geológica, el Antropoceno, marcada por la huella de la mano del hombre en el barro de la Tierra. 
En un terreno más práctico, el nivel de supermercado de descuento, que es el que más me afecta, algo está pasando. Vuelven a amontonarse los coches sin vender en las praderas. Y un poquito más arriba, en el viejo juego de a ver quién manda, los antiguos engranajes hace tiempo que han sido cambiados. Otra era llega con otra era. Adiós Marx, adiós Adam Smith. Adiós estados del bienestar. Además, hace tiempo que no hay alternativa, como antes, con los comunistas. Hasta el Barça es una sombra de lo que fue. Un ciclo de cambios. ¿Mejor o peor? Como el fútbol de ahora y e fútbol de Pelé, sobre todo distinto. Por ejemplo, hacía tiempo que los cascabeles de la ultraderecha no resonaban tan alto en Europa. Al final, el sueño feliz de la globalización ha sido una fiesta muy, muy privada. Todo bien en verano. Hay cerveza fresca. Hay que trabajar, hay que pensar en el futuro y ser muy feliz en la gran casa de los nuevos amos.
Etiquetas: [Poemas Sin Papel]  
Fecha Publicación: 2019-02-18T16:06:00.000+01:00
Poesías Amor y Moscas (Lluís Viñas Marcus, 2018) es el título del último libro de poemas que he publicado. Y claro está, este hecho es para mí una alegría. Vida y destino me zarandean, corro de un lado a otro sin mucho atino. Así van pasando los días, como casi todos. En cambio, poder escribir y poder publicar un tercer libro de versos, además de inevitable, me produce la sensación de que todo se asienta y cobra mayor sentido. Escribo, respiro. Poesías Amor y Moscas es un diálogo y una exploración de lo humano: poesías de amor, sobre el mundo, sobre las olas del tiempo. El libro de poesía es un viaje desde lo próximo a lo lejano buscando respuestas y tanteando explicaciones para comprender la condición humana y su lugar.

Este ebook de poesía lo podéis descargar en varias plataformas. Las principales son:

-         Google Play Libros: Enlace al Libro.
-         También en Amazon y otras plataformas.

Para muestra, el poema que abre el libro, A Finales de Abril, un poema de amor, una toma de conciencia de la brevedad del mes de mayo y el aleteo del presente, la vida y la muerte sobrevolando los versos.

A FINALES DE ABRIL

La densa ola se había
llevado el temblor a otra parte.

En la cama, solos, amparados
en una cuna de oscuridad.

Tú me hablaste de la muerte,
que alrededor flotaba.

Tan cercana, tan lejana, indistinta.
Cuando llegue, cuando llegue,
dije yo, amodorrado por el orgasmo.

A finales de abril hay un despliegue,
un tanto invisible en la ciudad,
de las fuerzas que nos llevan.

Hablamos también de la vida,
palpable, mucho más cercana,
tan necesitada de agua.

De la tarde la luz todavía colgaba.
Una ducha, la suavidad de tus piernas,
la incesante marea de tus caderas.

Emergemos del tanque cerrado
del dormitorio, tomamos aire.
Cielo y plazas como brochazos,
en lento aleteo el mundo se abre.

Sin gravedad, radiantes de vez en cuando,
nadamos por las calles hacia el prometido,
y tan breve y tan hermoso, mes de mayo.


El poemario versa sobre lo intuido, lo que apenas se vislumbra en una habitación cuando una puerta se abre e inmediatamente vuelve a cerrarse. Con un deliberado uso de un lenguaje depurado, procurando economizar, aplicando palabras usuales, se intenta captar o sencillamente materializar lo que se nos escapa a diario. En los versos se aplican tanto metáforas y comparaciones cercanas como abstractas, siempre potenciando las imágenes, acaso la mejor herramienta en poesía contemporánea a fin de embotellar aquello que resulta difícil expresar. Expresar es el fin, sean en poemas largos o versos cortos.

Este recorrido que va del interior del poeta al exterior se estructura en seis secciones ordenadas desde la corta distancia a la distancia larga, en un tanteo, en un ir y venir entre el pasado, el presente e incluso un indefinido futuro. En consecuencia, las distintas secciones (En tus alrededores, Antes de salir de casa, En la siguiente esquina, En la calle de atrás, En los suburbios, Hilos largos) indican un paso más hacia fuera partiendo del mismo poeta e indican un comienzo para preguntar, buscar y alguna vez, al igual que un buceador que al límite consigue arrancar una perla del fondo marino, conseguir una respuesta.

Otra muestra de los poemas del libro, Camino de Ronda. Hay muchas maneras de escribir poemas. Este es una divagación acerca de la Totalidad. No es una poesía ambiciosa, es poesía intuitiva.

CAMINO DE RONDA

Ruedo, al menos.
Camino de ronda.

Tras las galerías blindadas
estalla la luz, estalla el mar.

Sobre las rocas que cabalgan
hacia las olas cada pino
un día es, será y ha sido.

Vasijas llenas de víboras,
gaviotas remando suspendidas.
Guardo gruesas zarzamoras
en celdas de cristal y olvido.


Este diálogo desmenuzado en poemas bascula entre lo abstracto y lo concreto y va de la realidad al mundo de los sueños. El azar, como el vuelo de una mosca, marca las rutas. La visión fragmentaria que forma parte de un todo es el orden del libro. Los temas, clásicos en poesía, son el paso del tiempo, el amor, la memoria, una manera de interpretar el mundo e incluso, aunque a primera vista no pudiera parecerlo del todo, Poesías y Moscas es también un canto a la vida, al milagro de ser y estar.

Para terminar la presentación del libro, os dejo la breve carta de presentación del libro. Igual a alguien le hace gracia.

Al final de un túnel hay una puerta.


Llego al tercer libro de poesías surcando los mares de la realidad en un pequeño velero. Libro con título extraño, Poesías, Amor y Moscas. Quizá por el contenido o por la forma de mirar al exterior. ¿Llego tarde? Este velero mío ni siquiera es veloz. Ni valiente. Se asusta cuando la mar se embravece y el cielo de metal se oscurece y gira. Lo único bueno que tiene, eso sí, es que sigue navegando sobre las olas.

El velero navega, incluso en los mares de internet. Sin estas orillas nada sabríamos el uno del otro. Probablemente nunca nos daremos la mano o nos sentaremos en la misma mesa y en cambio sabemos el uno del otro gracias a esta red de túneles anchos, estrechos, largos o cortos que es la red. Una red que no dejamos de recorrer como curiosos e incansables tejones que, seguro, alguna vez ni tan siquiera recuerdan que buscaban con tanto ahínco bajo tierra.

Al final de uno de estos túneles, uno entre miles, uno entre millones, hay una puerta. Detrás de esa puerta estás tú. Estoy llamando a tu puerta. Si has leído mis libros, me conoces y quizás abrirás. Y puede que, sin saber nada de mí, abras igualmente. Lo que no sé es en qué ciudad o aldea vives, cuál es tu cafetería preferida. Ni tan siquiera puedo imaginar los salones por los que deambulas cuando sueñas. Así que hablo solo, con desconocidos, con los vivos, los muertos y los que un día pueden llegar. ¿Corre la brisa por las callejas de tu ciudad mientras lees esto? ¿Ha empezado a llover?
Apenas sé. Leo los comentarios que a veces se hacen en los libros que publico. Hay una pequeña foto de ti, un nombre real o inventado, como si hubiera algún nombre que no fuera inventado. Entonces eres tú quien llega a mi puerta, brevemente, como una luz que se enciende y rápidamente se apaga en la noche. Entonces te puedo imaginar.

Una mirada sobre un fragmento de la gran tela del mundo. Esto es el tercer libro de poesías que te presento. Organizado con sencillez, de lo próximo a lo lejano hasta rozar el cielo. Hay una confluencia de estados en el libro. Una vez escrito tengo la sensación de haber aunado diversos canales en uno, que va discurriendo hacia algún lugar. Llego al final. Llamo. Quizá me dejes pasar. Te traigo Poesías, Amor y Moscas. Siempre el último es el libro preferido. Empiezo a declamar.

Saludos y hasta pronto,
Lluís Viñas Marcus.



Fecha Publicación: 2019-02-04T10:06:00.000+01:00
Hace frío, ¿no?. No sé qué tiempo hará en Venezuela donde se disputa el gobierno, el país, sus gentes y el petróleo. En algunos países el "zumo de dinosaurio" es una maldición. Democracia, libertad. En realidad es el petróleo, el resto es secundario. Bien recuerdo los Freedom Fighters que pagan los norteamericanos en los ochenta y que años después los llamamos talibanes. "Libertad, libertad..:". Eso en la banda alta. En la banda baja —nosotros—, es un desastre. Cuando en un país se marchan los pueden, muchas veces los jóvenes, más vale apagar la radio y hacer las maletas. No sé cómo acabará, solo sé que en Siria, Iraq y Libia las cosas no fueron a mejor. Claro que Venezuela no es Oriente Próximo. Y este frío es malo para los sapiens mediterranensis. Y para todos. Incluso para los de Vox, que no dejan de recordarme un tema machacón de los ochenta que repetía mil veces el I'm living in a Box. Que malas son las cacofonías mentales y que malo es vivir encerrado en una caja en la que todos están de acuerdo y todos te dicen que tienes razón, como le pasa a Maduro, a los de Vox, a sectores independentistas o a mi amiga Teresita May. Los ejemplos son infinitos. ¿Alguien se acuerde de Bunbury? Pues tiene una carrera interesante. El otro día escuché una versión de una pieza de Manolo Tena. Bunbury me gusta aquí. Lo borda. La canción fue muy conocida. Se titula Frío.


Fecha Publicación: 2019-01-19T11:28:00.001+01:00
Primero fue la estupefacción. Lucian Blaga (1895-1961) es un gran poeta y es un poeta diferente. Luego llegó una sospecha: ¿hay un juego en sus versos? ¿Está jugando como lo hace cierta gente muy inteligente o es emoción verdadera lo que emana de sus versos? ¿O son las dos cosas? En cualquier cosa, el fin de este escrito es solo llamar la atención sobre este poeta, filósofo e intelectual rumano de los tiempos del telón de acero que hoy, a un lado y otro de la línea que fue, muchos poderosos parecen añorar. Qué bueno era tener un enemigo.



La traducción es de Darío Novaceanu, publicada en la UNAM, potente e inquieta Universidad de México, para mí, todo un referente en poesía española.

Para los lectores

Allá está mi casa. Más allá es sol y el huerto con colmenas.
Vosotros pasáis por el camino, miráis por entre las rejas
y esperáis a que os hable. ¿Cómo empezar?
Creedme, creedme,
se podría hablar sobre cualquier cosa cuanto se quisiera:
sobre el destino y sobre la serpiente del bien,
sobre los arcángeles que surcan con su arado
los jardines del hombre,
sobre el cielo hacia el cual crecemos,
sobre el odio y la caída, sobre tristezas y crucificaciones
y más que nada sobre el gran correr.
Pero las palabras son las lágrimas
de los que quisieron llorar y no pudieron.
son tan amargas todas las palabras;
por esto, dejadme
pasear mudo entre vosotros,
salir a la calle con los ojos cerrados.

El roble

En la clara distancia siento desde el pecho de una torre
cómo suena el corazón de una campana,
y en los dulces sonidos
se me antoja
que gotas de silencio y no de sangre
son las que corren por mis venas.

¿Por qué, oh roble, en el umbral de la selva,
cuando a tu sombra me acojo
y me acaricias tus trémulas hojas,
por qué me vence con sus alas frágiles
tanta paz?
Imposible saberlo. Tal vez con tu tronco
muy pronto han de hacer mi ataúd.
Y es quizá el silencio que me espera
dentro de mi ataúd el que ahora siento.
Gotea e mi alma desde tus hojas
y mudo
escucho crecer en tu tronco el ataúd.
Mi ataúd
creciendo en ti a cada instante que pasa,
oh roble en el umbral de la selva...
Etiquetas: [Cartas 20]  
Fecha Publicación: 2018-12-11T07:32:00.000+01:00
Si le hubieran dicho a Hitler, quien ordenó a su general acantonado en la Ciudad de las Luces que la hiciera saltar por los aires, que serían los mismos franceses los que harían arder París, se hubiera reído un rato.
¿Qué está pasando? Llegan los de Vox (vox Populi, vox Dei est, imagino…), los ingleses se van de Europa, hay gobiernos autoritarios en Polonia, Ucrania, Rusia, Hungría, en el gobierno de Austria hay ultraderecha, en Italia también. Los nazis hace mucho que volvieron a Alemania. China jamás será una democracia como Atenas, que tenía 30.000 ciudadanos, no hay que olvidarlo, y no 3 Mil Millones o así.
 
Fuente: El Mundo.
Y luego está el presidente del país más poderoso e influyente del planeta, que no es Bob Esponja-el-mejor-amigo-que-puedas-tener, sino Donald Trump. El peor amigo que puedas tener y un tipo que sabe escuchar qué quieren oír una buena parte de los norteamericanos, los que están hasta los cojones de todo. Creo que ese es su gran mérito.

Porque todo esto en una sociedad justa no pasaría. El arte sucede y esto no sucedería. Creo que hay muchas circunstancias que se están dando para explicar los populismos y el auge de los ultras y los gobiernos autoritarios en todas partes. Pero hay una, una gran razón que es la base de todo. La razón es que una parte de las sociedades de los distintos países del mundo sabe que los han dejado de lado. Que está fuera. Que no cuentan. Que sus gobiernos gobiernan para favorecer una pequeña élite y no al todo. Estos son los chalecos amarillos, los que en Francia se han quedado colgados. Arde París.

Todo esto agravado por la Globalización, que ha conseguido formar no una minoría rica nacional sino mundial. El discurso de reparto de riqueza e incremento de la igualdad era otra mentira propagada disciplinadamente por los medios de comunicación. La Globalización no es más que el discurso, la ideología, del gobierno de las grandes corporaciones. No puedo dejar de pensar que el Imperio Romano sucumbió cuando una pequeña élite concentraba casi toda la riqueza. ¿Para qué luchar por Roma entonces? Adjunto un mapa europeo. Es el porcentaje de personas dispuestas a luchar por su país.


Vienen años turbulentos. Las economías avanzadas van a volver a toser. Unos ganarán y otros perderán. Lo peor es esta sensación que tengo desde hace unos meses de que vamos hacia un mundo en conflicto. Que poco me gusta, que poco me gustan los ultras, los autoritarios y los gobiernos de hoy que gestionan junto y para unos pocos. Gran parte de los ciudadanos de muchos países distintos hemos perdido la ilusión, acaso siempre fue una ilusión, de que éramos amos de nuestros destinos y podíamos controlar nuestros trabajos y nuestras vidas. Que lejos y cerca quedan los tiempos que inspiraron la película Arde París.


Etiquetas: [Cine]  
Fecha Publicación: 2018-09-26T13:36:00.001+02:00
En uno de estos días que han transcurrido ha fallecido el actor norteamericano Burt Reynolds. Posiblemente uno de los peores actores de Hollywood. Su filmografía está cargadita de películas que nadie recuerda como no se recuerda una hamburguesa del McDonalds o no se recuerda cómo eran las cenefas del papel pintado de aquella habitación de hace decenios.



En realidad, ahora que ha muerto y así lo recuerdo, quién era este tipo Burt Reynolds. Con personajes de ese calibre a veces tengo la sensación de que me han tomado el pelo. Que Burt Reynolds le ha tomado el pelo al mundo entero. O igual no. ¿Nunca se tomó nada en serio este hombre? ¿Ni su profesión, ni el cine, ni el arte? Igual tenía otra manera de pensar. Hasta, al menos en un plano teórico, se podría plantear que Burt Reynols era, a su modo, un tipo inteligente que vio las cosas de otro modo. Igual interpretó que el mundo y el vivir son una broma tan gigantesca que todos nos lo tomamos muy en serio.

Porque, en contra de lo esperado, Burt Reynolds sí hizo una gran película. E hizo una buena actuación. Si fue así, ¿por qué no repitió? Es una pregunta que me hago respecto a otro actor denostado, Tom Cruise, que me impresionó en el film del director maestro Michael Mann. La película es Colateral. Y el señor Cruise está más que convincente en su papel de asesino. Cruise lo borda, ¿entonces…?

Y el amigo Burt hizo un papelón en Deliverance(1972), junto a John Voight. ¿Quién dirigía…? John Boorman, una bestia del cine que regaló al público grandes obras como La Selva Esmeralda o Excálibur, que hace decenios comenté en este mismo blog.

Deliverance es una de las películas más inquietantes que jamás he visto. Descansa Burt, espero que te vaya bien. Un día de estos volveré al río de Deliverance y volveré a verte. Ah, es lo que tiene el celuloide.


Fecha Publicación: 2018-09-09T12:24:00.000+02:00
Mientras sigue la Guerra de los Lazos yo pienso en el reguetón, que rima con botón. Ah, es que antes de los lazos hubo una guerra de botones. Pienso en el reguetón, que va bien, va por buen camino y es realmente la música de la gente joven. ¿Por qué estoy seguro de eso? Porque el reguetón me molesta. Cantan como si se hubieran puesto un calcetín de alta montaña en la boca. El reguetón es el rock de ayer. Agobia a los adultos, sus letras molestan a los adultos (que poca memoria) y eso es una señal empírica de rebeldía.



Mi madre tiene razón. Los Rolling Stones eran sucios, bebían, se drogaban… Mi madre odia los Stones, yo los adoro. Fueron también unos genios de la música. Es curioso. Pronto el reguetón y estilos parecidos sonaran de música de fondo en ascensores o en anuncios de colonias, coches o ioguetaras. Las sociedades capitalistas lo asimilan todo, todo lo hacen suyo y cada vez a mayor velocidad lo que implica que a mayor velocidad deben salir cosas nuevas. Larga vida al Reguetón. El otro día escuché el Thunderstruck de los AC/DC en no sé qué lugar serio y oficial. Pronto sonará el reguetón de música de fondo en el discurso del Rey en Navidad.



Y mientras unos ponen lazos y otros los quitan y yo tengo la sensación de ir todo el día colocado con algún tipo de cola superpotente, he descubierto un gran poeta. Polaco. Lo descubrí vagueando por la red, que en poesía cumple bastante bien su función. A lo mejor porque un poema suele ser en formato breve, de lectura ágil. Czeslaw Milosz se llama. Nobel en 1980. Nació en Lituania. Vivió y creció en polaco. Escribió un ensayo que estoy leyendo, El Pensamiento Cautivo. Vio llegar al ejército nazi y vio llegar al ejército Rojo. Una joven oficial rusa comandado una columna metralleta en mano bajando por una colina. Y escribió poemas como este.

Lo que era grande

Lo que era grande pequeño resultó.
Los reinos palidecían cual cobre cubierto de nieve.

Lo que deslumbró ya no deslumbra más.
Las tierras celestes ruedan y lucen.

A la orilla del río, tendido en la hierba,
Como hace mucho, mucho, suelto barquitos de corteza.

Así que tarde o temprano, como la guerra de los botones, la Guerra de los Lazos se olvidará. El reguetón será sustituido por música pop coreana, todos ellos andrógenos, bailongos y asexuados, el Real Madrid se sacudirá de los dedos de Floren, el capitalismo será sustituido por otro orden similar, Méjico comprará deuda norteamericana para que su vecino del norte no se hunda y pueda seguir comprando sus productos tecnológicos, los nietos de mis nietos viajarán por galaxias lejanas, el cambio climático consistirá en la llegada de una nueva época glaciar, más de la mitad del Mediterráneo será una pista de hielo, los gatos formaran reinos silenciosos en bosques impenetrables y alguien, muy de vez en cuando, pinchará Time is on my side, de Rolling Stones, que eran unos sucios y drogadictos ingleses que reformularon la música negra para millones de ¿usuarios o personas?


Etiquetas: [Literatura]  [Poemas Sin Papel]  
Fecha Publicación: 2018-08-06T10:06:00.000+02:00
Publico en el blog esta poesía, Rumbo Sur, del libro Poemas y Canciones de Hierro (Lluís Viñas Marcus, 2018). Un poema largo, poco adecuado para el mundo de pantallas rápidas. Siempre habrá alguien con la paciencia suficiente para leerlo. 


El poema funciona como una canción en algún lugar del Mediterráneo. De este modo, cierro el hilo de Canciones de Hierro, ya que a principios de año publiqué un nuevo libro de poemas y habría que darle espacio.



Rumbo sur

Rumbo sur, rumbo sur,
la luz nos abrasaba.
Bendecida era la ligereza
del bosque de pinos,
hacia el gran Delta.

Bosque de pinos en la boca del mar,
la alegría retorcida del Mediterráneo
que honrábamos siguiendo el camino,
la cesárea ocre entre el agua y la tierra,
vida retenida y con esmero peinada
por el cielo azul, vasto, sin nombre.
El camino del tiempo también,
cuando tú y yo nos conocimos,
nos empujaba la urgencia
como si una perfumada tragedia
nos hubiera amortajado, con dulzura,
en un foso del pasado.

Rumbo sur, rumbo sur,
Las playas largas se pierden,
se funden bajo el resplandor
de un horizonte sin formas,
hacia el gran Delta.

Madre tierra roja, el verde diminuto
y oxidado chispeando, minúsculas flores,
la ruta pedregosa se hundía
y volvía a emerger,
giraba y volvía a entrar en el mar,
que recibía el acantilado y lo detenía.
Las sacudidas de nuestras vidas,
los golpes del amor, la balsa del anhelo.
Nos encaramábamos sobre las playas
de piedras blancas que se adentraban
bajo la línea de las olas, espumeantes
y cansadas, resignadas  a cabalgar
y deshacerse sin remedio
sobre un mundo ajeno
como nuestros cuerpos
frágiles sobre la realidad.

Rumbo sur, rumbo sur,
Calas curvadas
cual cimitarras,
cangrejos y escarabajos,
hacia el gran Delta.

Nuestra hija buscaba esmeraldas
subterráneas. En vano, tú y yo
las habíamos auscultado.
Tú removías los cuchillos
ignorando los escarabajos que surgían
de nuestros pies. Ordenabas cuchillos
y hojas afiladas que luego enterrabas
con un sentido que no entendía.
El ermitaño saliendo de la concha.
Yo dejaba las entrañas sobre las piedras,
declamando sin sentido,
sin hallar mi propio conjuro
para perforar las horas y de ese fingido
desprecio obtener una partitura.
Indolencia, de quien destronado
y prisionero de sí es, y todavía no,
¡no!, así viajando por el sendero
rumbo sur, bajo la luz prometida del Delta.

Rumbo sur, rumbo sur,
puertos lejanos,
blancas nubes,
gaviotas y veleros,
hacia el gran Delta.

Toda una larga mañana,
por fin una entera mañana
que borraba las preguntas
y el dónde iremos, destino,
eco llevado por el aire
de mar a tierra ardiente.
El futuro no designaba amenazas
y los dados del azar dejaban de rodar.
Por fin la música decía, derramada.
Saliendo de un giro
hallamos la herradura de un puerto
con veleros que llegaban
y partían hacia otra horas
pero ninguna de las promesas,
ninguno de los cantos
de cristal nos hirió.

Rumbo sur, rumbo sur
siempre adelante,
quiebros de frontera
del mar indiferente,
dejando caer todo eso
que no seremos jamás,
hacia el gran Delta.

Donde los pinos estrujados
no ponían el pie,
justo delante de las olas,
la roca reluciente
de espuma se desataba.
Sobre el salto del viento
la gaviota cantaba al aura
que nos arrancaba
astillas del presente.
Debe ser esto la libertad,
saberte sin peso
frente a las medidas de las cosas.

Rumbo sur, rumbo sur
apagamos nuestra voz,
nos dejamos llevar,
sombras de luz, mariposas
entre las flores y susurros
de la brisa, reflejos
sobre el mar quieto.

El Delta estaba cerca.
El último corte era un torrente
que moría en un cañaveral
transformado en laguna
bajo los labios del mar.
La prisión de la carpa que tú alimentaste.
El pasillo estrecho en el que nadando
arriba y abajo no podría escapar.
Un retrato posible,
una cenefa de días inciertos
y tardes sordas.
Incauta para las trampas
complejas de las ciudades,
como un Teseo que se estrella
contra el perímetro del laberinto,
así la carpa, así nosotros.

Rumbo sur, rumbo sur,
mañanas tibias,
pendiente abajo
hasta caer
sin principio ni fin,
hacia el gran Delta.

Alcanzamos las playas doradas
donde el sol funde el mundo
estallando sobre la arena.
Recogíamos las conchas brillantes
del mañana hundiendo
el cuerpo en las aguas de hoy,
volviendo a nacer acaso,
contentos de ser, jugando con el viento,
ondeando las toallas como banderas
de un reino carente de hitos,
como nuestras sombras y los condados,
de los hombres y los sueños
hechos sombras corriendo por la arena
hasta desdibujarnos,
hacia el oeste, confundida la línea
de la costa con el sol poniente. 
Rumbo sur, por el oeste surgió
el primer lucero y más allá,
en la confusión del horizonte,
la luz del antiguo faro. §

Rumbo Sur, by Igor.

Etiquetas: [Literatura]  
Fecha Publicación: 2018-08-05T09:11:00.003+02:00
A 31º a medianoche el mundo se ordena de un modo distinto. Ayer, en la pegajosa noche de Barcelona, me di cuenta de que pasado, presente y futuro oscilaban en un único plano deforme bajo la ola de calor. Los libros del pasado y los que algún día leeré se confunden con los recién leídos. Repaso los que he releído recientemente que a su vez fueron leídos hace años. El Síndrome Mishima reaparece en la confusión.



El Síndrome Mishima podría definirse como la “relectura de aquellas novelas que en un pasado causaron una fuerte impresión y que, tomadas de nuevo, años después, resultan de un aburrimiento mortal”, según la definición de la prestigiosa Universidad de Cambridge Analytica. Que son un coñazo, vaya. Esto pensé no hace mucho volviendo al siempre polémico escritor japonés Yukio Mishima. Me ha pasado lo mismo con muchos libros, aunque a veces se da el efecto contrario. Habría que bautizarlo también. Este verano he vuelto a leer García Márquez y lo he disfrutado más, mucho más, que en la primera lectura en esa extraña Barcelona post-olímpica. Ferdinand Céline es de los escritores inmunes al Síndrome, pues estoy con Muerte a Crédito y el libro me sigue pareciendo un portento.

Y me sabe mal, hice el intento de volver a leer Bajo el Volcán, de Malcolm Lowry, y acabé en un bar pidiendo cerveza fría. La culpa la tuvo un tipo, un tipo que parecía normal, que vi el otro día en la playa leyendo este libro. ¿Cómo se puede leer Bajo el Volcán, una novela depresiva donde las haya, en la playa? Leí que Lowry, una vez, escribió una novela de humor. Buscaré esa novela de Lowry, un libro que se me antoja imposible, conocedor que a su vez éste puede sucumbir al Síndrome Mishima.

Fecha Publicación: 2018-08-04T09:44:00.004+02:00
La prensa no ha muerto todavía. Ni los que van por libre, aunque en nuestros tiempos de cólera, ésta es una especie de sapiens en grave peligro de extinción. El periodista Antoni Puigverd, de los pocos que leo, me sorprendió el otro día con esta crónica.  Contenido, forma, libertad. No juzgo la opinión, sí reseño que me sorprendió, como este hallazgo literario, el gran ano urbano, toda una imagen.


02/08/2018

Una de las polémicas de julio en las Cartas de los Lectores de nuestro diario giró en torno a la agresividad de las gaviotas, que, al parecer, atacaron a unos paseantes en Barcelona. Unos lectores las defendían. “Sólo atacan para proteger sus huevos”, sostenían. Puedo certificar que es así. Una vez, hace años, cuando todavía se podía pescar en el entorno de las islas Medes, un amigo, pescador aficionado, me llevó a visitar la Meda Gran. Las gaviotas imperaban en ella con densidad escalofriante, digna de Hitchcock. Cubrían el cielo de la isla como el ejército de aviación al completo. Rehuimos los huevos, que ellas ponen de tres en tres. No nos molestaron, pero fue gracias al pescador, que repetía sin descanso: “Si nos acercamos a los huevos, atacarán con más furia que las ratas”.
¡Qué curiosas son las reacciones que suscitan en nosotros los animales! Odiamos a los escarabajos, pero idealizamos a las palomas. Nos repugnan las ratas, pero las gaviotas suscitan arrebatos líricos. Las ratas reinan en las cloacas. Guardan nuestros secretos: todo lo que excretamos en la magnífica soledad del inodoro. Las cloacas son las tripas de la ciudad. El gran ano urbano. Un espacio tan íntimo como fétido, del que no queremos noticia. En general, tampoco nos interesan las noticias causadas por nuestras reacciones viscerales. Ello explica la curiosa selección de la violencia política en nuestro país: los independentistas sólo subrayan la de la extrema derecha, ignorando la violencia institucional de unos símbolos que, siendo de parte, son impuestos como si fueran de todos. Los antiindependentistas sólo subrayan dicha violencia institucional, pero silencian el abuso coercitivo de la ley así como la creciente beligerancia de las bandas neofalangistas. Y es que no hay paisaje más incómodo que el de las propias deposiciones. Sólo el excremento del otro nos parece maloliente. El periodismo de trinchera actúa como las brigadas municipales que, protegidas con máscaras y armadas con detergentes químicos, limpian y depuran el subsuelo de la ciudad. También el periodismo atrincherado depura, limpia, silencia las apestosas deposiciones de su bando.
Si las cloacas conforman un paisaje repelente que asociamos tan sólo al adversario, los espacios celestiales son muy disputados. Todo el mundo quiere presentarse como una paloma de la paz o una gaviota voladora. Lo que no es más que una derivación política del romanticismo que, en oposición a la promiscuidad urbana, idealizó el azul del cielo y la pureza de las cimas. Las bestias celestiales nos encantan. Graciosos gorriones, pacíficas palomas, ingrávidas gaviotas. Pero no son tan distintas de las ratas. Si estas procrean en las cloacas de la ciudad, aquellas aves se alimentan en los vertederos de basura. Nosotros también somos hermanos de ratas y gaviotas. Las ratas han convertido en patria nuestros excrementos. Y por la noche, las gaviotas irrumpen en el cielo urbano chillando con ardor borracho y guerrero.


Fecha Publicación: 2018-07-22T19:27:00.002+02:00
La física, llevaba a profundidades extremas, resulta inverosímil. La química, la física, la astrología en los extremos toman aromas de teología. Hawking afirma que existe/existió (no sé yo) una singularidad. Una bola subatómica, imagino que del tipo balón de baloncesto. Un solo átomo del que nace todo. Claro, es fácil decir que ese era el átomo de Dios o la semilla del Diablo, según se mire.  El poeta británico Ted Hughes seguro que diría que ese primer átomo era Cuervo. Sea o no sea, me resulta fascinante. Transcribo la noticia tal la copié de no sé dónde, antes de que el tiempo no existiera. Pero, ¿es eso posible?

El científico británico Stephen Hawking respondió en el programa StarTalk a una incógnita que ha obsesionado a los científicos desde hace siglos. ¿Qué existía antes del Big Bang y de la aparición del universo? La respuesta de Hawking se basó en la teoría conocida como la 'propuesta sin límites'.

"La condición de las fronteras del universo… la cosa es que no tiene fronteras", le dijo Hawking a Neil deGrasse Tyson, el presentador del programa y también un conocido astrofísico.
Como se sabe ahora, el universo está en constante expansión. A medida que retrocedamos en el tiempo, el universo se contrae, y hace alrededor de 13.800 millones de años todo el universo se reducía al tamaño de un solo átomo, explicó Hawking.

Esta bola subatómica se conoce como singularidad. Dentro de esta pequeña y enorme masa de calor y energía, las leyes de la física y el tiempo tal como las conocemos dejan de funcionar.
Dicho de otra manera, el tiempo tal como lo entendemos literalmente no existía antes de que el universo comenzara a expandirse. Por el contrario, la flecha del tiempo se contrae infinitamente a medida que el universo se hace cada vez más pequeño y nunca alcanza un punto de inicio claro.
"Los eventos antes del Big Bang simplemente no están definidos, porque no hay forma de que uno pueda medir lo que sucedió en ellos. Dado que los eventos anteriores al Big Bang no tienen consecuencias observacionales, uno puede cortarlos de la teoría y decir que el tiempo comenzó en el Big Bang", concluyó el científico.

Fecha Publicación: 2018-07-19T22:56:00.001+02:00

Me río de Superman y de ese ser acomplejado, Batman, el de las sombras. El que tiene poder de verdad es Floren. Algún día, un día muy lejano, sabremos lo que ha llegado a mandar este tipo de apariencia educada llamada Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y de un buen cacho de España. Recordad el caso Castor, joder, si hasta así hago yo negocios. Porque el Estado (tú, yo y alguno más) pagó las pérdidas del negocio petrolero fallido, previo acuerdo.

Pero la bomba ha sido este verano. Segundos antes del arranque del Mundial de Rusia se lleva al entrenador de la selección española, crea niebla de guerra respecto a Cristiano y presenta a Lopetegui en Madrid. Así como si nada. Se vio a la Roja convertida en la Floja en Rusia. La verdad, no hay buenos jugadores jóvenes y con los viejos, en fútbol, más vale no contar. Pero es que el seleccionador se había pirado como una auténtica rata invitada por la flauta mágica de Floren. Nuestro amigo Floren.

Que no haya pasado nada, que los grandes medios de comunicación libres y unidos apenas haya abierto la boca, que sólo el presidente de la Federación haya reaccionado con altura, solo significa una cosa: todos tiene miedo y todos deben más o menos al amigo Floren.

¡Ah! Se aproxima lento como una iguana el Ferragosto. Tiempo de libertad, tiempo de tiempo.
¡¡¡Saludos!!!

Ahora que recuerdo. Había un grupo punk que tenían una canción que no paraban de repetir Florence o algo así. Espero que algún día alguien aporree su puerta de ese modo. Qué sociedad la nuestra.





Fecha Publicación: 2018-03-16T23:58:00.001+01:00
En las últimas noches vuelvo a viajar a Arrakis. Al desierto profundo de Dune. Bajo las cavernas habitan los Fremen, los adapatativas tribus del desierto cubiertos con sus destiltrajes a fin de ahorrar agua. Furtivos, duros, dotados de un mundo simbólico. No como las Femen, cuyo mensaje está implícito en la cámara que las inmortaliza.


Leí Dune. Ahora retorno, como un buen jedi, a la saga. Normalmente las sagas están compuestas por un buen primer libro. Luego viene el segundo que se sostiene por el primero. Y en el tercero todo se desvanece. En la saga de Dune no. Hablo con gente diversa todos los días y hago la prueba. Mando un señuelo. Un mensaje encriptado y me doy cuenta que nadie o casi nadie recuerda el Dune de Frank Herbert, ahí avanzada la década de los sesenta del siglo pasado. Pura ciencia ficción con aires místicos que lejos de hundir la saga, el lado espiritual la realza. Dune es un prodigio del arte.
También leí el Dubliners de James Joyce. Maldito Joyce. Un maestro retratando historias comunes a través de las cuales retrata y sangra el vacío de la vida, a lo que yo más temo. Nadie como Joyece para dibujar grietas. En fin. Una obra maestra, como Dune, pero de digestión depresiva, al contrario que Dune.
Sé Fremen, amigo mío, amiga mía.