Amigo Préstame tres Panes: Explicación Bíblica de la Parábola de Lucas 11:1-10

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Amigo Préstame tres Panes: Explicación Bíblica de la Parábola de Lucas 11:1-10

Significado Y Explicación De La Parábola de Lucas 11:1-10

Como pastor, es crucial reconocer que la Biblia es la palabra de Dios. Pero, también es un conjunto de libros que fueron escritos en el medio oriente, redactados hace miles de años. Este contexto implica la presencia de diversas costumbres y expresiones idiomáticas que pueden resultar ajenas a la mentalidad de nosotros como latinos.

La comprensión de las Escrituras requiere, por ende, una apreciación profunda de la cultura en la que se gestaron. Más aún, es importante subrayar que comprender la cultura no implica necesariamente adoptar todas sus prácticas. Más bien, al sumergirnos en el conocimiento de la cultura oriental, obtenemos claridad y discernimiento sobre numerosos aspectos contenidos en la Biblia. Este enfoque enriquece nuestra interpretación y nos permite conectar de manera poderosa con las enseñanzas bíblicas.

En la actualidad, cuando esperamos la visita de alguien que viene de lejos, usualmente podemos prever con bastante precisión su hora de llegada, ya sea que viaje en coche o en avión. Sin embargo, en los tiempos bíblicos, la incertidumbre reinaba, especialmente debido a sus medios de transporte. En aquel entonces, cualquier persona podía llegar en cualquier momento, incluso en plena oscuridad de la noche.

Sumergirse en la comprensión de la cultura de aquellos tiempos nos permite desentrañar la sabiduría detrás de la parábola que Jesús compartió en Lucas 11. La historia relata cómo un hombre despierta a su vecino en plena medianoche porque un invitado inesperado ha llegado y no hay pan en casa. En aquella sociedad, la hospitalidad era una virtud tan fundamental que incluso se justificaba despertar al vecino a altas horas de la noche.

Ahora, reflexionemos sobre el simbolismo de la solicitud de tres panes. En nuestra perspectiva contemporánea, visualizamos un pan considerable, de unos 20 centímetros de largo y cortado en rebanadas, o una hogaza más grande de 24 a 30 centímetros de largo. No obstante, en los tiempos bíblicos, el pan adoptaba una forma distinta.

El pan mencionado en la Biblia era redondo y plano, similar a una tortita, con el tamaño y grosor semejante al de un plato. Para la mayoría, consumir uno de estos «panes» era suficiente, mientras que alguien que llegaba exhausto de un arduo día de trabajo podría necesitar dos. Entonces, surge la pregunta: ¿por qué el hombre de la parábola solicitó tres panes?

Explicando el Misterio de los Tres Panes en el Oriente Antiguo

Adentrémonos en la fascinante costumbre de los tres panes que prevalecía en el Medio Oriente, una práctica arraigada en la generosidad y la hospitalidad. En aquella época, ofrecer menos de tres panes se consideraba una afrenta a la buena educación. Esta tradición me evoca a la imagen de mi abuela Graciela, quien siempre adornaba la mesa con más comida de la que cualquiera pudiera comer Este gesto de provisión, sin duda, invitaba a la persona a deleitarse con todo lo que deseara, creando así un ambiente de celebración y abundancia.

En el relato de la parábola, el hombre despertado de su sueño se mostró renuente a ayudar, argumentando que sus hijos yacían en la cama junto a él. Esta negativa podría llevar a algunas especulaciones, sugiriendo la posibilidad de que el hombre fuera tan humilde que solo contara con una cama en su hogar.

No obstante, en la cultura bíblica, los niños solían compartir la cama con sus abuelos después de los cinco o seis años. Antes de eso, dormían con sus madres. La frase «Mis hijos están conmigo en la cama» se conecta directamente con esta costumbre arraigada de que los niños compartieran el lecho con sus abuelos. Aquellos que escucharon la parábola en ese contexto cultural entenderían el significado profundo detrás de estas palabras.

En esta sociedad antigua y del medio oriente, el abuelo no solo compartía el lecho con los niños, sino que también asumía el papel de maestro espiritual. Durante las noches, les impartía enseñanzas sobre Dios y verdades espirituales hasta que caían en un sueño reparador. Al despertar por la mañana, el abuelo los involucraba con preguntas sobre lo aprendido la noche anterior, desempeñando así el papel crucial de sacerdote familiar en la transmisión de la sabiduría generacional.

La Importunidad Del Amigo

Con frecuencia, pasamos por alto o malinterpretamos el motivo detrás de la acción del hombre que se levantó para entregar tres panes a su amigo. Es esencial recordar que el contexto de este pasaje se centra en la oración, y la parábola que Jesús compartió tiene una conexión intrínseca con este tema fundamental.

La narrativa es clara al afirmar que el hombre no respondió al llamado de su amigo entregándole tres panes movido por la amistad, sino más bien debido a la importunidad de este último. Es crucial desentrañar el significado de esta palabra, ya que muchos la interpretan erróneamente, asumiendo que se refiere a una «oportunidad».

La importunidad, en realidad, implica una persistencia audaz al hacer una petición. En otras palabras, a pesar de ser medianoche y de la inicial negativa de su amigo, el solicitante persistió en su súplica. Es precisamente por esta razón que, justo después de contar la parábola, Jesús proclamó: «Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.»

Este relato nos enseña que la oración efectiva no siempre se limita a un momento conveniente o a circunstancias favorables. Más bien, se nutre de una persistencia decidida y audaz, donde el corazón perseverante continúa buscando, llamando y pidiendo, confiando en que la respuesta divina llegará en su tiempo perfecto.

Este Es el punto La Perseverancia En La Oración

El punto que Jesús estaba haciendo en esa parábola era que debemos continuar pidiendo, continuar buscando, continuar tocando. Debemos continuar yendo a Dios en oración con nuestras peticiones con persistencia.

Más adelante, en el Evangelio de Lucas, Jesús compartió otra parábola sobre la oración, diciendo que debemos «orar siempre y no desmayar». En otras palabras, seguir orando con persistencia. Jesús enseñó a la gente sobre la oración, animándonos a orar a nuestro Padre celestial.

Una vez más, entender la cultura en los tiempo bíblicos nos ayuda a comprender mejor este relato sobre la oración.

Lucas 11:1-10

1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.

2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal.

5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes,

6 porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante;

7 y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos?

8 Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.

9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

Lucas 18:1

1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,

¿UNA PIEDRA EN LUGAR DE PAN?

Ya he compartido previamente la parábola de Jesús acerca del hombre que despierta a su vecino a medianoche buscando tres panes. Destacaba la singularidad de los panes bíblicos, redondos y planos como tortitas, del tamaño y grosor de un plato.

El núcleo de la parábola se centra en la enseñanza de Jesús sobre la oración, como lo expresó: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.»

Observemos ahora el relato del Evangelio de Lucas. Jesús se dirige a los padres, planteando la pregunta de si darían a sus hijos una piedra en lugar de pan, o una serpiente en lugar de un pez, o un escorpión en lugar de un huevo. Desde nuestra perspectiva latina, estas preguntas podrían parecer desafiantes, pero Jesús no estaba subestimando la inteligencia de su audiencia.

El Pan En El Medio Oriente

En el contexto del Medio Oriente bíblico, el pan era dispuesto sobre piedras redondas, a veces cubierto por otra piedra similar. La apariencia del pan era afectada por el aceite, dándole una textura similar a la piedra. Sin embargo, ningún padre confundiría esta piedra con pan al darla a su hijo.

El Pescado En Los Tiempos Bíblicos

En cuanto a los peces, las redes de la época capturaban diversas especies, algunas tan parecidas a serpientes que requerían un examen cuidadoso. Ningún padre sería negligente al no verificar si era un pez antes de ofrecérselo a su hijo.

Un Escorpión En Medio Oriente

Los escorpiones, comunes en el Medio Oriente, tenían un aspecto específico: blanco, negro o marrón, con forma de huevo. La comparación con un huevo planteaba la pregunta retórica de si algún padre cometería el error de dar un escorpión en lugar de un huevo.

Después de estas preguntas provocativas, la respuesta era un rotundo «¡Claro que no!». Jesús, entonces, continuó su enseñanza, preguntando: «Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?».

Cuando Jesús mencionó «siendo malos», no cuestionaba la bondad intrínseca de las personas, sino que recordaba la imperfección inherente a la humanidad. Aunque imperfectos, como padres, damos cosas buenas a nuestros hijos. Contrastando con el amoroso Padre celestial, que supera con creces a cualquier padre terrenal, ofreciendo dones aún mayores cuando se los pedimos, incluso el don del Espíritu Santo.

Comprender la riqueza de la cultura bíblica ilumina las enseñanzas de Jesús sobre la oración y nos revela la generosidad sin límites de nuestro Padre celestial.

Lucas 11:9-13

Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

Marcos 10:18

Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios

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