[Crítica] «American Fiction» (2023), de Cord Jefferson


Basada en la novela “Erasure”, de Percival Everett, “American Fiction” es una genial sátira del mundo de la literatura —y de la creación en general— en los Estados Unidos, pero también de la forma en que los afroamericanos son percibidos por la gente blanca que simplemente quiere alimentar su culpa. Se trata de un excelente debut por parte de Cord Jefferson (guionista en series como “Succession” o “Watchmen”), y de una experiencia frecuentemente hilarante, pero que a la vez tiene poco miedo de incluir preguntas incómodas. Lo más interesante de “American Fiction”, de hecho, es que no es capaz de —ni está interesada en— incluir respuestas fáciles.

El gran Jeffrey Wright (a quien da mucho gusto ver en un papel protagónico) interpreta a Thelonious “Monk” Ellison, un novelista y profesor que vive una existencia algo apagada en Los Ángeles. A pesar de haber ya publicado varios libros, su agente, Arthur (el infravalorado John Ortiz) le dice que nadie está interesado en publicar o comprar libros complejos y oscuros —la gente quiere historias fáciles de digerir, o como Monk eventualmente descubre, libros que confirmen la forma en que perciben a ciertas minorías en el país.

Porque es cuando se entera del nuevo libro de una joven autora llamada Sintara Golden (Issa Rae), que se da cuenta que los lectores están más interesados en leer historias estereotípicamente “afroamericanas”, que algo más sutil o complicado. Es así que se anima, a manera de broma, a escribir su propio libro “de barrio”… el cual es publicado casi inmediatamente. Es así que Monk se adentra en un mundo que lo hace sentir incómodo y que termina por confirmar sus propios prejuicios, mientras se mete en un delicado romance con una vecina de su madre en la playa, la abogada Coraline (Erika Alexander).

“American Fiction” no tiene miedo decir lo que mucha gente seguramente ya pensaba: que muchas de las historias que se consumen tanto en la literatura como en el cine, y que son consideradas como “reales” o “impactantes”, en realidad no son más que la explotación de la supuesta experiencia afroamericana. Es decir, no todas las historias protagonizadas por personajes afroamericanos tienen que ser, como en algún momento lo dice Monk, sobre drogas, prostitutas, violencia o explotación por parte de la policía, pero eso es lo que vende, y más importante, eso lo que mucha gente blanca considera como “importante”. Es de eso que se burla la película, pero también el personaje de Monk, quien además manifiesta no creer en “la raza”.

Lo cual, por supuesto, también es una suerte de burla hacia el personaje principal del filme. Monk comienza “American Fiction” odiándose a sí mismo, buscándole pelea a sus alumnos en la universidad —especialmente una alumna blanca que se “ofendió” porque el libro que estaban leyendo en clase contenía demasiados usos del “N-Word”— y cansado de que nadie en el mundo literario le quiere hacer caso. Pero al a vez, Monk es el tipo de persona que no congenia con muchos, que se mantiene alejado de su familia, incluyendo a sus hermanos (Tracee Ellis Ross y Sterling K. Brown), y que juzga mucho al resto. Es por eso que uno empatiza con él y muchas veces está de acuerdo con sus opiniones, pero dándose cuenta de que, eventualmente, tendrá que aprender a no alejar a todo aquel (o aquella) que lo ama.

Por supuesto, Jeffrey Wright hace un excelente trabajo interpretando a Monk; convenciéndonos de que es un gran escritor y un profesor decente, pero a la vez, alguien a quien le cuesta mucho adaptarse a los nuevos tiempos y empatizar con otras personas. Wright humaniza a Monk, alejándose de estereotipos —apropiado, además, considerando la temática del filme— y mostrando su lado suave cada vez que interactúa con la Coraline de Erika Alexander. Por su parte, John Ortiz resalta como un agente entusiasta y vendedor, Sterling K. Brown está genial como un hermano poco colaborador y recién salido del clóset, y siempre da gusto ver al gran Keith David en una nueva producción (por más de que en este caso no sea parte de la misma “realidad” que los protagonistas —más no diré).

Es así, pues, que “American Fiction” va demostrando ser una divertida sátira que jamás deja de lado la humanidad de sus personajes —especialmente cuando vemos a Monk lidiar con su madre enferma, o enamorándose de la carismática Coraline. No obstante, no se puede negar que maneja un gran balance entre estos elementos narrativos emotivos, y los mensajes que quiere dar. Especialmente aquellos relacionados al “trauma porn” que se puede encontrar en muchas historias protagonizadas por afroamericanos, o la forma en que gente blanca culposa percibe dichas historias. Esto se hace evidente tanto a través de personajes como el de un fatuo productor de Hollywood llamado Wiley (Adam Brody), o por supuesto, el de Sintara Golden (Rae), autora de “We’s Lives in Da Ghetto”, una suerte de “Precious” en formato de novela. Esta última, además, no es presentada como una villana ni mucho menos, lo cual ya de por sí es refrescante.

A pesar de ser de lo mejor que he podido ver este año, algo me dice que “American Fiction” no se estrenará en cines peruanos —nuestro único rayo de luz podría ser que, al ser una producción de Amazon MGM Studios, puede que se estrene en Prime Video pronto. Espero que ese vaya a ser el caso, porque este es el tipo de película que merece ser descubierta por más gente. Manejando un tono sorprendentemente ligero, pero satirizando varios aspectos de la sociedad estadounidense contemporánea (y del mundo de la cultura popular), y humanizando a sus protagonistas con redondas actuaciones, “American Fiction” se termina convirtiendo en una experiencia entretenida y de buen ritmo, que además los dejará reflexionando. No con respuestas sencillas, pero sí con varias preguntas intrigantes en la cabeza.

Nota: Vi este film gracias a un screener cortesía de Amazon MGM Studios.

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