martes, 16 de febrero de 2010

EL FÚTBOL NUESTRO DE CADA DÍA.


Era domingo, como cada séptimo día de la semana, ya había acabado el almuerzo, ¡manos benditas de mi madre!, hacía algo de calor pero siempre lo necesario como para dedicarse toda la tarde a gozar de fútbol; el viejo me aprimeró el control, sabio él, pero desde ya sabía que mis domingos de fútbol se respetan, porque mis domingos de fútbol se respetan señores. Me preguntó sobre qué veríamos hoy, yo le dije que no había mucho que ver, que el campeonato europeo estaba en receso y que solo quedaba algo del descentralizado nacional, se sorprendió y me dijo - ya estás grande como para saber de fútbol, cualquier fútbol es mejor que el peruano - durante unos 15 minutos buscamos y buscamos, cualquier cosa parecido al deporte era oro, hasta que por casualidad en un canal lejano, que no sabía que existía por cierto, había empezado el segundo tiempo del clásico uruguayo; y entonces señores… aquello fue una lección de vida.
El fútbol peruano es pobrísimo, desde todas sus caras, carece de competitividad y es aburridísimo a los ojos de los aficionados, que pagan su entrada a ver un show que casi nunca llega. Es lento, de poco oficio, amateur y no profesional, aunque duela, y con sistemas de juego tan pasados de moda.
El jugador peruano sale a la cancha trasladando todos sus frustraciones y traumas psicológicos, se vuelve un paranoico que culpa al árbitro de todas sus deficiencias y faltas, propias y ajenas; lo acusa de robo y por ende, reclama cada y todas las jugadas pitadas; se cree víctima y no perdona que el rival intente a veces jugarle brusco, aflora el “macho que se respeta” y desborda criolladas que nada tiene que ver con el espectáculo. Y eso muchas veces lo provoca desde el banco, el propio técnico.
Futbolísticamente estamos lejos, ¡primicia! Y el gran responsable, pero no el único, es la mala preparación en categorías menores. Nosotros no sabemos el A-B-C del juego, y si lo sabemos hacemos lo posible para olvidar. No sabemos marcar y esto es gravísimo. Entendemos la función de marca como acompañar una jugada, seguimos muy atentos la pelota con los ojos y olvidamos siempre que el objetivo de dicha función es intentar siempre recuperar el balón. La distancia en la marca es enorme, gigantesca, se le espera, se le mira; la agresividad es nula o limitada pero cuando se tiene ganas de hacerlo bien aparece lo peor: el jugador peruano es muy torpe marcando. Talvez el miedo a quedar burlado ante tu oponente provoca esa pasividad a la hora de marcar o la resistencia física que mata, pero lo más seguro es que no sepamos apretar con la suficiencia debida y añadamos la malísima costumbre de liberar la responsabilidad de marca a los hombres de arriba, señores en el fútbol exitoso de hoy por si no se han dado cuenta , todos marcan.
Respecto a la exactitud del pase, nuestro fútbol hace mucho que dejó de tener una “técnica exquisita”. Hace 2 décadas que el jugador peruano perdió el rótulo de técnico, es decir, buen manejo de pie, que era lo último que nos quedaba en el saco de gloria. Me explico, si alguien cree que aún tenemos buen pie y que le pegamos lindo al balón entonces, ¿cuántos dotados técnicamente existen por equipo en el fútbol peruano? 5, 6, 7? ¿? No creo que lleguemos a la primera cifra, no al menos en un once titular; no sabemos dar un buen pase, al menos uno que sea peligroso, le apuntamos a los talones de nuestro compañero y casi nunca hacia adelante, no sabemos profundizar ni regular un pase. En nuestro cerebro está grabado que un centro es un pase al azar, un pase al oportunismo de alguien que ojalá toque esa pelota; todo centro es un pase voluntario, ¿podrá entender esto algún día, nuestro lateral volante? Pero existe un factor que escapa de la técnica, de la táctica y hasta del entorno mismo: el criterio.
El criterio necesita tiempo para madurar, pero se aplica día a día. El criterio se forma aún desde temprano, viendo lo errores de otros, probando el ensayo-error, ejecutando la teoría, viendo fútbol moderno, etc. Pocos practican un criterio útil para su equipo, aflora el “me quema la pelota”, “tiro el centro para terminar la jugada”, “hay que jugar siempre hacia adelante”; el criterio te ayuda a manejar la velocidad de cada ataque, influye en el porqué de la lentitud de los partidos, el criterio te da jerarquía poco a poco, te distingue, te hace jugar inteligentemente. Acá en Perú, se alaba al atraso, a la decadencia, gustamos en exceso del pasado. Solo aquí se explica que se necesite, o se haga necesitar, a centro delanteros de los 80s, de los 90s; un “9” alto que cabecea muy bien, fuerte, empeñoso y que oportuna goles de rebote a montones, solo aquí el Checho Ibarra es goleador histórico –gran mérito que no desmerezco- pero ya esos delanteros están en extinción y que bueno. Ahora se busca un “9” potente en todo el sentido de la palabra, es más ya ni se le etiqueta con ese número; ahora los delanteros, todos, son veloces, manejan juego aéreo, físicamente bien dotados y tienen bastante técnica, patean tiros libres y todos son goleadores, esa es la nueva etiqueta señores: goleadores. Lo mismo se aplica para los defensas, el defensa tronco, que no es veloz y potente al igual que los delanteros que enfrenta, desaparece; quedará en el anonimato o salvaguardado en nuestro campeonato local. Lo que ahora se requiere es un jugador más atleta, más fortalecido, más profesional, porque todo cambia y el fútbol también. Los equipos buscan mucho a estrellas que pudieron ser pero que no fueron nada, esperando gozar de su pasado y de algún presente que se asemeje a la gloria, nace un prospecto que lleva 5 o 6 goles y juega con la crema o la blanquiazul y es el Cubillas esperado, el pupilo de Cueto o la reencarnación de Navarro. Cuenten ustedes, ¿cuántos de ellos manejaban los 2 pies para patear, eran veloces y con potencia, técnica, juego aéreo, personalidad, si es así, entonces son triunfadores en el extranjero sino, seguro deambulan en nuestro fútbol y algo les faltó, porque triunfa el que siempre estuvo preparado para ello. Y todo juega en contra, técnicos que tiran más para ex- jugador que para profesional competente, dirigentes o remedo de dicha función periodistas que no fomentan cultura deportiva, utilizando conceptos antiguos y en desuso como el decir volante de marca, volante de creación, etiquetando erróneamente o juzgando con criterios de España 82.
Pero ¿qué hacer, cómo empezar? En el principio pues, tan obvio como simple. Las divisiones menores y los juveniles no son el futuro sino el presente, ahí habrá que trabajar, traer especialistas y de preferencia extranjeros que contagien un poco alguna mentalidad distinta, más fresca. Que los de ahora y los activos entiendan que el virus tiene que morir con nosotros, en nuestra generación, evitar los contagios, y terminar la carrera dignamente, la gloria no está en el recuerdo señores está en lo que haces día a día, sino seguiré con el futbol uruguayo, colombiano o cualquiera más entretenido que el nuestro.

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