domingo, 17 de mayo de 2009

Sipán. en busca de personaje de la Elite Moche

EN BUSCA DEL PERSONAJE D

DE LA ELITE MOCHE (fragmento)

(Publicado en en Zhoecoen. Revista de la Universidad Señor de Sipán)


Pedro Alva Mariñas*
Docente de Cátedra Sipán. USSipán

“Desde 1972 ni yo ni mis colegas, aunque hemos hablado de la posibilidad de que la Escena del Sacrificio fue algo que existió realmente, más hemos pensado que eso puede ser mítico, hecho por los dioses como algo distinto al mundo real. Por 15 años hemos estado pensando si es real o mítico” (Christopher Donnan (2008)
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Teniendo como base gráficos pintados en tiempos Moche como el famoso gráfico conocido como “La Ceremonia del Sacrificio”, se considera que los recientes descubrimientos arqueológicos, contados desde Sipán, han logrado regresar de su profundo sueño a tres de los cuatro personajes más importantes de la élite Moche. Probablemente los personajes A, B y C del famoso gráfico correspondan al Señor de Sipán (Huaca Rajada), al Sumo Sacerdote (descubierto también en Huaca Rajada) y a la Sacerdotisa de Moro (descubierta en San José de Moro). Sin embargo existen dudas razonables sobre el personaje D del gráfico moche, denominado por algunos como el “Mellizo del Personaje A”.

Los sensacionales descubrimientos arqueológicos como: la Señora de Cao (en el Valle de Chicama), el Personaje de Élite de la Tumba 14 de Sipán (Valle Chancay –Lambayeque) y el Señor de Úcupe (Valle de Zaña), nos ponen en la posibilidad de afirmar si es que alguno de ellos representa el personaje D que los arqueólogos están buscando para completar la galería de personajes del más alto rango de la sociedad moche.

Sin quererlo entonces, los arqueólogos especializados en el mundo Moche, están protagonizando una versión real de “En Busca del Arca Perdida” y que, a diferencia de Indiana Jones, se trata de arqueólogos de carne y hueso que tienen un amplio conocimiento del tema que trabajan y que expresan respeto por la cultura material y espiritual de los pueblos de ayer y de hoy.

Seguramente una de las barreras más difíciles para comprender el pasado prehispánico fue la ausencia de escritura en aquellos tiempos o, en todo caso, la ausencia de registros precisos que hubieran facilitado reconstruir su historia o en todo caso sus principales hechos. Menudo problema tienen entonces los arqueólogos cuando tratan de interpretar los hallazgos con los cuales suelen sorprendernos desde hace ya mucho tiempo. No nos sorprende, por ello, que a pesar de sus grandes esfuerzos, no tienen más remedio que rellenar los vacíos con suposiciones, deducciones o inferencias.

Sin embargo gracias a las nuevas tecnologías, a los recientes descubrimientos de tumbas intactas, que brindan una invaluable información, es que la arqueología peruana puede arriesgarse ya a pensar en “escribir la historia de los Moche”, tal como lo propusiera recientemente Steve Bourget (julio, 2008). Es decir va llegando el tiempo en que, gracias al enorme corpus documental acumulado, los arqueólogos se planteen la tarea de reconstruir procesos y no limitarse a documentar hallazgos o esbozar historias muy particulares. Pero habrá que reconocer que gran parte de los procesos acaso nunca los podamos rescatar.

Uno de esos problemas que afrontan los arqueólogos es el de la identificación de los personajes de élite de sociedades prehispánicas que se siguen descubriendo. A este problema se enfrentó Wálter Alva y su equipo del Museo Nacional Brüning al momento de caracterizar al personaje descubierto en Huaca Rajada al que se denominó inicialmente “Guerrero de Sipán” para después denominarlo definitivamente “Señor de Sipán”, denominación que posiblemente no nos da una idea del enorme poder del personaje, al que su mismo descubridor lo caracteriza como “dios viviente” (1992). Enfrentando a parecidas circunstancias Shimada prefirió denominar “integrante de la élite sicán” al personaje descubierto en Huaca el Loro (1992); por su parte Donnan y Castillo llamaron la “Sacerdotisa de Moro” al personaje descubierto en el Valle de Jequetepeque y como “la Señora de Cao” se ha designado a la mujer de élite descubierta la Huaca Cao ubicada en el Valle de Chicama. Más recientemente Steve Bourget (2008) ha “bautizado” al personaje descubierto en el Valle de Zaña como “el Señor de Úcupe”

En este terreno también los historiadores tienen dificultades para caracterizar a los curacas y caciques del periodo colonial temprano que vivieron literalmente entre dos mundos y a los que se los ha caracterizado como “dueño de indios” pero con el entendido que no significa propiedad en el sentido occidental sino “jefe o comandante de indios” (Ramírez, 2002:37). Algo parecido sucedió con la caracterización de los edificios prehispánicos llamados huacas y con los rituales que todavía realizaban los antiguos norteños en los años iniciales de la conquista.

Al referirnos a la cultura Moche no podemos dejar de mencionar a Rafael Larco Hoyle que a lo largo de 40 años hizo un gran esfuerzo en dos direcciones: el de contribuir a la preservación física de elementos de esa cultura (para ello fundó el Museo Arqueológico que ahora lleva su nombre) y se dedicó a “estudiarla en todas sus facetas a fin de lograr una reconstrucción de su historia cultural” (Larco, 2001: XIX). Por ahora queremos destacar que, en el lejano 1946, Rafael Larco Hoyle en la famosa Mesa Redonda de Chiclín, presentó a la comunidad académica una secuencia de 5 fases o secuencias de evolución de la cultura Moche, propuesta que en cierta forma resumía su largo y fecundo trabajo arqueológico. Esta propuesta se ha mantenido en pie a través del tiempo y a pesar de los avances tecnológicos, de las depuradas metodologías, del trabajo en equipo y de los grandes descubrimientos realizados en los últimos 15 años. Lo que está sucediendo, como lo dice Jaime Castillo, con la propuesta de Larco es “una refinación de la cronología para su aplicación a regiones específicas” (ob. cit: XXII). Con el tiempo esta secuencia de Larco será de gran ayuda para que los actuales arqueólogos puedan establecer la cronología de los impresionantes descubrimientos moche que se han hecho en los últimos años.

Con el tiempo, ya los arqueólogos modernos, establecieron una nueva base para tratar de interpretar, de caracterizar a los personajes de élite que se han ido descubriendo. En este caso los arqueólogos acuden a la disciplina conocida como iconografía andina, disciplina que ha realizado interesantes progresos gracias a las contribuciones de Marie-Anne Hocquenghem, Collin Delavaud, Christopher Donnan, Jurgen Golte, Morales, entre otros, y que han aportado interesantes aproximaciones al mundo de los moche. Han sido los dibujos conocidos como “El Tema del Entierro”, “Los Prisioneros”, “La Rebelión de los Artefactos”, “La Ceremonia del Sacrificio”, los que han sido particularmente útiles para los arqueólogos al momento de identificar a los personajes de élite descubiertos.

.... continuará










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