martes, 16 de junio de 2009

Las perspectivas del movimiento


En los últimos días nos hemos visto bombardeados de información proveniente de distintos ángulos, de medios oficiales e independientes, carteles y volantes, por blogs, entrevistas en Youtube, Twitteos masivos, grupos de Facebook; en fin, ni el reggaetón llegó a ser tan popular jamás. En estos medios, todo ciudadano de este país, desde el opinólogo más importante hasta el cachimbo más tímido, no pudo aguantar las ganas de manifestarse empezando así interminables debates en los cuales las partes no podían evitar esbozar algún tipo de explicación macro que sustente sus argumentos.

Antes de decir cualquier otra cosa, esta es nuestra postura: nos parecen terribles, condenables y criminales los sucesos ocurridos en Bagua; obviamente, la violencia no es justificable por ningún argumento moderno, menos aún por alguna tesis antropológica. Por este motivo, no nos parece que podamos hablar –ni que se debería hablar- de lo sucedido en términos de blancos y negros, de asesinos y asesinados, de culpables e inocentes; aquí lo que existe son distintos niveles de responsabilidad en los actores involucrados que deben de ser tratados según los mecanismos que la justicia provee. Punto.


Esta vez no pretendemos esbozar un “análisis correcto” de la situación –sobre todo para ahorrarnos el debate en un tema tan polémico- sino lanzarnos la pregunta: “¿De que maneras estan siendo analizados estos sucesos desde las ciencias sociales, específicamente desde la naciente academia de ciencia política peruana?”. Siendo sinceros, no tenemos la respuesta exacta y concreta. Sin embargo, podemos hacer un recorrido de las hipótesis que a nuestro parecer son más relevantes.


En principio, lo que hemos visto primar han sido explicaciones de tipo antropológico, que se sustentan los reclamos en base al choque de cosmovisiones; en otras palabras, el culpable se encuentra en el lado estatal-occidental-libremercado-hijodeputa que ignora la particularidad de la cosmovisión indígena. Creemos que este tipo de explicación es válida en cierto sentido ya que –como hemos escuchado hasta el cansancio- las protestas se han dado a través de una organización articulada por un mensaje étnico. Sin embargo, nos parece que se exagera con pensar que el choque de cosmovisiones pueda ser un factor importante por una simple razón: en ningún momento los dos actores principales del conflicto, comunidades nativas – Estado, estuvieron hablando en códigos distintos: unos pedían la revocatoria y los otros tercos con que no, que ni a de vainas. ¿Dónde está la cosmovisión aquí? Las comunidades nativas pedían que se derogue decretos que los afectan directamente para no habérseles consultado; si a los vecinos de San Isidro les llega una carta enterándose de que van a construir una petrolera en el parque, y nunca se les consultó, apuesto a que salen a manifestarse al respecto y de nos ser escuchado termine en una gresca, ahí no hay nada de cosmovisión y espíritus del bosque.


Algo un poco más venido a tierra puede encontrarse en la perspectiva de actor, la cual analistas como Martín Tanaka han expuesto. En ellas podemos encontrar que la situación en la región tiene una explicación en distintos “errores fatales” del gobierno, el cual intentó jugar a una estrategia de desgaste sin utilizar el diálogo como estrategia prioritaria. Si tenemos en cuenta este tipo de explicación podemos ver que en el contexto en que nos encontramos, es decir, con un TLC ad portas, distintos intereses comerciales, lobbies y otros grupos de presión, la vía de la imposición, sumada al discurso del perro del hortelano de García, en fin, el desenlace de la historia era de esperarse. Lo interesante de esta perspectiva es que da luces sobre los actores “del otro lado”, es decir, actores que han articulado y dado forma al movimiento tales como AIDISEP, una organización fundada en 1980 que incluye 57 federaciones y organizaciones territoriales, las cuales representan a las 1,350 comunidades; sin esta la movilización no hubiese sido posible dado que, como reza aquel viejo dogma de las ciencias sociales, la existencia una insatisfacción relativa o general en la población no es suficiente para que se articule un movimiento de manera automática o mecánica. Esta perspectiva nos sirve mucho para comprender los hechos sucedidos en Bagua en concreto, pero no son satisfactorios si queremos un panorama general de las causas de los conflictos sociales de este tipo (étnicos) en el país.


Carlos Melendez, al ser entrevistado, desarrolla este punto de vista integrando una especie de “perspectiva temporal” a los conflictos sociales en el país, además de ciertos factores que señalan por qué sucedió la movilización en ese lugar e –incluso- que otros lugares son potenciales. Un estado presente pero vacío, sin capacidad de acción efectiva, sin capacidad –sobre todo- de mediación de demandas, termina creando “situaciones límite” en las zonas. Lo que se puede rescatar de Melendez es que con esta perspectiva podemos observar los alcances efectivos de las instituciones del estado como factor que puede explicar otros conflictos sociales pasados y los futuros en el país.

Obviamente, no nos inclinamos ciegamente por ninguna de las tres perspectivas; vemos que cada una tiene validez siempre y cuando sea complementada en el análisis con las otras. Sin embargo, Melendez menciona una cuestión muy cierta casi al final de la entrevista: en la bibliografía sobre los conflictos sociales indígenas en Latinoamérica el Perú es un caso atípico. Autores como Degregori, Van Cott, Cadena, entre otros, han tratado de analizar porque en el Perú, a diferencia de otros países de la región con similares proporciones de población con rasgos étnicos diferenciados, no se ha articulado un movimiento-partido étnico fuerte. En esta situación, la protesta indígena en Bagua, con innegables características y discursos étnicos en si (por los dos lados) es un caso significativamente atípico y paradigmático en nuestro país.


En conclusión, creemos que existen muchas perspectivas por las cuales podemos analizar el conflicto de los últimos meses e insertarlo en un mapa más grande donde los conflictos sociales imperan (la Defensoría del Pueblo publica uno cada dos meses). Esto nos será útil para descalificar las ideas absurdas, como que los que el Paro Amazónico es parte de una confabulación en contra del progreso peruano y los indígenas están manejados, como un muñeco de ventrílocuo por los nacionalistas o las redes del socialismo del siglo XXI. Esos argumentos del gobierno son francamente infantiles (no digo que estos grupos no apovecharan la situación política) pero evidentemente no son el titiritero detrás de indígenas que no entienden nada, sumidos en su cosmovisión y utilizados por los azuzadores, que para estos efectos son todos lo que no estén de acuerdo con las políticas del ejecutivo.


Mientras terminábamos este post, escuchamos la noticia de la derogatoria de los decretos por parte del gobierno, lo cual nos parece una respuesta inteligente y acertada. Lo lamentable es que haya sido necesario que la sangre llegue al rió para que el Perú Avance.


PD: Les pasamos un trabajo de Mauricio Zavaleta que analiza las perspectivas de la inexistencia de un movimiento étnico en los andes, lo presentamos como fuente informativa, la cual puede ser de interés del lector que quiera saber sobre el caso peruano en perspectiva regional.


La Refuta - La_paradoja_peruana[1]

2 comentarios:

Murie dijo...

Este es un comentario correcto salido de una hipótesis correcta. Lo demás, incorrecto.

Gonzalo Aguilar Riva dijo...

Respondí a su comentario en el Blog del CF. Si se animan, lo revisan y responden. Saludos, camaradas Mauricio y Esteban.