domingo, marzo 23, 2008

El problema con los fines de semana largos

Algún amigo de aquellos me contaba de sus problemas con los fines de semana largos. Lo peor que puedes hacer es tirarte cuatro días en un lugar aislado donde puedes alejarte del caos y reflexionar sobre las cosas importantes de la vida. Un día te sirve para decir "qué rico es llegar a las 6 de la tarde en pleno jueves y no haber salido de la casa". El día dos todo es paz y tranquilidad, y empiezas a creer que puedes efectivamente vivir a punta de ceviche por el resto de tu vida. El día tres puedes filosofar sobre el universo, la luna y las estrellas, ver Cinemax de madrugada e irte a dormir tranquilito a tu cama.

El cuarto día ya estás pensando en a dónde miércoles vas con tu vida, cómo se pudieron ir las cosas al diablo con esa a quien lograste evitar el 99% del verano (y cuando te atrapó pudiste evadir con un par de mentirillas blancas), a quiénes te faltó visitar, cuándo la chamba empezó a bloquearte las posibilidades de realización, o por qué si te pasaste 8 años intentando escapar de casa ahora estás sufriendo porque no te quieres ir.



Sin embargo, no puedo quejarme. Estuvo bonito, recordé por qué se extrañaba tanto a los muchachos, dije (al menos acá) algo que necesitaba decir y pude sentir calorcito sin el humo grasiento de la Abancay. No se olviden de mí cuando compren las próximas chelas.

(no es el mejor post, pero me voy en 5 minutos, abrazos)

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