Escribe: Sire Martínez.

LA MAREJADA


Juanito Pérez es un modesto ciudadano que de la noche a la mañana, en un golpe de audacia ganó unos cuantos centavos y poco a poco, su imagen personal cobró notoriedad gracias a su modesto emprendimiento. El mismo, empezó a sentirse bien y con la autoestima elevada, la misma que por años, apenas asoló en contados momentos. Las promociones lo buscan como padrino floreciente, los ahijados se han multiplicado como por arte de magia. Por estos días, conversé con él pues estaba sumamente preocupado. – Me siento como animal de caza perseguido por los sabuesos – me dijo. Y me desparramó todas las artimañas y posibilidades ofrecidas por cuanta agrupación política hay en el país. Le han propuesto ser regidor, alcalde, consejero regional, vicepresidente y hasta presidente regional. Extrañado, me ha dicho que el sólo sabe vender fierros y no entiende como se vería en un escritorio sin saber atar ni desatar en ese intrincado legal y administrativo que es la gestión gubernamental.


Lo que le sucede es lo mismo que sucede en el país, pues una corriente nerviosa que recorre todo el territorio ha movilizado enormes recursos humanos y de argumento. Como extraña marejada, numerosas personas, grupos y organizaciones se han visto arrastradas, llevadas a diestra y siniestra, por los latidos de este singular temporal. En cada pueblo, por más pequeño que sea y tal vez, en cada casa, la burda ilusión ha levantada vuelo; en otros casos, las mas soterradas ambiciones e intereses menudos han asaltado la mente y la conciencia de miles de ciudadanos, a lo largo y ancho del país. No cuenta las capacidades indispensables de los mismos, ni experiencia alguna ni la predisposición cívica a servir al pueblo (que aún existe en alejados lugares sin nombre), solo cuenta la oportunidad de hacerse de un empleo de cuatro años, o saciar los omnipresente apetitos de poder, o la capacidad de una gruesa billetera y tal vez, lograr el éxito gracias a una imagen populosa que pudiera tener algún candidato aunque tenga solo el mérito de ser excelente animador de polladas.


Las organizaciones políticas no han sido ajenas al vapuleo de esta marejada. Por un lado, algún candidato arguye de cuán demócrata, globalizado y plural es, mientras que en subterráneas negociaciones, la anciana madre del mismo, desfasada en asuntos de gobernabilidad y demás condimentos, dispone las candidaturas, con el casi arcaico y exclusivo criterio del monto monetario disponible. Asimismo, desesperados dirigentes de viejas o novedosas agrupaciones, llegan a transar con acérrimos enemigos de antes, al amparo de la subyugante ilusión de la perpetuidad en el poder. Incluso se ha dado el caso, que organizaciones aún más precarias que otras, han revoloteado alrededor de anónimos ciudadanos, que cuentan como único merito el portar el documento de identidad, obedeciendo a burdas tácticas que señalan participar en la contienda electoral para hacer presencia política, aun a sabiendas de esgrimir candidaturas blandengues e inminentes derrotas.


A fin de cuentas, la marejada que sacude al país no es otra que la precariedad de las instituciones políticas y de los mismos ciudadanos, ante cuya perspectiva no se han dado las soluciones necesarias e impostergables, por cuanto la presente crisis le hace el juego a los poderes facticos, pues seguirán con buena salud debido a las exorbitantes ganancias y máximas ventajas que obtienen en el país de la entropía.

Lima, julio del 2010.

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