jueves, 25 de septiembre de 2008

De vuelta a Lima 1



Estar fuera de la ciudad cuatro años es, estar cuatro años fuera de la ciudad.

Da lo mismo si es a cien o quinientos kilómetros, a cinco horas en bus, cinco horas en avión, en Chimbote pescando anchovetas o tocando el laud en Tajikistán.

El hecho es que estuve todo este tiempo fuera de mi ciudad y de vuelta a la misma la encuentro distinta en varios aspectos.

Buenas o malas, para mí todas son buenas, porque vivo ese idilio romántico del reencuentro y hasta lo más desesperante de mi ciudad es un goce propio de esta luna de miel momentánea.

Tome algunas anotaciones de las novedades de mi ciudad y espero compartirlas por partes y cucharadas. Y si usted blogger las lee, le cuento que también forma parte de esta fauna urbana de inicios de siglo en la antes llamada Lima y hoy simplemente…La Lema, con e (el uso manda!)


Los Paneles: Y es que Lima se ha convertido en un enorme catálogo de lo mas variado, parece un enorme fondo de Trampolín a la Fama, paneles en los calles, avenidas, colegios, esquinas, paraderos.

Quiérase o no tienen una misión y la cumplen, bueno dos, una es que la ciudad se vea como encarte de supermercado y la segunda hacer que tomes decisiones de compra inesperadas: uno que sale de lo mas orgulloso del trabajo, feliz de haber resistido a las mas demoniacas tentaciones a la hora del almuerzo y haber logrado subsistir con una manzana, dos naranjas y un plátano porque ya las excusas para justificar el desborde anatómico son cada vez mas inverosímiles, cuando de pronto llegas al paradero y frente a ti encuentras un anuncio inmenso de la mas grasosa (y deliciosa) hamburguesa de la ciudad con una fotografía de tamaño cuerpo entero (el nuestro) del tentador sanguchón.

Y comienzas a pensar, por allí que la haces, sacas imaginarias cuentas de cuantas calorías tendrá un hamburgueson de aquellos, la promoción esta buena no?

Hay que aprovecharla, además viene con papitas…

Las piernas te comienzan a temblar, el cuello de la camisa te comienza a incomodar, tal vez si mañana me levanto temprano y no tomo taxi para ir a trabajar y con ese dinero…

Porque además viene con papitas.

Y así pues, el panelito de marras, esparcido por toda la ciudad cumple su función y no te escapas de ellos porque están, vayas donde vayas.



El hermanón, el gordinflón y el canal positivón: Una tortura necesaria para poder verle finalmente las piernas a una animadora extranjera que tiene portentosas extremidades inferiores (no entendió? Yucazas pues!), y es que tanto había oído de las piernas de esta niña que valió la pena la curiosidad.

Pero como todo tiene un costo en esta vida había que alternar en un canal de televisión que había dejado en mis más inútiles y recónditos recuerdos.

Y allí estaba, casi inmortal El Hermanón, manguitas remangadas para aparentarse casual, sonrisa televisiva, el comercial del librito de las mejores pastillas para levantar la moral a cincuenta soles, “lucha, estudia, trabaja, produce, lucha”, faltaban María Vallejo y Wilder Orbegoso, faltaba el Salsódromo del Aire y Habla el Pueblo, pero allí estaba el sobreviviente Hermanón, figuretti hasta la muerte, hablando del Huatica (hasta donde entendí un bulín de los años cuarenta).

Pero lo que no le perdono al Hermanón, además de seguir en la tele, es darle cabida a un paquidermo estrafalario, adefesiero, chocante y patético. Con un dizque programa culinario, el mamarracho ¿humano? en realidad hace una crónica semanal, camarita en mano, de cómo se subsiste en la ciudad comiendo de puro gorrero en restaurantes y fondas. Despreciable.

Y bueno, terminando con la programación del canal positivo gracias a ciento once mil lornas que se dejaron estafar por el Hermanón, lo único divertido que tiene este canal es la sección de llamadas al aire de ese programa que va a las diez de la noche y que la conduce un incognito y tolerante calvito, que sabe lo que le espera cuando recibe llamadas con el mismo tono de voz y que le dicen siempre la misma frase casi memorable ante la cara de resignación del aludido: !pelao cabeza de verga!

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