Por - Publicado el 20-06-2021

Supongamos que por alguna razón Pedro Castillo no es proclamado presidente.
– El JNE da un vuelco y acepta las nulidades y Keiko Fujimori es declarada ganadora,
– o demora tanto en resolverlas que llega 28 de julio, y asume la presidencia el congreso, con Jorge Montoya,
– o la acción de amparo, totalmente vergonzosa, de Javier Villa Stein prospera y se anulan las elecciones, e igualmente, asume el congreso, con Jorge Montoya.

¿Qué pasaría en el país?

Habría una gran, pero gran protesta popular, que tendría que ser reprimida ya no sólo policial, sino militarmente. Una huelga nacional indefinida.
Cualquiera de las tres vías fujimoristas sería celebrada por sectores medios y altos de simpatías derechistas, principalmente en Lima. Pero ese gobierno, permanente si es Fujimori, o transitorio, si es Montoya, no podría gobernar.

NO PODRÁ GOBERNAR

Eso se lo dijo monseñor José Macchi a Andrés A. Cáceres: «General, a usted lo odian hasta las piedras y no vale la pena que derrame más sangre humana, porque aún cuando venza, ya no podrá gobernar.”
En cualquier escenario sería un gobierno que ahondaría las rupturas sociales y las animosidades históricas presentes en el Perú.

Mal bicentenario.

¿Qué ganan con estos escenarios los poderes fácticos del Perú?

Nada.

Quien tenga dos dedos de frente, entenderá que el camino fujimorista es un callejón sin salida, y que toca ejecutar el plan B: desnaturalizar el gobierno de Pedro Castillo cabildeando un giro hacia la derecha, enchapándole figuras tecnocráticas que gobiernen para los de siempre.


Entonces, todo este movimiento habría que verlo más bien como lío entre derechistas. Keiko Fujimori no advierte que las adulonas (pues son sobre todo mujeres jóvenes) que la rodean) la están usando y socavando. Hay un golpe de estado intraderechista en el cual la ultraderecha está desplazando a la derecha «normal». Hay personajes extremistas de derecha que no tendrían opción en tiempos normales que están logrando una gran visibilidad en la coyuntura, pues fungen de vanguardia macartista.
Después de esta movilización ultraderechista, fracasada, estos sectores quedan bien posicionados, en una narrativa de hazaña histórica y de resistencia anticomunista.

Pero claro, cabe alguna pequeña probabilidad de que esta intentona reaccionaria triunfe, y la realidad alternativa ultraderechista se convierta en realidad a secas, en cuyo caso entramos en el peor escenario para el país.

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