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viernes, 24 de noviembre de 2023

CAP 2 – IV. SUEÑOS EN LA FORTALEZA DE LA ROSA NEGRA (IV)

Levantaron a sus heridos y se pusieron a buen recaudo, para tener mejor oportunidad de hacer frente a cualquier cosa que intentase atacarlos. Atendieron a los caídos. Pasaron las horas y los escalofriantes ruidos se hicieron presentes, muchas veces cerca, otras veces lejos, mientras los fúnebres canticos de las siniestras elfas se percibían en el ambiente de forma perenne.

La tranquilidad se vio quebrantada al momento que Naedrik despertó gritando, sobresaltando al grupo y, en consecuencia, llamó la atención de los esbirros del Caballero Oscuro.

Tomaron sus cosas y se dirigieron rápidamente hacías los espejos que aún no recorrían, para descubrir que dos de los tres faltantes ya se encontraban desactivados.

Tras el único espejo activo se vislumbraba una estrecha calle cubierta de humo oscuro. Los edificios cercanos eran iluminados con una tenue luz roja, formando figuras amenazadoras que surcaban las sombras que se formaban. Se escuchaba débilmente el choque de metal contra metal así cómo desgarradores gritos de agonía.

Todos se concentraron en el reflejo en el espejo, siendo transportados a una estrecha calle cubierta de humo negro, que hizo les ardiera los ojos y filtrándose en sus pulmones. Una casa cercana se encontraba en llamas, mientras figuras amenazadoras se abalanzan en las sombras. Por encima de sus cabezas, escuchan el poderosas aleteo de alas. Cerca de ellos el sonido de armas chocando resonaban, dando paso a gritos agonizantes.

El grupo representaba a un grupo de defensores de Palanthas, con aspecto distinto al de ellos, que debían proteger a los habitantes de la ciudad, haciendo uso de todas sus habilidades.

Ante ellos, una figura tambaleante se acercaba. Un caballero medio elfo usando una armadura de placas y malla, con el diseño en relieve del Kingfisher. Una corona dorada rodeaba su frente. Con dificultad llevaba una espada en su mano y en la otra una rosa negra. Suavemente besó la flor – Kitiara, mi amor – gritó con dificultad – este día, peleo por ti

El caballero levantó la mirada y vio al grupo - ¡Mis amigos! -  les gritó – Ahí están. Únanse a mi y luchemos o Palanthas caerá sin duda.

De repente el viento cambió de dirección, apartando el humo de la calle con rapidez. Un hombre rubio con largos bigotes, con hombros amplios. En su sobrevesta el emblema de la rosa rosa resaltaba.

Levantó un puño, retando al medio elfo. – Tanis – le gritó – ¡Prepárate a morir! ¡La corona del poder y Palanthas caerán ante mi este día!

Conforme hablaba, seis criaturas humanoides aladas aterrizaban detrás de él, en la calle, desenfundando aserradas espadas.

El medio elfo notoriamente preocupado, logra mantenerse firme. – Lucharé contigo Lord Soth, acorde al Código y la Medida

El otro caballero esbozó una retorcida sonrisa mientras levantaba su espada. Una gran ave negra pasa por encima de él, moviendo ligeramente sus cabellos. – Atravesar– grazna - Atravesar – perdiéndose en el humo.

Soth avanza.

Tanis con dificultad se abalanza hacía Soth, para enfrentarlo y poner a prueba su honor. El grupo dispuesto a ayudarlo es interceptado por las aladas criaturas reptilianas.

El cruento choque entre ambos grupos estuvo parejo, incluso cuando descubrieron alarmados que los llamados Draconianos se convertían en un bullente charco acido verdoso al momento de ser vencidos, en un ultimo intento de arrastrarlos con ellos. Esto los desbalanceó en un principio, afectando mortalmente al lobo convocado por Naedrik, pero lograron mantenerse en la lucha.

Sin embargo, a Tanis no le iba mejor que a ellos, pues no se encontraba en buen estado cuando lo encontraron y aún así, decidió hacerle frente a Soth. Razón por la cual, Marek, optó por ir en su ayuda, rodeando la calle en la que ambos grupos se enfrentaban, pues bloqueaban la ruta directa.

Tanis yacía en el piso, mientras Soth reía satisfecho ante su inminente victoria. Marek buscó flanquearlo, pero Soth logró superarlo.

El resto del grupo se dirigió también a ayudar a Tanis, mientras dejaban atrás a uno de los Draconianos sobrevivientes. Otro Draconiano había seguido a Marek para enfrentarlo aterrizando frente a él.

La pelea contra Soth no parecía ir a buen puerto. La diferencia de poder era sobrecogedora, sin embargo, la suerte parecía ocasionalmente ponerse de lado del grupo, logrado asestar sendos golpes importantes, pero la paciencia del Caballero de la Rosa pareció llegar a su fin, especialmente al momento que un descuido le hizo cometer un vergonzoso error en combate. Toda el aura que rodeaba a un Soth idealizado en brillante armadura y cubierto de encanto, se fue evaporando entremezclándose con el oscuro humo del lugar, dando paso al escalofriante caballero de la muerte que es actualmente.

El caballero murmuró unas palabras mientras estiraba su brazo, para terminar en un chasquido con sus dedos. Keijo lanzó un agónico y escalofriante grito desplomándose muerto en el piso.

Sus compañeros vieron con espanto caer a Keijo, tomándose unos segundos antes de lanzarse nuevamente en combate con renovado brío.

Soth miraba a los soldados, atacándolos desesperadamente, incluso Tanis se había puesto en pie gracias a la atención de uno de ellos. Pero no tenía tiempo para más, pues algo había buscado llamar su atención y debía saber el por que.

Levantó una vez más su enfundada mano en llamas y de un chasquido una bola de fuego recorrió el lugar cubriéndolos a todos.


El grupo recobró la conciencia estando nuevamente en el salón del trono, frente al último espejo cuyo reflejo se encontraba cubierto de niebla remolinante. Al girar la cabeza, el caballero negro se encontraba de pie ante ellos. Su cuerpo ya no era fantasmal ni borroso, sus ojos ardientes se fijaban en los de ellos. Un frío escalofriante emanaba de su carne putrefacta, capaz de congelarles la sangre.

Abrió la boca y habló con una voz profunda de ultratumba – Así que, ustedes fueron quienes arruinaron mis sueños. Será mejor que tengan una buena razón o convertiré sus días en pesadillas

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